“Si Trump y sus secuaces logran negociar un acuerdo de alto el fuego, es porque están cediendo a la presión popular”, por lo cual “debemos construir movimientos populares capaces de recuperar de forma permanente el poder de decidir la política exterior de manos de los monopolistas”, recalca.
Durante los últimos días se produjo el primer intercambio que permitió que tres rehenes israelíes volvieran a Tel Aviv, en tanto que el grupo inicial de noventa palestinos, la mayoría mujeres y niños, fue liberado de las prisiones israelíes tal como estipula el acuerdo de alto el fuego que comenzó a regir el domingo pasado en una Franja de Gaza que está totalmente devastada por lo que apenas hubo condiciones ingresaron ahí 630 camiones con ayuda humanitaria dispuesta por la ONU.
Pero lo cierto es que la tregua pende de un hilo, ya que desde la derecha del régimen que encabeza Benjamin Netanyahu, no se ocultan los reclamos de quienes denuncian que el alto el fuego fue una manera de capitular ante Hamas. Una señal la dio el hasta entonces titular de la cartera de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, quien retiró del Gobierno al Partido Poder Judío. Por su parte, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, amenazó con seguir el mismo camino si el premier no rompe el alto el fuego cuando se complete la fase inicial de lo acordado, cuyo desarrollo está previsto en 42 días. “Exigí y recibí un compromiso del primer ministro Netanyahu de que Israel regresará al campo de batalla para eliminar a Hamas y erradicar esta amenaza de una vez por todas”, dijo Smotrich el lunes.
Como para corroborar este clima de pesimismo, ayer en un reportaje que dio en el Salón Oval, el presidente de EE.UU., Donald Trump, aseguró que “no confía” en el mantenimiento del alto el fuego entre Israel y Hamás. Y para completar el panorama, Netanyahu aseveró que “el presidente Trump dio su pleno respaldo al derecho de Israel a volver a luchar, si Israel llega a la conclusión de que las negociaciones sobre la Fase B son inútiles”.
Con este telón de fondo no resulta antojadiza la posición adoptada por el Partido Comunista de Estados Unidos (PCUsa) que, ante el alto el fuego alcanzado en Gaza, sostuvo que tanto Israel como EE.UU. “deben rendir cuentas” por lo que no duda en calificar como “horrible y genocida a la matanza del pueblo palestino” y fue contundente cuando recalcó que resulta preciso “poner fin de inmediato y completamente al genocidio”.
En este sentido, aclaró que esto implica “la retirada total de las tropas israelíes de los territorios nacionales palestinos”, así como “el respeto del derecho a la autodeterminación del pueblo palestino, incluido un Estado palestino plenamente soberano dentro de las fronteras que tenía el 4 de junio de 1967, con Jerusalén como su capital, de conformidad con las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas”.
Por otra parte, el PCUsa hizo hincapié en que “todos los rehenes deben ser liberados”, al tiempo que tiene que garantizarse el derecho al retorno de todos los refugiados palestinos. Pero también reclamó que se cumplan e implementen “sin demora ni obstrucción” los fallos de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y la Corte Penal Internacional (CPI) sobre la guerra genocida de Israel en Gaza, lo que incluye las órdenes de arresto que pesan contra Netanyahu y el ex ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, por crímenes contra la humanidad.
Asimismo, el PCUsa recuerda que durante los últimos dieciséis meses, más de 45 mil palestinos fueron asesinados por tropas israelíes en la Franja de Gaza y que la mayoría eran mujeres y niños, en tanto que alrededor del noventa por ciento de los 2,3 millones de habitantes del enclave fueron víctimas de desplazamientos forzados, por lo que quienes lograron sobrevivir deben enfrentar condiciones de vida terribles en un escenario en el que la mayor parte de la infraestructura civil está destruida y esto incluye a los hospitales. Y en este marco se registra una feroz hambruna que agrava, todavía más, las condiciones sanitarias.
Así las cosas, el PCUsa denuncia que hace más de un año se pudo implementar un alto el fuego, pero Joseph Biden “siguió brindando cobertura política y miles de millones de dólares en apoyo militar a un genocidio”, mientras vetaba resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU destinadas a lograr al menos un paréntesis en los ataques israelíes. Durante la última semana en la Casa Blanca, “la administración Biden entregó otros ocho mil millones de dólares más en ayuda militar como regalo de despedida al régimen de Netanyahu”, puntualizó.
También resalta que “incluso ha violado sus propias leyes, como las ‘Leyes Leahy’, que prohíben la financiación estadounidense a ejércitos extranjeros cuando existe información creíble de que han cometido una grave violación de los derechos humanos” y apunta la responsabilidad que les cabe en esta situación a la industria del petróleo y el gas, así como los contratistas de armas, que “pretenden ejercer un control permanente sobre Oriente Medio en aras de la seguridad energética”.
Por lo que remarcó que se vuelve preciso “luchar para que la política exterior de Estados Unidos vuelva a estar en manos del pueblo” ya que “una política exterior popular reduciría los presupuestos militares, haría una transición hacia fuentes de energía renovables y se alejaría de nuestra economía de guerra”. Y finalizó sosteniendo que “si Trump y sus secuaces logran negociar un acuerdo de alto el fuego, es porque están cediendo a la presión popular”, por lo cual “debemos construir movimientos populares capaces de recuperar de forma permanente el poder de decidir la política exterior de manos de los monopolistas”.