Alejandro Domínguez sigue manchando la pelota, mientras Brasil se moviliza contra una estrategia sanitaria coherente con la falta de asistencia social para paliar los efectos de la pandemia y negacionismo que tiene en Bolsonaro a su principal adalid.
A menos de dos días de que una multitudinaria movilización, atravesara las principales ciudades de Brasil para pedir juicio político a Jair Bolsonaro por su manejo de la pandemia, la Conmebol anunció que ese país va a organizar la Copa América.
Es imposible pensar lo uno sin lo otro. Las últimas semanas estuvieron lejos de ser las mejores para Bolsonaro y no porque le preocupe que el Covid-19 siga haciendo estragos en una sociedad que sólo encuentra contención y protección ante la pandemia, en algunos gobernadores que salieron a buscar vacunas y otras respuestas sanitarias ante la ausencia del gobierno federal.
Lejos de esto, lo que preocupa es que a poco de que se cayeran a pedazos las inhibitorias con que el lawfare lo sacó de las Presidenciales de 2018, Lula Da Silva anunció que va ser el que lidere a la oposición para las elecciones de 2022.
Pero como si esto fuera poco, los relevamientos que se hicieron tras conocerse que Lula va a ir por un nuevo mandato al frente del Palacio de Planalto, señalan que hoy por hoy, estaría en condiciones de polarizar con Bolsonaro e imponerse en primera vuelta.
Y otra cosa. La versión 2021 de Lula resulta más amenazante todavía para aquello que resume Bolsonaro, ya que comienza a transitar un modelo de construcción frentista que si se concreta, sería inédito para su país. De esto da cuenta el reciente encuentro que tuvo con el ex presidente Fernando Henrique Cardoso.
Con este telón de fondo, para Bolsonaro la posibilidad de reeditar la foto de la Copa América 2019, rodeado con jugadores de la selección brasilera, con pulgares hacia arriba y el trofeo en el medio, es una tentación que bien vale un precio elevado. Y, teniendo en cuenta los antecedentes de la Conmebol, seguro que así fue el que se pagó para que el torneo mude su sede, finalmente a Brasil.
Devaluada
Esta edición de la cada vez más devaluada Copa América arrancó con problemas. La postergación que sufrió en 2020 a raíz de la pandemia, hizo que Australia y Qatar optaran por retirarse, federaciones que por otra decisión ridícula de la Conmebol, iban a participar de un torneo que debería incluir a los representantes del continente, en el mejor de los casos, desde Argentina a Canadá.
Después de idas y vueltas, y contra todas las recomendaciones que la sensatez y la ciencia hacía, se eligió junio para llevarla a cabo. Vale recordar que ese mes comienza el invierno en el hemisferio sur, que es donde se esperaba que se realice la mitad del certamen y que invierno y Covid-19, se llevan muy bien a la hora de matar personas.
Y, en el medio de todo esto, en Colombia donde las cosas ya venían mal por la pandemia, se pusieron peor porque al gobierno que encabeza Iván Duque, no se le ocurrió mejor idea que largar un paquete de medidas socioeconómicas que cargaban todavía más, la crisis sobre los sectores empobrecidos y medios.
Pero como dos más dos siempre da cuatro, el estallido social que hace un mes atraviesa a ese país, era una consecuencia esperable de un paquetazo impuesto desde la crueldad y miopera que a veces suele tener la clase capitalista.
De nada sirvió la estrategia del avestruz que intentó implementar la Conmebol, cuando forzó a que se jueguen partidos de la Copa Libertadores en estadios rodeados por escenarios de brutal represión contra el pueblo que manifestaba en el mismo momento en que se disputaban los partidos (Ver La Conmebol sigue dando vergüenza).
A regañadientes la Conmebol tuvo que aceptar la evidencia, por lo que los equipos colombianos acabaron jugando como local en Ecuador y Paraguay. De esta forma reconoció que pese al deseo de Alejandro Domínguez, Colombia carecía de condiciones para ser sede de la Copa América.
Entonces las miradas se posaron sobre la otra mitad de la sede, pero Argentina atraviesa lo peor de la Segunda Ola de la pandemia y el organismo que rige el futbol regional, no aceptó garantizar las medidas de seguridad sanitaria que el gobierno solicitó para que se pueda llevar a cabo la Copa.
Es que durante los torneos locales, el sistema de burbujas en el fútbol argentino exhibió costados muy flacos. Hubo muchos casos de planteles donde proliferaron los contagios, entre ellos el de River que se vio forzado a presentar sólo once jugadores ante Independiente Santa Fe, porque el resto estaba con Covid-19. Y lo que es peor, entre los contagiados estuvo el chofer del micro que traslada a la delegación, Gustavo Isúa, quien tenía 58 años y falleció la semana pasada por coronavirus.
Paradójicamente, la Conmebol eligió que Brasil sea la sede. Todo pese a que este país registra más de 462 mil muertes por Covid-19, es el segundo del mundo con más fallecidos por la enfermedad, sostiene un ritmo lento de vacunación a partir de una estrategia sanitaria que es coherente con la falta de asistencia social para paliar los efectos de la pandemia y un abierto negacionismo que tiene en Bolsonaro a su principal adalid.
La realización de esta edición de la Copa pudo postergarse otra vez y también se la pudo mudar a EE.UU., que según se supo mostró interés en ser sede, al tiempo que posee infraestructura y exhibió eficacia en el diseño de burbujas como las que implementó en el caso de la NBA. Pero la elección fue Bolsonaro, a quien la Conmebol agradeció públicamente al anunciar la decisión.
Postura comunista
¿Pero qué pasa mientras tanto en Brasil? Es probable que buena parte de una sociedad futbolera como la que tiene estampada a la canariña en su piel, haya tomado con alegría decisión ¿Pero alcanzará esto para que Bolsonaro se monte sobre la Copa América?
Diputados del Partido Comunista do Brasil (PCdoB), hicieron público su rechazo a la realización de la Copa en este país y coincidieron en recalcar que esto constituye “un acto más de irresponsabilidad del gobierno de Bolsonaro hacia la población”.
La diputada federal, Jandira Feghali, fue clara al hacer hincapié en la irresponsabilidad del presidente brasilero que “acaba de autorizar la realización de la Copa América en Brasil, después de que Argentina cancelara la competencia por la pandemia”.
Tras lo que advirtió que, “incluso sin público, el evento traerá miles de deportistas y profesionales al país en junio, en un momento de absoluto descontrol para Covid-19”.
Por su parte, el titular de la bancada de diputados del PCdoB y ex ministro de Deportes, Orlando Silva, señaló que “es surrealista que la Conmebol transfiera los partidos de la Copa América a Brasil en ese momento” ya que “estamos a las puertas de una Tercera Ola del virus y somos el segundo país del mundo en número de muertes”. Y fue claro al alertar que el gobierno de su país quiere “diezmar la población” con esta decisión que no dudó en calificar como “absurda”.
Mientras que en idéntica sintonía, la diputada Marcivânia do Socorro da Rocha Flexa, resaltó que Bolsonaro no entendió “el mensaje de las calles este fin de semana, cuando cientos de miles de brasileños enfrentaron el miedo al virus para protestar contra las acciones del gobierno”, ya que tras “ser blanco de masivas protestas pidiendo su salida por el desastre humanitario que viene provocando, resuelve autorizar la Copa América”. Y definió que “seremos el ‘País del Fútbol’ y la tasa de mortalidad del Covid-19 ”.
“Bolsonaro genocida”, “Vete, Bolsovirus”, “Psicópata” y “Asesino” son algunas de las inscripciones que se leyeron en pancartas exhibidas durante la movilización del sábado en ciudades como Río de Janeiro, San Pablo, Brasilia, Belo Horizonte y Salvador.
Así las cosas, mientras hoy la Conmebol anunciaba que el certamen continental se iba a llevar a cabo en Brasil, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, advirtió que la situación de salud en ese país es grave y la vacunación lenta en relación a su población en la que se registra “aumento de la pobreza y ayuda de emergencia insuficiente”.