A dos semanas de la anterior, Francia vivió otra jornada atravesada por una histórica movilización popular contra la reforma previsional que pretende imponer el gobierno que encabeza Emmanuel Macron.
“Cuando pienso en ella, pienso en Margaret Thatcher”, deslizó Fabien Roussel cuando fue consultado sobre Élisabeth Borne por un periodista que le pidió su opinión sobre la primera ministra de Francia, a poco de que el secretario general del Partido Comunista, partiera junto a la columna del PCF, desde la Place d’Italie, para sumarse a la contundente movilización que el martes pasado tuvo lugar en Paris contra la reforma previsional que pretende imponer el gobierno que encabeza Emmanuel Macron.
La marcha que tuvo lugar a apenas dos semanas de otra jornada de paro y movilización fue imponente en París y, según coinciden diferentes observadores, se trató de la más voluminosa de la historia, pero sólo fue una parte de la jornada, ya que en todo el territorio nacional hubo réplicas y de acuerdo al estimado de la CGT se movilizaron en Francia casi tres millones de personas.
Si prospera la iniciativa gubernamental, se van a eliminar los regímenes especiales, al tiempo que la edad jubilatoria va a pasar de los 62 a 64 años y va a aumentarse el período de aportes a 43 años a partir de 2027. Pero pese al volumen creciente de las manifestaciones de protesta, la postura de Élisabeth Borne parece endurecerse y, en este sentido desde el PCF Roussel advierte que el gobierno está “eligiendo el caos social”.
Es que mientras Macron acepta seguir inmiscuyendo a Francia en la guerra que la Otan libra en el Donbass y promete redoblar la asistencia al régimen de Kiev mediante la entrega de proyectiles de 155 mm, va quedando cada vez más claro que son los trabajadores de su país los que van a tener que pagar la factura de esa aventura.
Pero también la que deja el actual momento que atraviesa la Crisis de Larga Duración Capitalista, que se profundizó a raíz de las restricciones que impuso a la economía real la pandemia de Covid-19, así como por el empecinamiento de la Unión Europea por aceptar ser el peón de EE.UU. en su lucha por sostener un escenario unipolar en términos geopolíticos, geoestratégicos y geoeconómicos.
A fuerza de lucha, a mediados del siglo pasado, el universo del trabajo le arrancó al del capital y al propio Estado Liberal Burgués, el sistema de pensiones que en la actualidad tiene Francia. Y no resulta azaroso que en consonancia con lo que se advierte en otros puntos del mundo, en el actual contexto global en el que la clase capitalista va por todo, aparezca también en Francia un intento de estas características.
En esto no hay nada que se parezca a una casualidad. Las coincidencias entre el intento del tándem Macron-Borne o las promesas que explícitamente hace el bloque liderado por el macrismo si es que vuelve al gobierno en Argentina, deja a las claras de que la clase capitalista no anda con vueltas, tiene una agenda muy concreta y es una sola, allá y aquí.
Y también que sabe hacia dónde apuntar. Porque la apropiación de los sistemas jubilatorio, de educación y el de salud de acceso y derecho público, gratuito y universal representa un formidable negocio para la clase capitalista. Pero asimismo, para ella, su destrucción es prioritaria ya que se trata de expresiones que le son extrañas, ya que constituyen una avanzada de un tipo de sociedad no capitalista que el sistema aborrece.