El Fondo y un respiro para fin de año ¿y después? El país en zona de riesgo. Las reservas del Central en estado reservado. Una crisis que no es sólo monetaria, productiva o financiera ¿Y usted qué ADN tiene?
El FMI “seguirá apoyando los esfuerzos de la Argentina”, es la promesa pública que realizó Christine Lagarde, a poco de volver a verse la cara con Mauricio Macri durante la jornada final de la Cumbre del G-20 que se realizó en Buenos Aires.
Y, con esa promesa, es que desde La Rosada esperan con ansiedad otros 7.600 millones de dólares que el organismo multilateral debe enviar antes de fin de año, conforme lo acordado en el Stand-By que firmó el Gobierno Cambiemos.
La ansiedad del staff gobernante es justificada. Esta semana las reservas del Banco Central cayeron otros 221 millones de dólares, por lo que ya son 4.200 millones del último desembolso que hizo el FMI, los que el Gobierno Cambiemos arrojó por la cloaca de la timba.
Por eso, y ante la perspectiva de que esta caída siga pronunciándose, es que esperan como maná en el desierto, el nuevo giro que llegaría después de Navidad y antes de fin de año.
Pero, -como todas las otras- esta parte del préstamo no tiene nada de gratis. Lejos de esto está condicionado a la aplicación de un severo programa de ajuste, además de reformas estructurales y regresivas, que la propia directora del Fondo elogió, después de que -en noviembre- la misión encabezada por Roberto Cardarelli, visitara Buenos Aires para hacer la revisión a la que el acuerdo somete a nuestro país.
Así las cosas, desde el gobierno aseveran que la fecha del desembolso de este tramo del Stand-By es el 19 de diciembre. Lo hacen confiados en que esta semana, el Directorio Ejecutivo del FMI le dé el OK a la evaluación de la Misión-Caldarelli, en un encuentro en el que la decisión sobre Argentina, estará en el mismo paquete que las que el organismo debe tomar sobre acuerdos menos drásticos que suscribió con la República Centroafricana y Gabón ¿Será este el mundo al que prometió llevarnos el Gobierno Cambiemos?
Riesgo país
Ayer el riesgo país creció un punto y se colocó en 757, lo que representa el nivel más elevado de toda la Era Cambiemos. Pero no sólo eso. En diciembre de 2015, Macri recibió el gobierno con un riesgo país trescientos puntos por debajo del actual.
¿Qué quiere decir esto? Que la realidad empíricamente comprobable, está muy lejos de la cantinela que repetían en campaña -y siguen repitiendo- de que con la llegada de Macri a La Rosada “lloverían” inversiones y se conseguiría crédito barato.
A la vuelta de la esquina lo que pasa es que, en sólo tres años, el Gobierno Cambiemos sobreendeudó a todos los argentinos -usted debe ahora 283 mil pesos - y lo hizo a una tasa exorbitante.
Los trescientos puntos de más que tiene el riesgo país, significan que la tasa de interés que paga el Estado argentino es -al menos- tres puntos superior a la que pagaba hasta el día anterior a que el Staff Cambiemos entrara en la Casa de Gobierno.
Así las cosas, hoy mismo la economía argentina se sigue encaminando a un default de deuda sobre el que alerta, para 2022, el propio FMI que espera desembolsar el noventa por ciento de lo acordado antes de octubre de 2019.
Desde ahí y durante el año siguiente se va a completar lo previsto y, ya en 2021, el país va a tener que comenzar a pagar amortizaciones, pero ya con saldo deficitario. Y, para 2022 y 2023 la cosa se pone densa, porque los vencimientos de deuda en divisa ascienden a alrededor de 43.500 millones y el Stand-By ya se habrá secado.
Como se ve, un panorama desalentador. La cuenta es sencilla. El peso de los intereses de deuda en 2015, significaba el 7,5 por ciento del gasto previsto en el Presupuesto y ahora representan el 17,5.
Por eso, nadie debería sorprenderse cuando le digan que no va a alcanzar el ajuste previsto en el Presupuesto 2019, para pagar intereses de deuda y -encima- con el paradigma del déficit cero, por lo que está claro que van a ajustar todavía más.
Y es aquí donde vale preguntarse si, aún así, el camino financiero elegido por el Gobierno Cambiemos es viable, incluso con la asistencia del acuerdo que suscribió con el FMI.
Malas noticias
Si usted pensó que, con esfuerzo, la cosa estaba garantizada al menos hasta el año que viene, lamentamos decepcionarlo.
El gobierno puede decir que el precio del dólar se mantiene dentro de la banda de flotación e incluso más cerca del piso que del techo. Pero lo que está haciendo no es otra cosa que tirar la tierra bajo de la alfombra, ya que logra meterlo en caja merced a una política de tasas de interés altas, tan agresiva como artificial.
Durante las últimas semanas, desde la Bolsa de Buenos Aires, el Merval viene enviando signos elocuentes. Los grupos de poder que prefieren autodefinirse como “mercado”, saben leer la señal que envía el riesgo país y tienen claro que el Estado está sobreendeudado, pero también toda la economía argentina.
Pero además, ven que la tasa de interés a la que se va refinanciando la deuda es altísima y va a seguir su curva ascendente, lo que significa un problema grave hoy y aquí, pero que puede ser letal a la vuelta de la esquina.
A esto se suma que, mientras crece la deuda en moneda estadounidense, las propias políticas de ajuste que el ejecutivo impone por mandato del FMI, dificultan severamente la posibilidad de que la economía del país pueda generar dólares genuinos.
Destruir la industria nacional, reprimarizar la matriz productiva, favorecer el negocio financiero sobre la producción de bienes y profundizar una política arancelaria que permite -a precio de dumping- que entre prácticamente cualquier cosa al país, no es la mejor forma para fomentar el ingreso de dólares.
Como se ve, el perro se sigue mordiendo la cola, mientras el Staff Cambiemos insiste en seguir fumando, sentado sobre un polvorín. Y esto es algo peligroso.
¿Pero entonces qué tiene el gobierno para aguantar un sacudón que, en el actual escenario global, puede aparecer en cualquier momento?
La respuesta del ejecutivo suele ser que -a diferencia de otros momentos- ahora el Banco Central puede exhibir fortaleza en sus reservas ¿pero será tan así la cosa?
Actualmente, el Central declara que posee algo más de cincuenta mil millones de dólares en sus arcas. Pero cuando se separa la paja del trigo, lo que aparece es menos alentador.
Es que si se destripa aquello que declara el Central, se advierte que 16 mil millones corresponden a encajes bancarios, esto es, depósitos en moneda estadounidense que ahorristas e inversores confían a diferentes bancos. El Central los contabiliza como reservas, pero si tuviera que echar mano a esas divisas, podría provocar un problema de una dimensión -quizás- similar a la de 2001.
Por otra parte, once mil millones de esa reserva de la que se jacta el Gobierno Cambiemos, corresponden al swap con la República Popular China. Sí, el mismo que denostó Macri cuando estaba de campaña.
Este swap es un mecanismo de intercambio de monedas que representa un respaldo, pero no deja de ser deuda.
Después está lo que ya recibió y lo que espera recibir el Central por el Stand-By con el FMI ¿Hace falta que se reitere que esto también es deuda y de la más cara?
¿Entonces qué es lo que queda? Si a esta altura usted ya está preocupado, hace bien, porque lo que va quedando es algo así como tres mil millones de dólares, una cifra que es insuficiente para poder enfrentar cualquier cimbronazo internacional que pudiera provocar -al menos- una corrida en esta parte del mundo.
¿Qué va a hacer el Gobierno Cambiemos en este contexto y de cara a un año en el que quiere relegitimarse electoralmente?
Todo parece indicar que los 7.600 millones de dólares que recibirá en estos días no pueden durar mucho: en La Rosada saben que ese combustible pude alcanzar, como mucho, hasta abril.
El gobierno lo tiene claro, pero también los “mercados” y los empresarios que ahora en boca del presidente de Arcor, Luis Pagani, vuelven a la carga con el pedido de una reforma laboral regresiva.
¿Pero puede pasar una iniciativa de este tipo en este contexto político y en un año de Presidenciales?
No hace mucho en su programa Odisea Argentina que se emite por LN+, Carlos Pagni reveló lo que pasó en dos recientes encuentros que Macri sostuvo con los titulares de los bancos JP Morgan y el Bank of America, Jamie Dimon y Brian Moynihan. Ahí, según el periodista, Macri se jactó: “destrozamos el salario”.
La señal es clara e indica que nada de lo que hizo el gobierno durante estos tres años fue casual. Las medidas de ajuste, liberalización del mercado cambiario, caída de aranceles a la importación, despidos, acuerdo con los Fondos Buitre, sobreendeudamiento, fortalecimiento del aparato represivo y acuerdo con el FMI forman parte de una misma estrategia que nace del ADN de clase del staff gobernante, pero no sólo de ahí.
Es que el rediseño de la matriz sociopolítica, económica, productiva y financiera de Argentina, responde a una estrategia global que -por supuesto- involucra a nuestra región, pero que tiene que ver con el actual momento del desarrollo de la Segunda Crisis de Larga Duración Capitalista. Y, en este contexto, al lugar que se le asigna a formaciones estatales capitalistas de segundo orden como es Argentina.
Porque el nivel monetario, el productivo o el financiero son sólo aspectos de una crisis superior que afecta a todo el sistema capitalista.
Pero -entre otros- estos niveles en que se manifiesta la Crisis de Larga Duración, permiten señalar con mayor claridad algunas de las principales contradicciones y consecuencias, no sólo de la crisis, sino del capitalismo.
Es en estos momentos cuando al capitalismo se le vuelve más difícil ocultarlas y, por eso, se hace más fácil señalar y hablar sobre lo evidente, pero también actuar sobre lo evidente en la construcción de masa crítica, una tarea que está en el ADN de los comunistas.