Mientras el presidente, Luis Lacalle Pou, apuesta a que llueva, el pueblo uruguayo montevideano debe racionar el agua que utiliza para vivir.
“Si no llueve, el agua no será bebible”, dijo públicamente Luis Lacalle Pou y añadió que, “mientras tanto, no hay un genio que frote la lámpara. Tiene que llover”. Lo cierto es que Montevideo y Canelones están en una situación crítica, ya que en una semana el agua que suministra la empresa estatal podría no ser apta para consumo humano.
Hoy las reservas se ubican en el orden del 1,8 por ciento, algo que vuelve necesario que para abastecer a la zona donde se concentra la mayor parte de la población de Uruguay, se deba recurrir al Río de la Plata que en ese tramo presenta elevados porcentajes de sal.
De acuerdo al reporte gubernamental, en la represa de Paso Severino que es la principal fuente de abasto de agua dulce de la zona metropolitana, quedan 1,1 millones de centímetros cúbicos de agua. Pero esa región utiliza ochenta mil por día.
Es verdad que esta situación deriva de la falta de lluvias, pero también lo es que la sequía lleva ya tres años, los mismo que Lacalle Pou como presidente de Uruguay, por lo que más que sobre genios y lámparas, la cosa debió pasar por previsión, gestión y empatía que es algo que como se sabe no es el fuerte de las expresiones políticas de derecha, por más elegantes y educaditas que sean.
Así las cosas, esta situación exhibe una de las caras, la menos amable, de esa suerte de paraíso para los evasores de impuestos de la región en que el gobierno que en cabeza Lacalle Pou viene convirtiendo a Uruguay. Es que en esa dinámica, las prebendas que se le otorgan a la clase capitalista las paga el pueblo que es inmolado en aras de un ajuste fiscal que, entre otras cosas, impacta en la falta de obras de infraestructura como las que se necesitan para evitar que en pleno siglo 21 los uruguayos deban racionar el agua que necesitan para vivir.
Y ese criterio persiste incuso durante este momento límite. Una semana atrás, la intendenta de Montevideo Carolina Cosse, se mostró “indignada” cuando el Ministerio de Economía rechazó su pedido de que el gobierno nacional autorizara el apoyo económico que el Municipio solicitó al Banco Interamericano del Desarrollo (BID), para “atender las situaciones surgidas por los efectos que la sequía ha generado en el departamento de Montevideo, principalmente, sobre familias en situación de vulnerabilidad socioeconómica”.
La intendenta Cosse explicó que se trata de un fondo no reembolsable que el BID ya aprobó, para el que el Municipio hizo todas las gestiones necesarias “para poder seguir ayudando a la población”. Pero también recordó que en este contexto “venimos tomando medidas, llevando agua embotellada a merenderos, policlínicas y ollas populares”, así como colaborando con la Administración Nacional de las Obras Sanitarias del Estado.
Y, en este sentido, fue clara cuando hizo hincapié en que con esta negativa del Ministerio de Economía, se está bloqueando el trabajo de la comuna capitalina. “Dicen que ellos se van a encargar de todo”, sostuvo Carolina Cosse, pero “están bloqueando a la Intendencia, no sé cómo no les da vergüenza”.
Como se recordará, no hace mucho el Partido Comunista de Uruguay alertó sobre esta situación y, en tal dirección, mencionó como principales causantes al cambio climático, el manejo inadecuado de los sistemas productivos asociados al agro, la falta de inversiones a largo plazo y el recorte presupuestario de la Administración Nacional de las Obras Sanitarias del Estado, tras lo que recordó que el gobierno presidido por Luis Lacalle Pou, descartó avanzar en el proyecto y la vía de financiación de la represa de Casupá, que dejara encaminado Tabaré Vázquez, y que pudo haber evitado que se llegara a un punto tan extremo como el actual.
Y añadió que mientras durante los gobiernos frenteamplistas el promedio anual de inversión en el área fue de 86 millones de dólares, en 2021 fue de 62 millones y al año siguiente de setenta millones, al tiempo que alertó sobre “la minimización que hace el gobierno de esta situación”, algo que el propio Lacalle Pou se encargó de certificar cuando, en medio de lo peor de esta crisis y mientras miles de uruguayos padecen la falta de agua, se resigna a bailar la danza de la lluvia a la espera de que algo bueno caiga desde el cielo. Total, para surfear, se utiliza agua salada.