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En una entrevista con Nuestra Propuesta Diario, la periodista y referente antiimperialista, Stella Calloni, analiza a raíz de la crisis política peruana la situación actual de América Latina y los planes de los Estados Unidos en la región

¿Cómo hay que interpretar lo que está pasando en Perú? Evo señaló en estos días que la inestabilidad política peruana se explicaba en parte por la presencia de bases militares estadounidenses en el territorio.

 

Perú es un país muy castigado económica y socialmente, es un país con una profunda desigualdad social, en el que el racismo con el que se trata a los pueblos originarios aún hoy es predominante. Además, junto a Brasil, tiene uno de los sistemas políticos más corruptos de la región, donde el mismo parlamento que destituye presidentes está igual o más sospechado de corrupción. Las organizaciones criminales son las que manejan la política local, con anuencia de los Estados Unidos. En ese marco, Perú es uno de los países más vigilados del continente. Es uno de los países de América Latina, junto con Colombia, con más bases militares y soldados yanquis. Se calcula que en la actualidad hay en territorio peruano más de 50 mil soldados y que en su pico máximo llegó a haber casi 86 mil. Perú es un país ocupado militarmente por el imperio estadounidense y la inestabilidad política del país se relaciona directamente con este fenómeno. No solo hay bases militares, sino que además hay lo que los norteamericanos denominan "establecimientos", que son enclaves militares como el que el Comando Sur instaló en la provincia argentina de Neuquén, cuyos objetivos, según los propios estadounidenses, es prevenir desastres naturales, pero que en realidad desempeñan una función de ocupación militar estratégica en el Cono Sur.

 

El ejemplo que confirma que hay intereses externos que intervienen en Perú es la negativa por parte del Congreso de este país de promover a la presidencia a Rocío Silva Santiesteban, una mujer de izquierda y feminista, en favor de Francisco Sagasti, un hombre del partido Partido Morado, que se presenta como un política de centro pero que está alineado a la derecha. Por eso las protestas continúan en Perú y esta misma semana tuvo que renunciar Merino y ahora hay que ver que sucede con Sagasti. Porque hay que recordar, la gente no está en las calles por Vizcarra. Esto explica, en parte, cómo es que Perú llegó a la situación de crisis política actual y por qué el Congreso destituyó a Vizcarra. En ese sentido, hay que recordar que Vizcarra, si bien fue un promotor del Grupo de Lima, estaba decidido en mantener el calendario electoral, a pesar de que la derecha de ese país y Estados Unidos se oponen, porque pretenden de alguna manera detener el efecto dominó en la región, que se inició con el triunfo de Alberto Fernández y que este año continuó con la victoria en el plebiscito a favor de una reforma constitucional en Chile y la victoria del binomio del MAS en Bolivia, con Lucho Arce a la cabeza y Evo Morales como principal figura de la resistencia contra la dictadura de Añez.

 

¿Qué implica la crisis política de Perú para la región?

 

El rol de Perú en los últimos años fue muy importante para la derecha en la región. Por eso, la crisis política abierta allí es un golpe durísimo para el Grupo de Lima. Me animo a decir que lo de Perú acaba con el Grupo de Lima, en el sentido que expone sin mediaciones lo que hay detrás de este rejunte coordinado por los Estados Unidos. Recordemos, esto es algo que Evo me contó en la entrevista que le hice para mi libro, que cuando fue el golpe a Evo y la salida del país porque peligraba su vida, Vizcarra había autorizado la escala del avión enviado por México a rescatar a Evo, y que fueron los propios militares los que negaron la parada del avión, poniendo en riesgo la operación y la vida del expresidente de Bolivia. A un año de este acontecimiento, Perú está en crisis y en Bolivia el MAS volvió con más fuerza, mejor organizado, con mayor apoyo popular y con un claro programa para enfrentar a los golpistas. En ese sentido, es muy saludable la decisión de Arce de relevar a toda la cúpula militar de Bolivia.

 

¿Se puede iniciar en América Latina una nueva etapa política, similar a la que vivimos en los años 2000?

 

Creo que la situación actual de América Latina se asemeja bastante al período de levantamientos anti neoliberales de fines de la década del noventa y principios de los dos mil. Estamos ante la misma capacidad de los pueblos del continente, que se levantan contra las injusticias económicas, sociales, políticas, culturales, ecológicas y ambientales que vimos hace casi 30 años. De allí surgieron movimientos populares y algunas lecciones, que siguen siendo actuales. Entre ellas, una que no es muy alentadora pero sobre la que hay que seguir trabajando: faltan dirigentes políticos dispuestos a asumir las tareas históricas que demanda la realidad de América Latina, que implica romper la dependencia de la región con Estados Unidos y las empresas multinacionales. Todas las democracias de América Latina son limitadas, no tienen el poder. Son gobiernos sin poder. Es notable cómo allí donde hay dirigentes que emprenden esta tarea, se logra resistir y avanzar, como en Cuba, Venezuela y Bolivia. El caso boliviano en estas horas es paradigmático: con una dirigencia a la altura, se derrotó al golpe y se ganó una elección de manera impresionante, demostrando que con unidad, organización y voluntad política se puede derrotar a la derecha.

 

Frente a ello, ¿la derecha qué hace?

 

Las coaliciones de derecha en toda la región están comprometidas con la agenda política de Estados Unidos y el combate al "comunismo", esto es, con todas aquellas expresiones políticas que enfrentan o se animan a cuestionar la hegemonía de Estados Unidos. Hemos vuelto a la Guerra Fría, pero en este caso contra China y Rusia. Es sintomático que en toda la región, la derecha tiene el mismo discurso, recurre a los mismos temas y estrategias similares. Frente a esto, insisto, la izquierda y las dirigencias políticas populares, democráticas y antiimperialistas tienen que asumir las peleas de la época, abandonar las agendas domésticas y poner el escenario en perspectiva histórica.

 

En ese sentido ¿cómo hay que analizar las elecciones legislativas que se desarrollarán en Venezuela el próximo 6 de diciembre?

 

En primer lugar, hay que señalar que en Venezuela todas las elecciones que se realizaron desde 1999 a esta parte han sido legales, limpias y transparentes. Por ello, me parece que lo primero que tienen que hacer los gobiernos de la región, es reconocer el proceso electoral que se desarrollará en las próximas semanas, independientemente de los resultados. En segundo lugar, hay que contextualizar el proceso electoral venezolano. Venezuela es hoy uno de los principales blancos de ataque por parte del gobierno de Estados Unidos. El gobierno de Trump se concentró en Venezuela, el Grupo de Lima se concentró en Venezuela, Colombia y Brasil, países con los que Venezuela comparte frontera, se cansaron de provocar enfrentamientos. Obviamente el bloqueo económico y con ello todas las consecuencias que ya conocemos. A pesar de todo esto, el gobierno de Maduro logró resistir y ahora se dirige hacia unas elecciones legislativas muy importantes para el país y también para la región, porque su realización se suma a la seguidilla de reveses que está sufriendo Estados Unidos en América Latina.

 

 

Y además Estados Unidos sufre una crisis política interna muy grande ¿Qué balance realizás del proceso electoral reciente que consagró a Biden?

 

Exacto, además Estados Unidos está con bastantes problemas internos. En este contexto, si bien Republicanos y Demócratas no cambian la ecuación, hay que señalar que la derrota de Trump no es un dato menor. No por Biden, porque Biden es lo que es, ya lo conocemos. Pero sí por un interesante proceso que se está viendo al interior del Partido Demócrata. Bajo el liderazgo de Bernie Sanders, se está reuniendo grupos cada vez más amplios y radicalizados de la juventud norteamericana, que es en parte la que permitió el triunfo de Biden. Este es un proceso que hay que estudiarlo con detenimiento. Yo diría que todo hay que estudiarlo de nuevo, sin dogmas, porque hay muchos cambios en el mundo. Es posible que Republicanos y Demócratas "sean lo mismo" pero el que no es lo mismo es el mundo que hoy tenemos, y eso influye mucho al interior de los Estados Unidos.