El 17 de diciembre el pueblo chileno deberá votar si aprueba o rechaza, en un nuevo plebiscito, el texto constitucional ahora redactado por la derecha ¿Qué hacer? ¿Cómo se llegó a esta situación luego del proceso de movilización en 2019?
Transcurrió un mes desde que el presidente de Chile, Gabriel Boric, dio por iniciado el segundo proceso para redactar una nueva Constitución en el país trasandino. Al respecto y tras el duro golpe que supuso el rechazo popular a la propuesta original, Franciso Pancho Solari, militante comunista y periodista chileno radicado en Argentina, señaló que “todavía falta ver el texto final, pero el proceso indica que todo va para peor”.
En efecto, “la izquierda está ante un verdadero dilema, ¿qué hacer?”, detalló Solari, dado que “oponerse a la nueva propuesta ahora es defender la constitución de Pinochet”. Paradojas de la historia latinoamericana, sucede que “la nueva constitución la van a escribir los pinochetistas que no querían cambiarla”.
Cómo se llegó a esta situación totalmente paradójica, es una de las preguntas ineludibles en este momento de la región. Para el periodista chileno, sin dudas “hubo muchos errores propios”. En primer lugar, “los reformistas pecaron de una moral republicana frente a una derecha que nunca estuvo dispuesta a jugar en estos términos”. Además, “uno de los errores más notorios fue no haber sabido manejar la discusión comunicacionalmente”. Sucedió que “la derecha manipuló como quiso la discusión y el gobierno de Boric no supo cómo desarticular sus mentiras”.
Solari hizo hincapié en que “cuando el proceso constituyente original planteó una constitución moderna, progresista, de avanzada, se apostó a que esta saliera como fuera”. Para el analista, esto fue producto de “una mala lectura de la situación política y social de la realidad chilena”. Por ejemplo, “se pensó que luego de las movilizaciones era suficiente encarar la discusión diciendo que la nuestra iba a ser una constitución mejor que la de Pinochet”. Por ello, “no hubo una política de difusión y educación sobre el proceso constituyente y lo que implicaba una nueva constitución”.
Frente a esta quietud, la derecha jugó siempre en un terreno favorable. En primer término, aseveró, “hay que recordar que una de las grandes victorias de la dictadura pinochetista fue convertir a la sociedad en un conjunto de miembros sumamente individualistas”. Desde entonces, “la lógica instalada es la de defender lo propio y esto se notó al observar cómo penetró en la sociedad la campaña de la derecha”. Por ejemplo, “el discurso de la derecha hizo hincapié en que con la nueva constitución el Estado se iba a quedar con tu casa y con tu herencia para dársela a los inmigrantes”.
Asimismo, “otro error fue suponer que a mayor participación en las elecciones, más progresistas iban a ser los votos”. Chile tiene, históricamente, un nivel de participación del cuarenta al cuarenta y cinco por ciento aproximadamente. Ahora, “sucedió que la gente que no solía votar cuando lo hizo fue para decir yo quiero seguir como estoy”.
En estas circunstancias, “la derecha fue mucho más rápida y astuta para dar la batalla política, aún cuando recurrieron insistentemente a mentiras y falsedades de todo tipo”. En contrapartida, “el gobierno de Boric se mostró desorientado todo el tiempo, en muchas ocasiones sin saber cómo contrarrestar la situación”. Y así, fue que la oposición definió las reglas del juego.
De ahí que “la derecha condicionó el modo de elección y la estructura de la nueva asamblea constituyente”, optando por organizar la elección en todo el país no por municipios sino por circunscripciones senatoriales. De este modo, contó Solari, “la derecha se garantizó una estructura más parecida al del poder legislativo” ya que “las circunscripciones senatoriales son mucho más conservadoras que las municipales. Así, pues, la nueva convención quedó establecida en tres órganos, todos en manos de los conservadores, ahora devenidos en reformistas… ¡para peor!”.
El primer órgano está constituido por una Comisión de veinticuatro expertos, “elegidos por la cámara de diputados y senadores, en manos de la derecha y la extrema derecha”, recalcó. Esta comisión “presentó un anteproyecto de constitución, que puede ser aprobado o modificado por un Consejo Constitucional, conformado a partir de las elecciones organizadas según circunscripciones senatoriales”. De los cincuenta miembros de este Consejo, treinta y tres son de la derecha, especialmente del Partido Republicano.
Solari hizo memoria y dijo: “el Partido Republicano siempre se había opuesto a modificar la constitución, porque defendían la constitución pinochetista, pero ahora están de acuerdo en modificarla para hacerla más pinochetista todavía”. Por ejemplo, “entre las nuevas propuestas está la portación legal de armas”. De ahí la desazón: “el panorama es horrible”.
El tercer órgano es el Comité Técnico de Admisibilidad, encargado de arbitrar todo el proceso. En este caso, los miembros fueron elegidos solo por el senado, manejado mayoritariamente por la derecha. El 7 de noviembre el Consejo Constitucional debe elevar la propuesta final, que será evaluada por el Comité Técnico para que, finalmente, el 17 de diciembre sea votada en un nuevo, y último, plebiscito. Y resuena ahora una nueva pregunta, cara a la historia de la izquierda: ¿qué hacer?