Arrancó el Mundial con victorias en Santiago del Estero y una aberración en Mendoza ¿Están prohibidas las banderas palestinas? ¿Y las de Malvinas? Una convocatoria para que el 11 de junio todo se ponga en su lugar en el Diego Armando Maradona. Cosas de la soberanía que es bueno reafirmar, sobre todo, en este 25 de Mayo.
A diferencia de lo que solía hacer, durante la noche del 21 de junio de 1986, Diego Maradona, no habló ni hizo chistes, sólo se encerró en su pieza, lo que encendió luces de alarma porque todos pensaron que El 10 estaba enfermo. Pero al día siguiente “fue el primero en estar listo y nos animó a todos, nos dio arengas y aliento”, relataba José Luis Brown y recordaba la actitud del capitán al salir al Estadio Azteca. “Iba pecho adelante y mirada en alto” sin decir palabra, serio, “sólo miraba a los ingleses” y tras el Himno arengó a sus compañeros: “vamos eh, vamos que estos hijos de puta nos mataron a nuestros pibes, nuestros amigos, vecinos ¡No podemos perder!”.
Lejos de cualquier chovinismo, la actitud de Maradona reflejaba un sentimiento claro que remite a lo que había pasado apenas cuatro años antes de aquel memorable partido. Y ese sentimiento que se convierte en saber popular que reconoce que las Malvinas son argentinas, es el que constituye una barrera infranqueable contra todos los intentos que hubo (y hay) por desmalvinizar como paso previo y necesario para favorecer las pretensiones geoestratégicas, geoeconómicas y geopolíticas del bloque anglosajón en el Atlántico Sur y la Antártida.
Buena parte de ese saber popular se apuntala y alimenta en un universo simbólico que tiene anclajes materiales concretos. Por eso es que Malvinas, está presente en cosas de la cotidianeidad de los argentinos como la nomenclatura de clubes, cooperativas, sociedades de fomento, barrios, calles y localidades.
Y este es el caso del Estadio Malvinas Argentinas, al que no hace mucho se le pretendió cambiar de nombre por Estadio Mendoza, a instancias de una imposición que hizo la Fifa para permitir que ahí se jueguen partidos del Mundial Sub-20.
En principio, la versión fue desmentida por el gobernador de esa provincia, Rodolfo Suárez, quien durante la previa del inicio del certamen dijo que todo se trataba de un “bolazo”. Pero lo cierto es que en el debut de Mendoza como subsede, durante el encuentro disputado entre Italia y Brasil, carteles de la Fifa taparon la simbología patria que adorna el tablero ubicado sobre una de las tribunas. Se trata concretamente de una imagen de las Islas Malvinas pintadas en celeste y blanco y una Bandera Argentina.
Entre otras reacciones, esto provocó la de Cancillería que por medio del secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Guillermo Carmona, exigió a la Secretaría de Deportes mendocina explicaciones e hizo saber su “firme rechazo” a lo sucedido. Poco después, Suárez hizo que se retirara la cartelería y sostuvo que todo el episodio fue originado por “un error involuntario de Fifa”. Pero aquí no hubo ningún error: los carteles estaban hechos con la medida exacta para cubrir lo que querían tapar.
Lo del “error involuntario” es un argumento bastante flojito de papeles. Poco después de que se confirmara que Argentina iba a reemplazar a Indonesia como sede (Ver La jugada magistral de la Fifa con una pared tirada con la AFA), se supo que la Fifa había puesto como condición el cambio de nombre del estadio, algo que entonces desmintió el ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, quien ante el episodio de Mendoza, optó por permanecer en silencio, tal como lo hizo el titular de la AFA, Claudio Tapia.
Que no se manche
Pero, además, la pelota mundialista volvió a rodar en tierras argentinas. Después de conseguir la tercera Copa del Mundo en Qatar, el fervor futbolero se traslada a los juveniles y como pasó en 2001, nuestro país vuelve a ser anfitrión de un Mundial Sub-20. Argentina arrancó bien asegurando su clasificación con victorias ante Uzbekistán y Guatemala y así los dirigidos por Javier Mascherano, parecen estar aprovechando la segunda oportunidad que les dio una combinación de azar, el escenario geopolítico mundial y la muñeca de Tapia que supo aprovechar esta situación para que la Selección Argentina juegue el Mundial, tras no haber clasificado en el Sudamericano realizado en febrero.
Traer el certamen a esta parte del mundo, promete prolongar un poco más esta suerte de argentinomanía que atraviesa el Universo Fútbol desde que La Scalonetta bordó en el pecho de La Albiceleste su tercera estrella. Pero no sólo eso, ya que también vuelve a poner en la disputa por la Copa a una camiseta que tiene seis títulos de la categoría y tres de mayores, así como varios jugadores jóvenes que se lucen en el fútbol argentino y en las principales ligas del planeta.
Por su parte, en el marco local, la organización de la Copa crea una expectativa de mejorar el ingreso de divisas mediante el turismo. Sin embargo, para la AFA, ser anfitriona conlleva gastos en dólares que complican la escasez de divisas por la que atraviesa Argentina. Es por eso que el Gobierno dispuso que hasta cincuenta millones de dólares de importación de todo tipo de productos destinados al Mundial Sub-20 queden libres de aranceles, impuestos y tasas.
En medio de las restricciones para acceder al tipo de cambio oficial, el decreto eximió a una serie de productos del pago de los derechos de importación, de IVA, de los impuestos internos, de tasas por servicio de estadística, portuarios y comprobación de destino. Entre ellos se encuentran los artículos de equipamiento deportivo, de cobertura en medios de prensa y comunicación internacionales, productos de mercadeo, equipos tecnológicos, materiales promocionales, mobiliario, credenciales, productos alimenticios, medicinales y demás elementos destinados a la organización y al desarrollo del torneo.
Esto se decidió por pedido de la AFA que es la organizadora del Mundial que se hace en Argentina después de que la Fifa le quitara la sede a Indonesia, con lo que rápidamente el organismo que preside Giani Infantino se desligó de quedar metido en medio de un conflicto geopolítico.
Como se recordará, el problema se presentó con la inesperada clasificación de Israel. Ante esto la Asociación de Fútbol de Indonesia (AFI), adelantó que no estaba dispuesta a recibir a la delegación israelí como consecuencia de las tensiones que persisten en el mundo musulmán por la Causa Palestina.
Sin embargo, la causa Palestina está presente en varios rincones y canchas del mundo, tal como sucedió en Qatar, por lo que quedó demostrado que, aunque la Fifa mire para otro lado, siempre va a haber algún hincha que saque una bandera que incomode al organismo, como pasó durante el encuentro disputado entre Colombia e Israel en el estadio Diego Armando Maradona de La Plata. En el festejo por el triunfo de Los Cafeteros, un grupo de hinchas desplegó una bandera de Palestina, lo que provocó el enojo de quienes exhibían enseñas israelíes. Entonces intervino personal policial que sacó de la tribuna sólo a los simpatizantes colombianos que exhibían su apoyo a la causa palestina.
“Sabemos que el fútbol no vive en el vacío y somos igualmente conscientes de que existen muchos desafíos y dificultades de índole política en todo el mundo. Pero por favor no permitan que el fútbol sea arrastrado a todas las batallas ideológicas o políticas que existen”, señala la carta que Infantino envió, en noviembre pasado, a las federaciones que poco después participarían del Mundial celebrado en Qatar.
Pero como vuelve a quedar exhibido con los episodios vividos en La Plata y Mendoza, esta suerte de asepsia respecto a lo político que pretende exhibir la Fifa, tiene un carácter bastante selectivo. Y entonces el mensaje el claro: sin banderas y sin memoria, porque de eso va la presencia de las banderas de Malvinas y Palestina en un estadio de fútbol.
Y en esto de la memoria como herramienta clave para la defensa de la soberanía, quien tiene mucho para decir es el secretario de Derechos Humanos del Centro Ex Combatientes Islas Malvinas de La Plata (Cecim), Ernesto Alonso, quien hizo público su repudio a la postura del gobernador Suárez, pero también cuestionó a la dirigencia de la AFA “que avaló esta situación”.
En este sentido, Alonso fue contundente cuando advirtió que este hecho refleja “una cultura estratégica que nos quieren imponer los poderes reales” y recordó el vínculo estrecho que une a Infantino con Mauricio Macri a quien ungió como presidente ejecutivo de la Fundación Fifa, pero también la postura desmalvinizadora que exhibe el macrismo, en cuyo contexto se destacan episodios como aquel en el que Patricia Bullrich dijo que “podríamos haber dado” las Islas Malvinas en una negociación con la multinacional Pfizer.
Así las cosas, el integrante del Cecim recalcó que “la política de la defensa de Malvinas, es una cuestión de Estado que está en nuestra Constitución” y al referirse a lo sucedido en Mendoza, añadió que “no podemos permitir esta ofensa” que lamentó no es la única de este tipo que se produce en el contexto del Mundial.
En ocasión de la fecha que se disputó con los partidos Eslovaquia-Ecuador y EE-UU-Fiji, la Fifa impidió que el técnico de las inferiores de San Martín, Héctor Naveda, entrara al Estadio del Bicentenario. Iba acompañado por su nieto y vestía una remera y una gorra que lo identifica como ex combatiente de Malvinas. Por esa razón lo dejaron afuera de la cancha.
“Todo esto es una aberración”, remarcó Alonso y recordó que hace poco “estábamos en las calles festejando el triunfo de la Selección en Qatar, cantando la canción que habla ‘de los pibes de Malvinas que jamás olvidaré’”. Pero, una vez más, queda claro que “desde concepciones coloniales de mentes colonizadas, se quiere cambiar algo tan significativo que está en nuestro ADN como argentinos, tal como es el reclamo de soberanía sobre nuestras Islas Malvinas”.
Y adelantó que, para el 11 de junio, el Cecim convoca a movilizar hacia el Estadio Diego Armando Maradona “con banderas y remeras argentinas y de Malvinas, reclamando nuestra soberanía y el derecho que tenemos como argentinos a hacer respetar la Constitución Nacional”.
Vale recordar que ese día se va a jugar ahí la final de la Copa, exactamente a 41 años de que comenzara la batalla por Monte Longdon en el que los conscriptos argentinos dieron una clara muestra de valor ante un enemigo que los superaba holgadamente en hombres y armamento.
“Ese día, en 1982, entramos en combate en Monte Longdon donde murieron más de 36 soldados del Regimiento 7 de La Plata”, recordó Alonso y sostuvo que “por eso vamos a convocar a una gran marcha, para que concurramos al estadio llenos de banderas argentinas y de Malvinas” ya que “no podemos permitir esta cultura estratégica que los poderes económicos y financieros nos quieren seguir imponiendo, para ocultar que parte de nuestro territorio es usurpado por una potencia neocolonial que nos roba y ha instalado una fortaleza de la Otan que amenaza a Argentina y a la región”.
De ahí que, sin dudarlo, el integrante del Cecim hizo hincapié a la hora de destacar que “no podemos ponernos de rodillas, porque en esta cuestión que tanto tiene que ver con el pueblo y el sentimiento, va el futuro de Argentina”.
Entonces, como esto del fútbol es algo que de vez en cuando provoca mucha alegría, es relevante tener claro que aunque sepamos que esto es capitalismo y la Fifa es una de las principales multinacionales, incluso así, hay cosas con las que no deberían meterse: líneas que jamás deberían cruzar.
Por eso y como a fin de cuentas de fútbol estamos hablando, no estaría de más que el gobernador Suárez, El Chiqui, el ministro Lammens y todos aquellos a los que les caiga bien el sayo recuerden aquel momento vivido en el Estadio Azteca el 22 de junio de 1986. Y sólo resta decir: miren quién los está mirando y, sobre todo, cómo los está mirando…porque en esta no podemos perder.