Diputados quiere acotar los DNU, pero mira para otro lado con el 70/2023 ¿Vuelve el ciudadanismo? “Por cada necesidad habrá un mercado”, anuncia el ministro privatizador Sturzenegger. La Rosada prepara el lanzamiento de “Las Epístolas del Cielo”. Sigue la Marcha Universitaria Regional y se viene la Marcha Federal contra el Hambre.
Y sí, se fue el año y el Congreso que durante diez meses le dejó pasar casi todas a Javier Milei, quiere salvar la ropa sancionando una ley que modifique la 26.122, que es la que regula los requisitos que se necesitan para que el Legislativo deje sin efecto DNU como los que a razón de unos cinco por mes firmó el actual mandatario. Esto puede parecer un tema menor pero constituye una suerte de pintura del momento que atraviesa la política argentina y, sobre todo, el esquema de mediación del Estado Liberal Burgués.
El proyecto está siendo tratado por las comisiones de Asuntos Constitucionales, y de Peticiones, Poderes y Reglamento de Diputados, donde legisladores de variado pelaje lo adoptaron como una bandera que les permita exhibir que, realmente, son opositores. De todos modos, la iniciativa es interesante, ya que trata de acotar una herramienta a la que el Presidente puede echar mano como un recurso excepcional, pero que se convirtió en un mecanismo para vulnerar la decisión legislativa, porque tal como están las cosas ahora, para que quede sin efecto un DNU se debe contar con el rechazo de ambas cámaras.
Y en este punto es donde la idea encierra en sí misma una gran paradoja, ya que la Cámara de Diputados que ahora se rasga las vestiduras a la hora de cuestionar este mecanismo, es la que en lo que va del año nunca se convocó para tratar el que quizás sea el más nefasto de los DNU, el 70/2023, que ya fue rechazado por la Cámara Alta y que está en la génesis de la pesadilla que viven los trabajadores activos, jubilados y desocupados desde hace diez meses, así como en el intento de destrucción de los sistemas de gestión pública universal y gratuita de Educación y Salud, así como en el de avanzar en una nueva ronda de sobreendeudamiento externo y entrega de activos nacionales por medio de privatizaciones.
Pero la cosa es que la Cámara Baja consiguió un dictamen de mayoría que sumó 36 firmas de los integrantes de las bancadas de Unión por la Patria, Encuentro Federal y Democracia para Siempre que son los radicales que responden a Martín Lousteau, lo que va a permitir que el proyecto se debata en el recinto, según esperan, antes que cierre el actual período legislativo. Así, los campeones del ciudadanismo van justificar su brindis de fin de un año terrible para los trabajadores, pero que promete convertirse sólo en un botón de muestra de otro que puede ser peor si no se rompe con otra trampa que montó la Presidencia Milei.
Porque el Proyecto de Presupuesto que presentó en su fallido prime time del domingo 15 de septiembre es horrible, pero peor aún es la posibilidad de que si queda trabado en el Congreso se prorrogue el vigente, tal como se deslizó la semana pasada desde el esquema oficialista. En ese escenario, la Presidencia Milei tendría todavía más herramientas para actuar con la discrecionalidad que la caracteriza y para profundizar un rumbo que, hasta ahora, no encontró demasiada resistencia entre la mayor parte de quienes componen el esquema de representación política parlamentaria. Y todavía hay más: en La Rosada sueñan con que prospere la rosca montada para que se prorrogue el Presupuesto a lo que se adosaría la designación por decreto jueces de la Corte Suprema de Justicia.
En medio de un panorama en el que todo se acelera, con el esquema de representación política en estado magmático, apostar al ciudadanismo parece ser una receta a la están echando mano quienes esperan que lo de Milei tenga vuelo de perdiz y que entonces, cuando se acabe, la clase capitalista toque a sus puertas cuando necesite buscar otros cuadros intermedio que gobiernen, por supuesto, al servicio del capital. Y aunque quizás los más lúcidos adviertan que la crisis actual no es una de esas de las que se sale fácilmente, reorganizando y armonizando a las diferentes facciones del capital desde la construcción de nuevos pactos sociales y actores políticos de la burguesía, los más optimistas deben estar pensando que, después de todo, apuestas son apuestas.
Y en esto, la apuesta parece ser la construcción de un relato que pretende internalizar socialmente la idea de que a la hora de salir del “autoritarismo populista” de Milei, el ciudadanismo puede ser una buena propuesta ¿Pero de qué va eso y qué tendrá que ver con lo que pasa aquí y ahora? Esa ideología difusa viene a reforzar la concepción de que democracia es sólo asimilable a Estado Liberal Burgués y, por supuesto, a capitalismo y aunque desde su perspectiva a esto de la post-política se le haya ido un poco la mano cuando acabó fabricando un monstruo como Milei, no duda a la hora de vaciar de contenido a la política para reducir su incumbencia apenas a la administración de lo existente, porque de esta manera y a fin de cuentas refuerza la idea de que no hay nada más allá del capitalismo.
Por ello plantea un paradigma en el que los individuos, por una suerte de mágica sumatoria de voluntades, seríamos capaces de reforzar y mejorar a las instituciones del Estado Liberal Burgués para convertirlas en virtuosas. Y entonces la corrupción y las asimetrías sociales crecientes, deberían dejar de ser consideradas consecuencia de fenómenos sistémicos del capitalismo como la financiarización, la deslocalización y el precariado, para ser tomadas como el producto de excesos y deschavetamientos éticos que se pueden corregir por medio de la voluntad ciudadana.
Así las cosas, no resulta raro que esta ideología pueda sumar a reformistas de diferentes orígenes, liberales, socialdemócratas y otras yerbas. Porque su esencia reside en que soslaya las contradicciones de todo tipo, especialmente las de clase, y no reflexiona sobre cuáles son los mecanismos básicos de dominación que motorizan la dinámica social. Y, por eso, forma parte del esquema de dominación al que en el siglo 21 echa mano el sistema capitalista.
En última instancia, se trata de un diseño que pretende meter la mugre bajo la alfombra para intentar ocultar que el capitalismo “actual” no es ni mejor ni peor que otros, sino sólo una fase específica del sistema capitalista que en su conjunto y siempre es horrible. Y, entonces, para el ciudadanismo hay una suerte de unidad ontológica entre democracia y capitalismo, por lo cual en el mejor de los casos, va a poner énfasis en la ampliación de derechos ciudadanos, pero nunca va a cuestionar y mucho menos avanzar sobre las relaciones capitalistas de esas que atraviesan todos los aspectos de la dinámica social.
Si bien es evidente que no todo da lo mismo y que la experiencia que representa la Presidencia Milei agrupa a lo peor de cada casa, vale la pena preguntarse por qué en un escenario en el que la financiarización es una característica que adoptan con particular fortaleza las relaciones capitalistas, nunca se modificó la Ley de Entidades Financieras impuesta en 1977 por la dictadura y el ministro puesto por las multinacionales y el poder concentrado local, José Alfredo Martínez de Hoz.
Y la respuesta puede estar en que, ya sea con su cara más criminógena o con la más amable, se trata de una misma moneda y ambas están atravesadas por la creencia de que nada existe por afuera del sistema de representación que son capaces de tolerar el Estado Liberal Burgués y las relaciones que impone el capitalismo. Por eso es que, otra vez, resulta prudente insistir con que quizás sea hora de avanzar más allá de lo que traza ese horizonte y no volver a confiar en que el “capitalismo bueno” sea una alternativa viable para el día que acabe el ciclo que tiene como mascarón de proa a Javier Milei.
Auditar y privatizar
Con este telón de fondo, mientras disfruta de un veranito financiero y se calza su mejor corbata roja a la espera de que lo llame Donald Trump, Milei se dedica a utilizar las auditorías como una herramienta de coerción contra buena parte de lo que quiere amedrentar y destruir. Audita universidades, comedores y merenderos populares, empresas y dependencias estatales y hasta amenaza con hacerlo con clubes de fútbol: todo, todo….menos la deuda externa que aunque a todas luces (¡y hasta con el mismo reconocimiento del FMI!) fue contraída de forma al menos irregular, paga de manera religiosa y vencimiento tras vencimiento, merced al ajuste tras el ajuste que perpetra contra el pueblo argentino.
Y en este marco, por convicción y necesidad, en una nueva etapa de la blitzkrieg que libra contra los argentinos, la Presidencia Milei comenzó a ejecutar el plan de entrega patrimonial que autorizan el DNU 70/2023 y su correlato la Ley Bases, que no son otra cosa que instrumentos diseñados por lo peor de la clase capitalista, esto es estudios financiados por bandas delictivas globales como BlackRock, que fueron compilados por Federico Sturzenegger quien ahora los ejecuta desde el Ministerio de de Desregulación y Transformación del Estado.
No hace mucho se anunció la privatización del Belgrano Carga entre otros ramales ferroviarios, con lo que se le quita al Estado uno de los últimos instrumentos que posee para poder incidir en la cadena de comercialización de granos. Y la semana pasada Milei blanqueó su intención de que el Estado se desprenda de Intercargo, que es el único negocio del rubro que no está en manos de quien fuera su patrocinador, Eduardo Eurnekián. Y en este caso, otra vez, el gobierno volvió a acusar de ser terroristas a los trabajadores que se oponen a sus políticas.
“Por cada necesidad habrá un mercado”, anunció durante el fin de semana Sturzenegger por medio de su cuenta de la red social X en un contexto en el que desde la cartera a su cargo se acelera el proceso de entrega de una lista que incluye a Aerolíneas Argentinas, más de nueve mil kilómetros de rutas y autovías que se prevé concesionar, la Administración General de Puertos, ArSat, el Banco Nación y según consta en el Boletín Oficial de hoy también el servicio de correo postal, entre otras, (Ver Milei festeja).
Con este telón de fondo y en su afán de hacer todo por medio de decretos, el jueves pasado, durante la celebración del centenario de la Cámara Argentina de Comercio, Javier Milei decretó el fin de la recesión. “Hoy tengo el orgullo de decirles que ese intervalo de dolor terminó. La recesión terminó. Estamos saliendo del desierto. El país finalmente ha empezado a crecer”, dijo sin exhibir ningún dato certero que avale tal aseveración.
Pero no sólo esto. También sostuvo que los salarios vienen creciendo a un ritmo que si se replicara durante cuatro años y medio “alcanzaríamos a Estados Unidos”, porque destacó “son cifras enormes” y añadió que cualquier punto de vista diferente sólo puede responder a “un problema de ignorancia o de mala intención” ¿Opinarán lo mismo las más de cinco millones de personas que fueron empujadas a vivir bajo la línea de la pobreza por la implementación de políticas que son pura y exclusivamente responsabilidad de la Presidencia Milei?
También en esa ocasión, el mandatario destacó que “no sólo estamos mejor que en diciembre, sino que tenemos la macro ordenada, un Banco Central que se está terminando de sanear, la inflación y la deuda pública cayendo y un superávit fiscal que cuando sea permanente se va a convertir en baja de impuestos”. Pero en realidad lo que hizo su gobierno fue pasar al Tesoro deuda inicialmente emitida por el Banco Central, con lo que ese pasivo se convierte en una obligación que tarde o temprano se va a licuar entre todos los argentinos, al tiempo que esa maniobra también contribuyó al crecimiento de la deuda pública que fue de 89 mil millones de dólares desde que asumió Milei.
Y, por supuesto, también se jactó de que haber ajustado sobre jubilaciones y el sector público cuyos salarios, festejó, “son los que menos crecen”, al tiempo que bravuconeó recordando los despidos de trabajadores que son un sello distintivo de su Presidencia y en particular habló sobre la destrucción de la Afip “donde echamos a 1155 que los perseguían”, algo que desató los aplausos de un auditorio siempre reacio a pagar impuestos y aceptar controles por parte del Estado. Todo esto pasó en la Cámara de Comercio, en un contexto en el que las ventas minoristas acumulan durante 2024 una caída del 13,2 por ciento (¿si esto no es recesión, la recesión donde está?) a raíz de muchas de las cosas que festejaba el auditorio reunido para escuchar a Milei.
Los datos son alarmantes y así lo explica un trabajo recientemente dado a conocer por el Frente Productivo Nacional que señala que, como consecuencia de la merma del consumo interno, en lo que va del año bajaron sus persianas 16.500 Pymes, al tiempo que con el cierre de más de diez mil kioscos y almacenes, se produjo la pérdida de 160 mil puestos de trabajo. Y, además, la cosa parece no mejorar tal como lo sostiene Milei, ya que conforme un relevamiento hecho por la Asociación de Empresarios Nacionales para el Desarrollo Argentino, con la llegada del segundo semestre, 6.500 empresas debieron cerrar sus puertas.
Una latita
Hace una década, en EE.UU. un juez condenó a Red Bull a indemnizar a cada uno de los consumidores de bebidas energizantes que en una demanda colectiva dijeron que estaban decepcionados porque, a diferencia de lo que prometía la campaña publicitaria, esa bebida no daba alas a quienes la tomaban. Lo que se estableció entonces es que, si bien desde el punto de vista de la ética del marketing estaría justificado crear expectativas sobre bondades inexistentes en un producto, aún así la cosa debe tener algún tipo de límite.
¿Pero qué pasa cuándo lo que se vende son expectativas creadas a partir de motivaciones que potencian sueños individuales e ilusiones de pertenecer a un grupo y a una identidad que no condice con la realidad cotidiana? ¿Qué mecanismos operan para que este estado de seducción persista, incluso, más allá de los datos que otorga en la cotidianeidad la confrontación empírica?
¿Cómo es que esta suerte de pulsión lleva a actuar en contra de los intereses concretos de clase, para ratificar la confianza en un proceso político que claramente perjudica a una inmensa mayoría de los que lo avalaron con el voto y que ocho meses después le siguen poniendo sus fichas?
Difícil de explicar, pero en un sistema como el capitalista donde hasta lo simbólico es sometido constantemente a la mercantilización, no es de extrañar que la dinámica del mercadeo se extienda, también, sobre aspectos de la vida que son más importantes que la elección de tal o cual bebida energizante.
Una perspectiva psicosociológica puede dar algunas pistas para reflexionar. Desde este lugar se explica que la estructura básica del efecto placebo, consiste en un estimulo sobre el que se generan expectativas, pero aclara que para ello debe haber un proceso de aprendizaje previo, esto es, que el sujeto sobre el que opera el efecto placebo tiene que reconocer ese estímulo para que, a partir de ese aprendizaje, pueda generarse determinadas expectativas. Y cuanto más creíble sea para el individuo la fuente de información que la provoca, este tipo de expectativa será más sólida y perdurable.
Así las cosas, cuando las expectativas ya están generadas, el individuo evalúa la distancia que hay entre lo esperado y lo recibido, pero médicamente está demostrado que el sólo hecho de generar expectativa, provoca efectos neurobiológicos que disparan neurotransmisores y hormonas que pueden enmascarar y hasta diluir la propia insatisfacción ¿Y cuáles serían los límites? Los hay genéticos que hacen que cada persona reaccione de una u otra manera, pero también otros que resultan más interesantes a la hora de analizar fenómenos sociales.
Aquí la psicosociología pone a tallar los conceptos de efecto de consistencia cognitiva y asimilación de expectativas. El primero dice, palabras más o menos, que interpretamos la realidad como podemos, esto es, creemos lo que queremos creer, algo que haríamos para preservar nuestro Yo y que puede llevarnos a tergiversar la realidad en función de nuestras expectativas. En este entorno, el efecto placebo tiene muchas posibilidades de prosperar.
Por su parte, la asimilación de expectativas es el proceso que lleva a que bajemos las expectación que teníamos sobre algo, para acomodarla a lo que realmente percibimos y así volver a tener satisfacción, aunque también esto señale incapacidad de enfrentarnos a la realidad.
Ambos procesos dan cuenta de mecanismos por los que el individuo modifica su percepción de la realidad en un intento, casi desesperado, por no salir de la zona de confort y, entonces, para sentirse mejor, cree lo que desea creer.
Pero el límite llega con el efecto contraste que tiene lugar cuando la diferencia entre lo recibido y lo esperado es tan grande que ni siquiera soporta el autoengaño. Aquí es cuando la consistencia cognitiva y asimilación de expectativas se muestran como mecanismos inútiles y el efecto placebo entra en crisis.
Todo parece indicar que hoy y aquí, los efectos de consistencia cognitiva y asimilación de expectativas le vienen ganando por goleada al efecto contraste, y esto es algo a lo que la clase capitalista aprendió a echar mano. En estos días se supo que en La Rosada se viene preparando el lanzamiento de “Las Epístolas del Cielo” que según se anticipa, va a ser una suerte de texto canónico en el que se dará cuerpo a la doctrina mileista. Milei sabe interpelar viejos prejuicios sociales, se apropió de diferentes símbolos que están muy arraigados en la identidad individual y el imaginario social, y todo parece indicar que va por otros.
Queda claro que esta correlación ilusoria de buena parte de la sociedad es letal y tiene que ver las necesidades que provoca el consumismo que es uno de los pilares culturales que sostienen al capitalismo. Y entonces algunas claves eficaces para comprender ciertos comportamientos de consumo, pueden servir a la hora de entender cómo las corporaciones y el gobierno trabajan para moldear la percepción de la realidad mediante frases vacías, promesas que se diluyen y resemantizan siempre corriendo un poco más lejos el arco, interpelando miedos y recreando ilusiones. En síntesis, se trata de mecanismos que facilitan que sea la propia víctima quien absuelva al verdugo.
La indemnización a los clientes defraudados sumó una erogación de trece millones de dólares que Red Bull debió pagar por publicidad engañosa. La empresa lo hizo ofreciendo diez dólares en efectivo a cada uno o un cupón de quince dólares intercambiable por productos de la marca que se abonaron sin que fuera necesario presentar el ticket ni otro tipo de comprobante de compra. La mayoría eligió llevarse otra latita de la bebida energizante, aunque ya todos sabían que no daba alas.
Pero por más que desde la clase capitalista que actúa en el país continúe aplaudiendo a Milei y buena parte del esquema de representación política liberal burguesa le saque punta al lápiz en la previa de un año que va a estar impregnado por la dinámica que imponen las elecciones de medio término, los que no parecen dispuestos a que les den otra latita son los integrantes de la comunidad universitaria y los movimientos sociales: los primeros protagonizan en estos mismos momentos la Marcha Universitaria Regional que recorre el país, mientras que para el 5 de diciembre se prepara la Marcha Federal contra el Hambre ¿Entonces, será verdad que ya se fue el año?