Un trabajo realizado por el Conicet y la Universidad Nacional del Litoral da cuenta de que en la zona baja del Río Salado, se detectó en cuerpos de sábalos la concentración más elevada de agroquímicos del mundo.
“Nos manifestamos preocupados por la autorización de la siembra del nuevo trigo transgénico HB4, lo cual constituye una amenaza para la alimentación y la salud de las personas, por el uso de un agrotóxico quince veces más tóxico que el glifosato, el glufosinato de amonio, veneno que dejaría residuos en los granos y consecuentemente en harinas y alimentos”, advertía ocho meses atrás el MCL y no se equivocaba.
Es que la semana pasada tomó estado público un trabajo realizado por el Conicet y la Universidad Nacional del Litoral (UNL) que da cuenta de que en la zona baja del Río Salado, esto sobre la desembocadura en el Paraná, en la provincia de Santa Fe, se detectó en cuerpos de sábalos la concentración más elevada de agroquímicos del mundo.
El dato es alarmante por muchas razones. Por un lado habla del nivel de contaminación que presenta esta cuenca hídrica que incluye a zonas de cinco provincias y está ubicada en el corazón de la zona núcleo del agronegocio.
Por otra parte, el sábalo es un pez que por su abundancia y razones culturales, está incorporado a la dieta de los santafecinos, especialmente de los sectores populares: un porcentaje importante de su pesca y venta de hace por medio de circuitos informales, lo que vuelve mucho más complejo el control sobre la calidad de este producto que por su contaminación actual, el Centro de Protección a la Naturaleza de Santa Fe instó a que no sea consumido.
Por eso recomendó al gobierno provincial que disponga controles en los puntos de venta de pescado proveniente del Salado para evitar que, mientras dure esta contingencia, se evite su consumo, especialmente en el caso del sábalo.
¿Pero qué es lo que se encontró en el relevamiento que hizo el Conicet junto a la UNL con especímenes recogidos en un área de más de cien kilómetros de los alrededor de 2200 que tiene el curso del Salado? Básicamente nueve tipos de biocidas tales como insecticidas, funguicidas y pesticidas, entre otros químicos que se utilizan masivamente en esta región para el cultivo de especies transgénicas.
Un dato que le suma dramatismo al asunto es que, si bien el trabajo se hizo sobre la cuenca baja del río, el cuerpo de profesionales que intervino en este caso advierte que es muy probable que la zona superior del Salado presente similares niveles de contaminación.
Aunque el análisis se focalizó en sábalos, en todas las especies que fueron examinadas se encontró una fuerte presencia de glifosato, al tiempo que en el cincuenta por ciento de los casos, también había restos del herbicida glufosinato de amonio que es uno de los productos químicos más letales que se usa en las actividades agropecuarias y que desde los laboratorios que lo producen se promociona como una instancia superadora del propio glifosato.
Al respecto dos datos encienden todavía más las luces de alarma. El glufosinato de amonio se aloja principalmente en el tejido muscular de los peces que quedan expuestos y es esa parte del pescado la que consume el ser humano. Y es a partir de la incorporación al organismo humano de forma recurrente de porciones mínimas de este tipo de sustancias, en este caso asociadas a la ingesta de pescado, que se provoca su bioacumulación que acaba disparando enfermedades como cáncer.
¿Pero quién es el responsable de esta situación? En este caso, como en las películas de Cine Negro, si se quiere llegar hasta el asesino, hay que hacer el camino inverso que recorrió aquello que envenenó a los peces del Salado. Y aquí no hace falta ser Hércules Poirot para advertir que el problema reside en un modelo de producción agrícola basado en los transgénicos que es preciso modificar.
“Señalamos la necesidad del cambio del modelo productivo e insistimos en las prohibiciones de las fumigaciones con agrotóxicos”, hacía hincapié en mayo de 2019 el entonces coordinador del MCL, José Luis Livolti y no se equivocaba.
Y en esa línea, añadía que “se debe garantizar el acceso a la población a alimentos sanos de forma directa sin la intermediación de los supermercados”, por lo que destacaba que era preciso avanzar hacia una reforma agraria integral y que la educación en todos sus niveles articule los planteos de los movimientos campesinos con los claustros académicos.
Lamentablemente, Livolti es una de las victimas fatales de Covid, pero su mensaje sigue vigente. Paradójicamente, hoy martes a las puertas de su ciudad, Arroyo Seco, los defensores del modelo contra el que luchó Livolti, agrupados en la Mesa de Enlace, protagonizan un acto y bloqueo de ruta en lo que es un nuevo capítulo del pustch que protagonizan para sostener ese modelo que, una vez más, queda claro que mata.