Por doquier se multiplican los despidos, cierres de plantas, suspensiones, vacaciones adelantadas y “retiros voluntarios”. Mientras, el presidente continúa con su gira motivacional, como si nada.
¿Sí, se puede? A menos de dos semanas de las elecciones generales de octubre en las que definirá el próximo presidente de la Argentina, el empleo y la industria atraviesan la crisis más grande desde el 2001.
Según datos del Indec casi el cuarenta por ciento de las instalaciones industriales están paralizadas y los despidos o suspensiones se multiplican por todo el país. En este escenario, el gobierno insiste con dar vuelta la elección.
La situación económico-social es crítica. La emergencia alimentaria, avalada por el Congreso de la Nación, es la consecuencia lógica de un modelo que combina desempleo y pobreza con alta inflación.
En efecto, de acuerdo con el último informe del Indec la utilización de la capacidad industrial instalada se redujo un 2,5 por ciento respecto al mismo mes del año pasado. Un simple repaso por el panorama a nivel nacional no solo permite dar cuenta de esta contracción; explica los magros resultados electorales del oficialismo en las Paso de agosto y, seguramente, una peor performance ahora en octubre.
Por ejemplo, en el sector privado en el último año se perdieron 131.000 empleos registrados. Según la última medición de agosto, en julio se contabilizaba un total de 6.083.900 trabajadores registrados, más de 130.000 menos que a igual mes del año pasado.
En suma, en provincia de Buenos Aires, la crisis industrial no afloja. Zanella militarizó su planta de Caseros para comunicar otra tanda de despidos masivos que se suman a los cierres de sus plantas en Mar del Plata y Córdoba.
En la planta del partido de Tres Febrero, los trabajadores vienen sufriendo la crisis desde hace meses: la empresa pagaba los sueldos de dos mil a cinco mil pesos semanales, no liquidó aguinaldo, ni vacaciones, a pesar de que los trabajadores seguían cumpliendo con los horarios diarios. Encima, como si fuera poco quiere pagar las indemnizaciones al cincuenta por ciento y en ocho cómodas cuotas. En tanto, en Indiastyle, una textil ubicada en San Isidro, los dueños despidieron a sesenta personas y se niegan a responder ante los trabajadores.
Por su parte, Loma Negra se dispuso a cerrar la primera fábrica de cemento del país, fundada en 1919. Se trata del establecimiento cementero ubicado en Sierras Bayas, en la ciudad de Olavarría.
Allí donde la semana pasada el presidente protagonizó un acto en el marco del “Sí, se puede” y no llenó ni un cuarto de la plaza principal.
El descontento de la población de Olvarría está fundado: las ventas de cemento no paran de caer, por lo que Lomas Negra decidió cerrar la emblemática fábrica.
Debido a la crisis, en junio ya había cerrado una planta en la ciudad Villa Cacique en el partido bonaerense de Benito Juárez, donde trabajaban 240 personas.
¡Terrible!
Por su parte, en La Pampa la cadena de supermercados propiedad de Eduardo Costa, referente del macrismo en la provincia, comenzó un procedimiento preventivo de crisis con el objetivo de flexibilizar condiciones laborales y forzar retiros voluntarios favorables al sector patronal.
En Córdoba, donde Cambiemos sigue siendo fuerte a pesar de haber decrecido mucho el apoyo electoral en las elecciones de agosto, la crisis también pega fuerte.
Allí, Bagley decidió adelantar vacaciones por la baja en las ventas, Renault suspendió a 270 operarios y MWM despidió a más de cien trabajadores en Villa María.
Estos constituyen solo algunos ejemplos de una crisis generalizada. Crisis que es reconocida hasta por el mismo Fondo Monetario Internacional.
En un informe reciente elaborado por el organismo, en el que se proyectan las perspectivas económicas mundiales, Argentina ocupa el tercer puesto de países con mayor inflación y es uno de los siete países del mundo con la recesión económica más pronunciada.
En fin, en el informe el Fondo califica a la Argentino como uno de los “países estresados” económicamente ¿tendrá alguna responsabilidad el organismo en la situación? En el informe no se dan por aludidos.
Para el 2020 el organismo proyecta un 39,2 por ciento de inflación anual y una caída del PBI del 3,1 por ciento.
Así las cosas, el espiral inflacionario (combinado con recesión económica) es una de los grandes desafíos para el próximo gobierno.
La herencia es pesada en serio. Macri, lejos de bajar la inflación a un dígito tal como había prometido, se irá de La Rosada con un incremento acumulado superior al trescientos por ciento. En conclusión, lo único que pudo el gobierno fue destruir el mercado interno, el empleo y el poder adquisitivo de los trabajadores.