Una familia precisa 60.873 para no ser pobre ¿Qué tendrá que ver en todo esto el precio de la carne? Una historia atravesada por la codicia del agronegocio, la subfacturación y la evasión. El MCL fija postura.
El precio de los productos que componen la Canasta Básica Total (CBT), fue aumentado cinco por ciento en marzo, lo que representa la peor suba en lo que va de 2021, al tiempo que en el caso de los de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), lo hicieron en un 4,5.
Estos datos que publicó el Indec y corresponden a la zona Amba, van a impactar en un incremento de la pobreza que, según estimaciones confiables, podría alcanzar al 43,7 por ciento de la población en la próxima medición.
Es que de acuerdo a ellos, una familia de cuatro personas precisa tener un ingreso mensual de 25.685 pesos para evitar caer en la indigencia, al tiempo que necesita 60.873 para no ser pobre.
Se trata de cifras que asustan en las que el precio de la carne bovina tiene una incidencia determinante, ya que durante los últimos doce meses, duplicó la suba de la inflación promedio. Y desde 2017 aumentó un 390 por ciento de acuerdo a datos del Instituto Argentino de Análisis Fiscal.
Y es precisamente en este contexto en el que la Mesa de Enlace, responde con un lockout a la decisión gubernamental de poner un paréntesis para las exportaciones de este producto que, en el mercado local, registra un consumo anualizado per cápita de 45 kilogramos, esto es, el más bajo desde que hace cien años se llevan a cabo mediciones (Ver De carne somos).
Aquí cabe señalar que la decisión que anunciara el propio Alberto Fernández, pretende establecer un impasse que permita volver a negociar con los actores de esta cadena, para intentar que se normalice la oferta y los precios del mercado interior que fueron absoluta e intencionalmente distorsionados.
La incidencia que tiene la excepcional demanda de carne bovina por parte de la República Popular China (RPCh), explica una parte de lo que pasa. A esto hay que sumar que a partir de la década del 90 del siglo pasado, el agronegocio con la soja transgénica a la cabeza avanzó sobre las zonas dedicadas a la producción cárnica.
Esto reformuló las condiciones de rentabilidad del escenario agropecuario con un serio impacto sobre la cadena que construye los precios que se paga en las carnicerías.
La reducción de soja y otros granos utilizados para engorde de ganado a simples commodities, contribuye letalmente a la suba del precio de las carnes y de otros alimentos que componen las CBT y CBA (Ver El Cártel del Silobolsa).
Pero a esto también aporta la evasión endémica que caracteriza al sector, algo sobre lo que el ejecutivo viene advirtiendo desde hace semanas. “Encontramos funcionamientos que a veces no son transparentes”, recalcó el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, quien añadió que se verifica que algunos sectores no liquidan exportaciones y “se quedan con las divisas en el exterior para liquidarlas en mercados paralelos”.
Así y con este telón de fondo, desde La Rosada señalan que confían en que la situación pueda resolverse antes de los treinta días previstos y, en este sentido, adelantó para mañana una reunión de la Comisión de Carnes del Consejo Agroindustrial.
Ese encuentro reproduce después del que tuvieron los máximos referentes del Consorcio de Frigoríficos Exportadores de Carne con el Presidente Fernández. Esta corporación reúne a empresas que controlan el noventa por ciento de las exportaciones de carnes y el 35 de la faena bovina.
Postura
Ante esto desde el Movimiento Campesino Liberación (MCL), se advirtió que aunque es cierta la incidencia que tiene el incremento de las exportaciones a la RPCh, “la categoría vacuna que más se envía al gigante asiático, es la vaca”, mientras que terneros y novillos “son las presas favoritas de las mesas criollas, que en estos días se vendieron en el Mercado de Liniers, a doscientos pesos el kilo del animal en pie”.
Por otra parte, el MCL planteó sus dudas sobre la efectividad que pueda tener la medida anunciada por el ejecutivo, ya que “la suba de los precios de la carne, no se originó únicamente por el aumento de las exportaciones, sino principalmente por el aumento del precio del maíz, que en estos tres últimos años duplicó su precio a valores constantes”. Y recordó que este producto es un componente central para el engorde de novillos y terneros en feedlot.
Por lo que hico hincapié en que para controlar el precio de la carne bovina, es preciso “orientar y estimular efectivamente la actividad ganadera, sin permitir que quienes dominen el mercado de los alimentos (interna y externamente) frenen el desarrollo de la actividad, sometiéndola a los dictados de intereses supranacionales los cuales ubican a la Argentina en el lugar de país de reserva” (Ver Alimentos: la inflación, donde más duele).
Tras lo que destacó que “se debería incrementar este tipo de producción con políticas públicas de acceso a la tierra, para tratar de alcanzar mercados internacionales con manifiesto valor agregado”, así como “recrear la Junta Nacional de Carnes y Granos para que el Estado regule y controle el mercado, fije un precio sostén y asegure el consumo interno”.
Y que el Estado debe tener una actitud fuerte a la hora de “fiscalizar el precio del maíz, aplicando una suba importante en los derechos de retención y reducir a la mitad el IVA de la carne, entre otros alimentos de la canasta básica, para los sectores más vulnerables”, como asimismo “recuperar, fortalecer y desarrollar el ferrocarril como medio de transporte e integración nacional, estatizar los puertos y nacionalizar la megaempresa Vicentín para que opere como empresa testigo”.