El Estado de Israel aprovecha el alto el fuego acordado con Hamas para la Franja de Gaza y arrecia sus atraques sobre las poblaciones palestinas de Cisjordania, zona que Tel Aviv ocupa ilegal e ilegítimamente.
Mientras continúa el intercambio de prisioneros previsto en el alto el fuego acordado por Israel y Hamas para la Franja de Gaza, el régimen que encabeza Benjamin Netanyahu arrecia sus ataques contra las poblaciones palestinas de Cisjordania, zona que ocupa ilegal e ilegítimamente. Y en este contexto, durante las últimas jornadas la agresión dejó un saldo de, al menos, una veintena de palestinos asesinados y más de medio centenar de heridos.
Con este telón de fondo, desde la oficina del primer ministro, la semana pasada se anunció el inicio de la operación Muro de Hierro que tal como se aclaró, consiste en ataques en diferentes frentes. “Estamos actuando sistemáticamente y con decisión contra el eje iraní donde quiera que envíe sus armas, en Gaza, Líbano, Siria, Yemen y Judea y Samaria”, aventuró el gobierno israelí. Cabe mencionar que Israel utiliza los nombres de “Judea y Samaria” para referirse a la Cisjordania ocupada y, en esa dirección, durante el fin de semana el operativo se centró en un campo de refugiados próximo a la localidad de Jenin que fue bloqueado por vehículos blindados y francotiradores que impiden incluso el acceso de ambulancias y suministros para la población palestina.
Así las cosas, en este contexto, el Partido Comunista Palestino (PCP) hizo un análisis preliminar del acuerdo que puso un paréntesis en la masacre que el Estado de Israel profundizó en la Franja de Gaza desde diciembre de 2023.
“Extendemos nuestros más cálidos saludos a nuestro pueblo árabe palestino en la Franja de Gaza, en particular por el fracaso de esta agresión y la imposición de un alto el fuego a este enemigo fascista, a pesar de la magnitud de la destrucción y los grandes sacrificios”, al tiempo que destacó el valor de los prisioneros “que resisten en las cárceles israelíes”.
Por otra parte, el PCP advirtió que quedó en claro “que la administración estadounidense controla el curso de la política sionista”, ya que “las declaraciones del presidente Donald Trump demostraron que el imperialismo estadounidense es la principal fuerza que impulsa la decisión sionista”, así como que “ni el lobby sionista ni los deseos del fascista Netanyahu pueden influir significativamente en la política estadounidense hacia la región”.
Entonces, hizo hincapié en que “cualquier acuerdo firmado con la ocupación sionista y Estados Unidos suscita preocupación, especialmente si se construye por etapas” y recordó que tanto Washington como Tel Aviv “pretendían subyugar completamente la Franja de Gaza, liberar a los prisioneros israelíes y eliminar la resistencia palestina”, pero la resistencia gazatí, “la firmeza de nuestro pueblo y su negativa a ser desplazado a pesar de las masacres frustraron todos esos esfuerzos”, algo a lo que también aportaron “frentes de apoyo combinados en el Líbano, Yemen, Irak, Irán y Siria”.
Asimismo, puntualiza que “la guerra se ha convertido en una guerra para liberar a los prisioneros israelíes en lugar de una batalla para liberar Palestina o Jerusalén, lo que pone de relieve los efectos de la implementación de los Acuerdos de Oslo que sacaron a la mayoría del pueblo palestino del círculo de resistencia, hacia una etapa de sometimiento político”. Pero aclaró que la cuestión más importante sigue siendo el futuro que le espera a la Franja tras la implementación del acuerdo, ya que no hay precisiones sobre la fecha final para la retirada de las fuerzas israelíes y el destino que va a tener el enclave cuya infraestructura quedó casi totalmente destruida por los ataques israelíes.
Al respecto alertó acerca del intento estadounidense por establecer una hegemonía sobre la región “que actualmente está cristalizando en la anexión de Cisjordania a la entidad sionista y el intento de acelerar el proceso de normalización entre los países árabes e Israel”. Y resaltó que para la próxima etapa es probable que el esfuerzo militar estadounidense se dirija hacia Yemen, Irak, Líbano e Irán, con el fin de eliminar las Fuerzas de Movilización Popular en Irak y Hezbolá en el Líbano, pero también para mantener la presión sobre la República Islámica “especialmente a la luz del acuerdo estratégico entre ésta y Rusia”.