Isabel Soto, hija del histórico dirigente comunista de la Patagonia rebelde, Antonio “gallego” Soto, dialogó con Nuestra Propuesta luego del agravio del gobierno nacional contra la memoria de Osvaldo Bayer. “Bayer rescató una historia que hasta entonces permanecía subterránea”, recordó Isabel y puntualizó que este agravio no se trató de un ataque personal ni aislado, sino de “una nueva agresión por parte del gobierno al conjunto de los trabajadores y a su historia”.
“Fue un dolor inmenso, como si me hubieran arrancado el corazón”. Con estas palabras expresó su angustia y tristeza Isabel Soto, hija del “gallego” Antonio Soto, luego del derrumbe ordenado por el gobierno nacional de la estatua a Osvaldo Bayer en Río Gallegos. Con ello, el gobierno agravió también de modo infame la memoria de los trabajadores rurales asesinados durante las huelgas campesinas de 1921 en Santa Cruz, en las que el “gallego” Soto, militante comunista entonces afiliado al Partido Socialista Internacional, se destacó como líder de los trabajadores, para desde entonces convertirse en un símbolo de esa tradición política popular de resistencia y confrontación contra la explotación del ser humano por el ser humano mismo, a la que también pertenece Bayer.
“Hagan lo que hagan no nos van a callar” agregó la hija del “gallego” en diálogo con Nuestra Propuesta y explicó “Los trabajadores tenemos derecho a rendir tributo a nuestros héroes”. El repudio contra el gobierno de Milei y Villarruel fue tan amplio y contundente, que en las últimas horas se vio obligado a restituir el monumento, que será entregado a la provincia para que inicie las tareas de restauración para su posterior reemplazamiento en un nuevo sitio. “Bienvenido, usted está ingresando a la tierra de La Patagonia Rebelde” rezaba la proclama que acompañaba la estructura metálica con la forma de la figura de Bayer instalada en el Puesto Güer Aike, ubicado a un lado de la Ruta Nacional número 3.
Vale recordar que, precisamente, el escritor, periodista e historiador argentino Osvaldo Bayer es una figura icónica de esa tradición política libertaria, en el mejor sentido de la palabra, que lucha contra la explotación y que el gobierno bastardea con la apropiación de ese significante, situado en los orígenes de la formación de la clase obrera argentina. En la línea de Operación Masacre de Rodolfo Walsh, es decir, del periodismo que al investigar rescata también la lucha popular contra la opresión, Bayer había recuperado en Los vengadores de la Patagonia trágica (1972) la memoria de los más de 1500 trabajadores campesinos que dieron su vida en la lucha contra la oligarquía terrateniente y la burguesía rural. Historia que muy rápidamente fue llevada a la pantalla grande e inmortalizada por Héctor Olivera con el film La Patagonia rebelde (1974), basada en el libro del historiador.
“Bayer rescató una historia que hasta entonces permanecía subterránea”, recordó Isabel. “Se trata de la historia de un montón de seres humanos que fueron fusilados y cuyos huesos aún continúan allí, de víctimas cuyos cuerpos nunca pudimos recuperar” amplió, pero lejos de mostrarse pesimista, insistió con que “la justicia, finalmente, va a tener que primar”.
“Con Osvaldo me unió también una historia familiar, lo conocí mucho, fue un hombre maravilloso y su ejemplo vivirá por siempre en la memoria de los pueblos”, rememoró. No obstante, puntualizó que este agravio no se trató de un ataque personal ni aislado. Para Isabel constituye, por el contrario, “una nueva agresión por parte del gobierno contra todos aquellos obreros que participaron en la huelga de 1921, entre ellos mi padre, muchos de los cuales dieron la vida por una causa justa y noble”. Y subrayó: “si piensan que vamos a retroceder están equivocados, porque los pueblos tenemos historia y esa historia vive en la memoria de los pueblos”.
En ese sentido, concluyó que “los pueblos no merecemos que nos maltraten de esa manera” y exclamó: “tienen que saber que, pese a que lo intenten de mil maneras diferentes, no nos van a poder callar jamás”. Podrán, detalló, arrancar todos los símbolos que quieran, pero “nunca nos van a poder derrotar por completo, porque el ejemplo de mi padre y de Osvaldo no vive en estatuas y símbolos sino en el corazón de nuestros pueblos”.