Nació el 8 de abril de 1922. Se casó con Josefina González, fue padre de cinco hijos y vivió en Gerli, partido de Avellaneda. De pequeño trabajó tejiendo sillones de mimbre y luego fue obrero de una curtiembre. Más tarde se desempeñó como operario en el Frigorífico La Negra de Avellaneda.
Desde sus orígenes fue un gran defensor de los derechos de sus compañeros trabajadores, especialmente en los frigoríficos, un negocio que estaba salpicado de sospechas tras el Pacto rubricado por el entonces premier inglés, Walter Runciman, y el vicepresidente de la Nación, Julio Argentino Roca (hijo del general que realizó la cuestionada Expedición al Desierto).
En ese sector, los derechos laborales dejaban mucho que desear y en 1943, Mira ya formaba parte de la Dirección de la Federación Obrera de la Industria de la Carne. Como tal, fue uno de los principales organizadores de la gran huelga general que comenzó en el Frigorífico La Negra y luego se extendió por todo el país.
Esa medida provocó que los trabajadores fueran encarcelados, al tiempo que precipitó la primera negociación para mejorar su situación laboral.
Jesús Mira, con la misma pasión y honestidad con las que abrazó la causa de sus compañeros, las camisetas de Racing Club y El Porvenir, comenzó a militar desde 1944 en el Partido Comunista, donde llegó a ocupar altos cargos e incluso fue elegido concejal de Avellaneda en las elecciones en que Arturo Frondizi se convertía en presidente de la Nación, con apoyo de un peronismo prohibido y proscripto. También entre 1973 y 1976 (hasta el golpe militar) fue diputado nacional del Partido Comunista.
Encabezó en 1961 la Delegación Argentina de Solidaridad con Cuba junto a Leónidas Barleta y Juan Gelman, a través de la cual mantuvo entrevistas con Ernesto “Che” Guevara y Fidel Castro.
Integró la delegación solidaria con los diputados y senadores de la República de Chile para gestionar por los presos políticos y desaparecidos en plena dictadura de Augusto Pinochet.
Tarea similar cumplió en Argentina, al presidir la Comisión Jurídica del PC, encargada de reclamar por la libertad de los presos políticos y la localización de los desaparecidos tras el golpe genocida de 1976. Simultáneamente fue, hasta 1992, vicepresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), declarando en 1985 en el Juicio a las Juntas Militares por ese genocidio.
Asesoró también al diputado nacional, Floreal Gorini, con quién luchó por la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, al tiempo que promovieron la reducción de la jornada laboral a 6 horas. Juntos participaron en la construcción de una red de cooperativas de desempleados integradas por albañiles, trabajadores del calzado, artesanos y, especialmente, cartoneros.
Jesús Mira continuó en su lucha cotidiana, predicando por la defensa de los derechos de los trabajadores, y de su querida Avellaneda, escribiendo columnas de opinión en los diarios “La Ciudad” y “Prensa Libre”, ambos de Avellaneda.
A fines de 2005 presentó su libro “Fervor Orillero” dedicado a sus amigos y a su ciudad, obra que fue prologada por uno de los dramaturgos más importantes de la historia del teatro argentino, Roberto “Tito” Cossa.
Un año después, fue declarado ciudadano ilustre por el Concejo Deliberante de Avellaneda del que alguna vez formó parte.
“Cuando muera, ya le pedí a mi familia que quiero que mis cenizas se esparzan en el portón del frigorífico (La Negra), para que siga quedando en Avellaneda, y especialmente en un lugar que me enseñó mucho. La Negra me formó como persona”,aseguró el dirigente.