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La Asociación Sobrevivientes Familiares y Compañeros de Campo de Mayo, volvió a pisar El Campito. “A cuarenta años del retorno a la institucionalidad, los Derechos Humanos y la dignidad están avasallados”, lamenta un documento confeccionado para la ocasión.

“A cuarenta años del retorno a la institucionalidad, los Derechos Humanos y la dignidad están avasallados”, advierte un documento confeccionado por la Asociación Sobrevivientes, Familiares y Compañeros de Campo de Mayo que preside Iris Pereyra de Avellaneda, que fue dado a conocer recientemente, durante una nueva entrada a El Campito, que como se recordará, es el predio donde durante la última dictadura funcionaron más de cinco centros clandestinos de secuestro, tortura y exterminio.

“En cuarenta años de democracia tutelada, seguimos con la misma cantinela de parte de los administradores de la miseria”, lamenta el documento y señala que “hay hambre, desocupación, falta de viviendas e inflación galopante y, encima, hay deudas inmorales, odiosas, impagables con el FMI para pagar la fiesta de los ricos a la que nunca fuimos invitados”.

En esta dirección, añade que “el regreso a la democracia no significó restituir los derechos ganados por el pueblo argentino en décadas de lucha, salvo el permiso para votar cada dos años y optar por tal o cual candidato permitido por los grupos económicos, todo lo demás funciona como cuando estaba la dictadura de turno en el poder, los partidos políticos al mejor postor, el Poder Legislativo creando leyes que nunca se cumplen y por último el Poder Judicial fungiendo de escribanía del poder económico o como árbitro de conflictos que dirime siempre a favor de la oligarquía”. Y puntualiza que en este escenario, prevalece “un modelo rentístico agroexportador en manos de un puñado de agentes mercenarios testaferros del poder económico mundial, el capitalismo financiero y su timba global”.

Por otra parte, recuerda que “hubo un tiempo en el que se luchaba por la felicidad de todo nuestro pueblo, pero ese sueño fue ahogado en sangre, mugre, terror y miedo por quienes se entrenaron para proteger a su pueblo, pero decidieron asesinar a una generación que lo dio todo y exigió la socialización de las riquezas repartidas de manera equitativa entre nuestros patriotas, la patria de San Martín, Belgrano, Guemes, de los que lucharon para dejar de ser colonia de cualquier imperio”.

Por lo que resalta que cada visita a El Campito es “honrar la vida de lucha de nuestros compañeros secuestrados, torturados, asesinados y desaparecidos en este lugar y la de todos los que estaban luchando contra una dictadura sangrienta al servicio del imperialismo yanqui que en su mayoría eran trabajadores conscientes que resistían desde sus lugares de trabajo la implementación de un programa económico, político y social de ajuste a la clase obrera y de transferencia de las riquezas al capital trasnacional financiero”.

De ahí que “durante estos cuarenta años hemos estado exigiendo que se cumplan las leyes que reparen tamaña afrenta a la humanidad por el genocidio perpetrado contra nuestro pueblo y nuestro reclamo de una megacausa que condene a todos los responsables materiales e ideológicos del genocidio”. Y este reclamo de Memoria, Verdad y Justicia “tiene actualidad ya que las causas siguen intactas y, en muchos casos, se han agravado por las políticas económicas al servicio de la minoría parasitaria que sigue detentando el poder de las corporaciones”.