Por Nuria Giniger*
Desde incluso antes de asumir el gobierno nacional de Milei y Villarruel, uno de sus blancos fue el sistema científico-tecnológico público. El propósito de desmantelarlo, mercantilizarlo y privatizarlo incluso, forma parte de los objetivos estratégicos del Fascismo del Siglo XXI, en su afán de achicar el gasto público, concentrar la riqueza y subordinar las capacidades públicas nacionales a los intereses del imperialismo yanqui. Resumimos en siete grandes aspectos políticos el modo en el cual, el gobierno pretende llevar adelante sus objetivos.
En primer lugar, establecieron los parámetros de una batalla ideológica, intentando -infructuosamente- desprestigiar a lxs trabajadorxs científicxs: ñoquis, inútiles, casta y otros de los insultos habituales de esta corriente fascista fueron puestos en circulación, junto con la estigmatización y persecución explícita de algunxs trabajadorxs en particular.
En segundo término, despidieron a centenares de trabajadorxs de los distintos organismos de CyT, aquellxs en condiciones de contratación más endeble (contratos precarios recientes, etc.). Esto, además de dejar sin trabajo a compañerxs, instaló el reflejo del terror del desempleo y fortaleció sentidos acomodaticios y de negociaciones espurias para mantener los puestos.
En tercer lugar, produjeron un estropicio institucional, cerrando áreas, abriendo nuevas y modificando funciones, en el afán por configurar una nueva estructura estatal, no más pequeña -como se jactan libertariamente-, sino más orientada a negocios y al control de lxs trabajadorxs.
En cuarto término, llevaron adelante una estrepitosa reducción salarial. En estos dos años, lxs trabajadorxs del sistema científico público hemos perdido entre un 40% (organismos públicos) y un 50% (universidades públicas) del poder adquisitivo de nuestros salarios. Esta condición en sí misma tiene consecuencias destructivas para lxs trabajadorxs: quienes renuncian y buscan empleo en el sector privado (con más salario, sin autonomía productiva alguna, con menos derechos y más horas de trabajo); quienes se van del país; y quienes tienen múltiples trabajos, extendiendo la jornada laboral hasta 16hs.
En quinto lugar, redujeron de forma casi absoluta el financiamiento para producir ciencia y tecnología. Se cortaron casi todos los proyectos financiados por el Estado, lo cual implica la discontinuidad de las investigaciones (y de los equipos de investigación) y/o la búsqueda de financiamiento externo o “al mejor postor”. Este proceso de mercantilización de la ciencia destroza la autonomía científico-tecnológica de nuestro país, y fortalece la dependencia económica, ideológica y cultural. No existe financiamiento nacional alguno para producir conocimiento científico sobre lo que nuestro pueblo precisa, ni en términos sanitarios, educativos, culturales, de desarrollo, etc.

En sexto término, se encuentra la venta del patrimonio -como en el caso de los edificios o campos del INTA-, y la búsqueda de privatización de las Centrales Nucleares y de la minería de uranio.
Finalmente, en séptimo lugar, se le da impulso al plan SACAU para las Universidades Públicas, que destruye derechos laborales, achica carreras de grado y mercantiliza la universidad. Este plan -enfrentado en los 90- hoy vuelve recargado, con un movimiento universitario preocupado mayoritariamente por salarios y presupuestos.
Cada uno de estos elementos impacta en el presente en la vida y bienestar de trabajadorxs y del pueblo en general. Hay que recordar, que la relación entre la sociedad y el sistema de CyT es muy fluida, en particular, porque las Universidades Públicas juegan un rol estratégico en extender la ciencia, la cultura, e incluso, la política, al conjunto de la sociedad.
A pesar de las restricciones económicas y culturales para acceder a la universidad, la labor de estudiantes, docentes, investigadores y no docentes en expandir lo que allí se enseña y se produce es significativa, aun cuando muchas veces no sea planificada. En todas las provincias hay universidades nacionales, y aunque la concentración y desigualdad repite el esquema de configuración histórico con el poder en Buenos Aires, la presencia de las universidades produce un diferencial y enormes posibilidades de construir lazos solidarios y comunitarios con los territorios.
Otro tanto ocurre con CONICET, a pesar de que se formaliza una distancia mayor. Sin embargo, pervive un amor de nuestro pueblo con la ciencia, que se vio expresado en el streaming del mar. Ese proyecto de investigación, aunque se hizo con fondos privados (y la cesión de hallazgos sobre nuestro mar), revivió un vínculo muy estrecho que ata la producción científica, a lxs trabajadorxs y a la sociedad, que este gobierno no ha logrado quebrar.
Asimismo, desde el inicio del gobierno, lxs trabajadorxs de ciencia y el movimiento universitario nos paramos contra este gobierno. Entre otras, hemos sido protagonistas de la mayor movilización de la historia de la universidad, en 2024. Sin embargo, la hegemonía en ambos sectores está en manos de corrientes liberales, más o menos progresistas, dispuestas a negociar con el gobierno, bajo la premisa de que es posible arrancarle concesiones corporativas, que sostengan el poder y los privilegios institucionales a costa de la destrucción de lo público. Esto convive con un movimiento estudiantil perplejo y con muchas dificultades para recuperar la iniciativa rebelde que lo caracterizó históricamente; y un movimiento sindical dividido, especulativo y economicista.
No obstante, la voluntad de lucha se sostiene, hemos tenido algunas victorias judiciales sobre los financiamientos y ha habido demostraciones legislativas de consensos generales sobre el sostenimiento de la Universidad Pública. Nosotres este año con el MUI hemos crecido, ganamos el centro de humanidades de la UNSAM, y somos parte de la nueva conducción de CONADU. Mantenemos delegadxs en ATE CONICET y formamos parte de direcciones en muchos sindicatos docentes y de la CONADU-H.
2026 será un año de mucha más lucha y organización. Nuestra tarea es crecer y fortalecer al MUI y a Liberación. Tenemos la necesidad de recuperar posiciones sindicales en organismos de ciencia, ganar nuevas en las universidades y dirigir más centros de estudiantes y federaciones. Nos toca dar la disputa por la unidad de las CONADUs, para robustecer al sindicalismo docente ante el divisionismo y hegemonismo de sectores liberales. No se trata de un afán de poder en sí mismo, sino que nos toca resistir el SACAU y hoy la única organización política que levanta esta bandera somos nosotrxs. Nos toca, además, confluir con las otras organizaciones que se enfrentan al gobierno en los organismos de CyT y convencer a las mayorías de que todas las relaciones de fuerzas pueden revertirse -aun las más desfavorables- y que echar a Milei es un paso imprescindible para nuestras conquistas.
2026 es el 40 aniversario del 16º Congreso. Nos toca demostrar en la práctica que el proyecto revolucionario y socialista que lxs comunistas proclamamos es posible. Además, en 2026 se cumplen 50 años del golpe de estado genocida y en su aniversario, nos toca demostrar la vitalidad del movimiento popular, en memoria de lxs desaparecidxs y con sus banderas de un mundo mejor hacia el futuro.
*(Nuria Giniger es antropologa, investigadora del Conicet, vocal de la Comisión Directiva de ATE Capital e integrante del Comité Central del Partido Comunista de la Argentina.)