El aumento de las tarifas en el transporte público forma parte del incremento generalizado de los precios de la economía. Mientras el consumo se derrumba.
Desde ayer viajar en trenes y colectivos en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano es más caro, como así también cargar el tanque con GNC y cruzar peajes. Estos aumentos, sumados al de gas y en el contexto de los incrementos en las tarifas de agua y luz de marzo, alejan cada vez más la meta inflacionaria del quince por ciento anunciada por el gobierno y convenida con el Banco Central, luego de recalibrar la meta de doce puntos antes de que empezara el año y tras aprobar el presupuesto 2018. En el caso del boleto de colectivos, el mínimo subió de 8,50 a 9,50 pesos, lo que implica un aumento del once por ciento. Para abordar los trenes de la línea Sarmiento, Mitre y San Martín el costo del pasaje pasó de los ocho a nueve pesos. Mientras tanto, se espera que tras la audiencia pública de abril en la Ciudad de Buenos Aires, la tarifa del subte pase de los 7,50 a los once pesos. Por su parte, los peajes -que golpean a los automovilistas junto a los incrementos de las naftas y el GNC- aumentaron un 13,4 por ciento promedio. Así las cosas,los livianos pagarán 45 pesos en las Autopistas 25 de Mayo y Perito Moreno en hora no pico y 63 en hora pico, mientras que en la Autopista Illia el importe a abonar será de 19 pesos en hora no pico y 28 en horario pico. Mundo de fantasía Estos números refuerzan la idea de que la baja de la pobreza anunciada por el Indec el miércoles pasado forma parte del “mundo de fantasía” que construye día a día el gobierno junto a la massmedia y que fue expuesto por el propio presidente el 1º de marzo en la apertura de las sesiones legislativas. ¿Cómo puede convivir la noticia de que hay menos pobres en la Argentina junto a la certeza de que cada día es más caro satisfacer las necesidades básicas? Varios son los números que desmienten el relato oficial. El Indec, al mismo tiempo que afirmó que la pobreza descendió, admitió que el costo de la Canasta Básica Total (CBT) aumentó un 3,3 por ciento en febrero. La CBT es aquella que incluye un promedio de los precios de los alimentos, pero también incorpora el costo del transporte, servicios, salud y educación. Así las cosas, en la actualidad, una familia tipo en Argentina -dos adultos mayores y dos niños- necesitan 17.600 pesos por mes para permanecer por encima del umbral de la pobreza. Si a esto se le añade la pérdida del poder adquisitivo que, según el sector, alcanza un siete por ciento en los últimos dos años, tenemos que el consumo disminuye mes a mes. En marzo, las ventas minoristas del comercio Pyme se derrumbaron un 2 por ciento y acumulan un descenso anual de 1,5, tal como difundió la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (Came). Como ya mencionamos, la inflación es el resultado de la puja distributiva que se viene sosteniendo en el país y de la cual el gobierno es parte. Por ello, pugna para torcerla a favor de los sectores patronales, los cuales, vienen sacando clara ventaja. En 2016 la inflación fue del 42 por ciento, en 2017 del 25 y para este año se espera que sea del 23 a pesar del techo anunciado del quince y de la merma en la capacidad de compra de los asalariados. De esta manera, la Argentina desafía una de las máximas de la economía neoliberal y es aquella que sostiene que si “se enfría” la economía, el alza de precios se puede contener. Sin embargo, la principal variable de ajuste sobre el bolsillo de los trabajadores sigue siendo el aumento de precios a pesar de que la economía está en un freezer. Un argumento más para sospechar de las premisas económicas del liberalismo.