“La soberanía alimentaria es una lucha que debe conquistar el pueblo”, recalcó Raúl Toto Galván y resaltó que “para eso debe haber otro tipo de poder que se llama poder popular, que es preciso para llevar adelante una transformación estructural de nuestro país en una dirección antiimperialista y anticapitalista”.
“En nuestra provincia dentro de la CTA y los movimientos territoriales, estamos recorriendo este camino hacia la jornada del 5 de diciembre con debates que resultan muy interesantes, algo que también pasa dentro de nuestro propio espacio de la Corriente Nacional Agustín Tosco y del Partido Comunista”, señaló desde la Central del Chaco, Raúl Toto Galván y añadió que “en todo esto un dato que aparece siempre es la necesidad de superar la crisis de representatividad que está teniendo el movimiento obrero”.
Lo hizo de cara a la Marcha Federal contra el Hambre en cuyo contexto y bajo la consigna “La Patria no se vende”, se prevé que se multipliquen manifestaciones de diferente tipo en todo el país. También en la capital chaqueña que tal como se desprende del último informe que publicó la Universidad Católica Argentina (UCA), en base al relevamiento llevado a cabo por la Encuesta Permanente de Hogares, en lo que va del año la pobreza se catapultó hasta cruzar límites alarmantes.
Es que el Gran Resistencia aparece como el conglomerado urbano que presenta los peores registros de pobreza de todo el territorio nacional, porque casi ocho de cada diez personas que habitan en esa zona fueron empujados a vivir en condiciones de pobreza y el 38,6 en la indigencia.
“Somos una de las provincias que estamos por encima del promedio de pobreza que tiene el país”, lamenta Galván en un contexto en el que la pobreza se presenta como la antesala del hambre que atraviesa Argentina donde, conforme el informe de la UCA, alrededor de cinco millones de personas sufrieron durante 2024 una situación de “inseguridad alimentaria severa” que es la forma técnica de explicar que debieron privarse de forma frecuente de ingerir el mínimo de alimentos necesarios para evitar pasar hambre.
“En Resistencia y el Gran Resistencia realmente se nota esta terrible situación”, advierte el dirigente del PC provincial y sostiene que en buena medida esto se profundizó “por el recorte que le han hecho a toda la asistencia que se venía dando anteriormente a los movimientos sociales y territoriales”, ya que “les sacaron todo o se les está dando a cuentagotas”.
Y, encima, “lo poco que mandan les llega a las organizaciones religiosas que para la distribución priorizan sólo a aquellos que forman parte de su espacio”, lo que “representa una discriminación con lo poco que se está entregando de alimentos cuando, hoy por hoy, hay una enorme cantidad de personas que se quedan sin nada en un panorama en el que cada vez la pobreza se profundiza más”.
¿Pero acaso esta situación es sólo exclusiva de la capital provincial y su conurbano? “Como dato puedo decir que acá, en Presidencia Sáenz Peña, nunca se veía a gente que sobrevive de juntar cartón y hoy tenemos a cantidad de compañeros que no les queda otra posibilidad que salir a cartonear y que, inclusive, tiene que competir entre ellos para conseguir llenar el carro, porque encima estamos en una ciudad en la que al haber bajado tanto el consumo, cada vez hay menos oferta de materia prima como cartón que se descarte”, explicó el coordinador de la Unión de Campesinos Poriajhú. Y denunció que “es todo una situación terrible que se ha profundizado y empeorado de tal manera que hoy existen muchas personas que comen una sola vez al día…otros que se pasan a mate con pan y esto incluye a familias enteras con chicos”.
Dar batalla
Con este telón de fondo y con el hambre como un dato concreto que agrede la vida de miles de familias y ensombrece su futuro, vuelve a plantearse la necesidad de reflexionar sobre qué caminos se pueden construir hacia la soberanía alimentaria. “Hablar de soberanía alimentaria en estas condiciones es una cosa que queda fuera de foco”, aseveró Galván y remarcó que en Argentina “nunca hubo soberanía alimentaria, porque no se puede hablar de soberanía alimentaria mientras haya personas que tengan que comer en comedores o en merenderos populares, ni tampoco que la posibilidad de comer o no comer, dependa de la voluntad de lo que el Estado esté dispuesto a darle y hasta dónde quiera hacerlo”.
Y, sin dudarlo, recalcó que “en esas condiciones no se puede hablar de soberanía alimentaria y ni siquiera de seguridad alimentaria como muchas veces les gusta decir a los gobiernos, a la FAO o la ONU”, ya que dentro de ese esquema “ni siquiera se garantiza la seguridad de que la gente pueda comer bien, por lo menos, una vez al día”.
Lo que puntualiza Galván es clave, sobre todo porque lo hace desde la comprensión de que en todas sus formas el capitalismo es una fábrica escasez y por eso es que, desde hace muchos años, la Unión de Campesinos Poriajhú persevera en la construcción de experiencias que en la escala de lo posible transitan por carriles no capitalistas, basadas en relaciones sociales y productivas democráticas, participativas y de respeto ecológico, capaces de presentarse como la alternativa de construcción de una economía de tipo diferente, algo así como una avanzada de un proceso de transición hacia una sociedad distinta a la capitalista, que se fundamente en la democracia económica, la cooperación y la autogestión.
Por eso es que no duda cuando hace hincapié en que “la soberanía alimentaria implica que también tenemos que luchar por la soberanía económica, la soberanía política, la soberanía sobre nuestros recursos naturales y tierras”, todo en un escenario en el que “hoy nos están cerrando inclusive la posibilidad de que los campesinos produzcamos nuestro propio alimento y nos inundan con productos importados lo que hace que nuestra producción caiga por el suelo”.
Cabe citar que la gestión provincial a cargo de Leandro Zdero precarizó el Instituto de Economía Familiar y Popular, lo que implica la eliminación de los subsidios que se destinaban a fomentar la producción de alimentos por parte de pequeños campesinos en más de veinte localidades del Chaco. Desde febrero que el gobierno chaqueño no paga esta subvención que, tal como lo sostiene Galván, resulta fundamental “para quienes producimos los alimentos que llegan a las localidades de cercanía, lo que hace que podamos comer alimentos sanos y muy frescos”, por lo que “queremos saber si al gobierno le interesa que en las poblaciones más pequeñas sigamos produciendo los alimentos para poder seguir alimentando a nuestra gente”.
Así las cosas, una vez más queda en evidencia que soberanía alimentaria y capitalismo son conceptos antagónicos. “La soberanía alimentaria es una lucha que debe conquistar el pueblo”, recalcó y resaltó que “para eso tiene que haber otro tipo de poder, lo que para nosotros se llama poder popular y que resulta preciso para poder llevar adelante una transformación estructural de nuestro país en una dirección antiimperialista y anticapitalista, porque el capitalismo está en crisis y cada vez menos capacitado para distribuir nada...es decir que nada que pueda estar en manos de este sistema va a ser distribuido para beneficio del pueblo, ni siquiera la comida”.
Por eso es que destacó que la convocatoria a la jornada del jueves que debe exceder la consigna de marchar contra el hambre, para comenzar a aglutinar todas las luchas dispersas que se manifestaron a lo largo del año. “Se tiene que acabar la idea de estar solamente enfocados en el tema del hambre, que es sumamente importante resolver de manera inmediata”, indicó y recordó que en Argentina, “desde hace muchos años gran parte de su pueblo viene sufriendo hambre y sin poder satisfacer sus necesidades básicas”, por lo tanto “hay que comenzar a ver de qué manera vamos a reunir a nuestro pueblo detrás de un proyecto de país diferente al tenemos, construyendo unidad frentista que debe apuntar a la construcción política”, esto es “una herramienta que nos permita luchar por la soberanía alimentaria, lo que implica luchar por todos los recursos de naturales que tiene nuestro pueblo para poder decirle a este gobierno que estamos dispuestos a dar la batalla antes de que nos acaben matando de hambre”.