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Vie, May
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País
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Como en todo el país, mañana martes 23 se moviliza la comunidad de la Universidad Nacional del Nordeste. La Unne “tiene un presupuesto que no excede de dos meses de funcionamiento más o menos normal”, advirtió el profesor Leandro Moglia.

“Aquí no se trata sólo de la comunidad educativa, porque esta lucha debe ser considerada una defensa de la universidad, laica y gratuita y la educación pública que son elementos aptos para igualar posibilidades para todos”, recalcó Leandro Moglia, quien es profesor titular con dedicación exclusiva de la cátedra de Historia Económica, en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne). Y lo hizo en la previa de lo que se espera que mañana martes 23, sea una multitudinaria jornada de movilización que, en todo el país, va salir al cruce del ajuste que perpetra la Presidencia Milei contra el sistema de educación público, universal y gratuito.

Como se recordará, la Marcha Federal Universitaria está organizada por la Federación Universitaria Argentina junto a Conadu y Conadu Histórica, Federación Argentina del Trabajador de Universidades Nacionales, Federación de Docentes de las Universidades, Asociación Gremial de Docentes de la UTN y la Confederación de Trabajadores de la Educación en una convocatoria a la que se sumaron otros actores del universo del trabajo y la producción como La CGT y las dos CTA.

En este contexto se prevé que la Marcha sea proporcional a la agresión que la comunidad educativa viene recibiendo por parte del Gobierno Nacional, por lo que tal como ocurre en todo el país, durante los últimos días también la Unne salió a la calle para realizar actividades como clases públicas, la principal de ellas en el Campus Cabral, que es uno de los puntos de concentración elegidos para movilizar mañana hacia Plaza 25 de Mayo, en Resistencia.

La Unne es una universidad regional de fuerte arraigo en Corrientes y Chaco que tiene una historia de más de setenta años y a fines de 1999 fue escenario de uno de los principales hitos de la resistencia al período neoliberal que se impuso con las presidencias de Carlos Menem y Fernando de la Rúa.

Eran momentos duros en el país y particularmente en la zona donde días más tarde se producirían las jornadas del Puente Belgrano en las que la protesta popular fue reprimida con un saldo de dos personas asesinadas y medio centenar de heridos. Con este contexto, el campus de la Facultad de Humanidades de la Unne fue atacado por personal de Gendarmería que irrumpió para desalojar la toma que durante quince días protagonizaron estudiantes de diferentes carreras contra el cierre de un profesorado (Ver La Unne tiene historia).

A esta casa de altos estudios, actualmente concurren aproximadamente setenta mil estudiantes que se educan en carreras de grado y posgrado, pero asimismo alrededor de diez mil docentes que tienen dedicación simple, semi exclusiva y exclusiva. Al igual que en el caso de los no docentes, sus haberes se rigen por lo establecido por paritarias que quedaron drásticamente relegadas respecto a la inflación, ya que tal como lo explica Moglia, “las paritarias son nacionales pero las condiciones de vida en nuestra región son diferentes a las de Buenos Aires y el Amba y aquí la inflación siempre es más elevada que en esas zonas del país”.

Pero también advierte que con este telón de fondo, la Unne “tiene un presupuesto que no excede de dos meses de funcionamiento más o menos normal” por lo que pasado ese plazo “tendremos que comenzar a racionar agua, luz y otro tipo cosas”. Pero el panorama es todavía peor: “estos dos meses de funcionamiento son teóricos, porque el plazo se reducirá si los gastos fijos de los servicios aumentan como ya se está hablando que va a pasar a partir de mayo”, entonces si se aplica el tarifazo que anuncia el Gobierno Nacional “este período de desarrollo medianamente normal se acota aún más y ni que hablar si se produce algún imponderable como la rotura de una computadora o lo que sea, ya que no va a haber presupuesto para los reemplazos que corresponda”.

Así las cosas, “de modo paulatino nos van invitando a que vayamos a realizar las actividades docentes en nuestras casas, otra vez, como si estuviéramos en la pandemia” y en este contexto “con nuestros sueldos, desde nuestros hogares, los docentes tendremos que volver a sostener al sistema universitario” ahora, además, con las tarifas de telecomunicaciones liberadas por disposición gubernamental.

Por otra parte, hay que recordar que existe un flujo constante de estudiantes y profesores que deben trasladarse entre Corrientes y Resistencia, ya que se trata de una universidad regional por lo que además tiene carreras de grado que se dictan en diferentes localidades. Todo esto vuelve al precio del transporte público de pasajeros como una variable clave a la hora de explicar la acuciante situación que atraviesa la comunidad universitaria. “Si sigue aumentando el precio del combustible va a repercutir en otro aumento de la tarifa del transporte y acá el boleto del colectivo que une los dos campus pasó de doscientos pesos a novecientos”, señala Moglia y añade que “el que une las ciudades de Corrientes con Resistencia se fue de setenta pesos a seiscientos”, por lo que “hablamos de aumentos extremadamente considerables, con lo cual vamos a ver disminuida la cantidad de alumnos y los docentes en las aulas, porque no se pueden transportar”.

Y, tal como insiste el profesor de la Unne, “todo en un contexto en el que no hay una recomposición sustancial de sueldos, con lo cual la pauperización de las condiciones de educación se hacen cada vez más duras”, algo que “se ve reflejado en menos alumnos en las aulas, menos recursos para poder generar atractiva a la educación y menos disponibilidad de herramientas para que los docentes podamos hacer accesible el proceso educativo, porque los alumnos que tienen que elegir entre comer y venir a estudiar, van a elegir comer”.

Entonces el recorte de presupuestario con el que el gobierno nacional afecta a todas las dimensiones de la vida universitaria, se concatena con un combo que también atenta contra el derecho a estudiar, que incluye aumentos de tarifas de servicios, incluida las del transporte público de pasajeros y conectividad, pero también algo tan básico como el de los alimentos.

Cada uno de esos golpes es un correlato del anterior, lo que vuelve imprescindible la articulación, desde la diversidad pero en unidad, de los tres hitos que la resistencia popular tiene ante sí en lo inmediato ¿Pero las jornadas de mañana martes junto a las de 1° y el 9 de mayo, pueden propiciar la posibilidad de que se comience a pensar más allá de las fronteras del conflicto sectorial, para aglutinar la lucha por ahora dispersa de la clase trabajadora?

“No me atrevería decir que realmente hay una consciencia de clase generalizada que esté atravesando el conflicto”, reflexiona Moglia y con cautela añade que “todavía estamos hablando de sectores muy puntuales y recién, en todo caso, se está comenzando a conversar de problemáticas de conjunto”. Y, en tal dirección, recuerda que hay un porcentaje importante de docentes universitarios que desarrollan buena parte de su actividad profesional por fuera de los claustros. “Somos muy pocos los docentes de dedicación exclusiva que sólo hacemos docencia en la universidad”, puntualiza y añade que por eso es que “romper esa lógica del docente profesional es muy difícil”, pero pese a todo es preciso que “el docente termine de tomar consciencia de clase, porque en definitiva somos todos trabajadores asalariados sin importar en qué rubro”.

Por eso es que “no me atrevería a aseverar que existe una unidad de la clase trabajadora en la cual, sí o sí, estén insertos los docentes universitarios”, indica aunque reconoce que “hay muchos acercamientos que hacen que, por primera vez, aparezca una conjunción de elementos que nos puede llevar a que esta alianza se mantenga y fortalezca” por lo cual, “aunque es aventurado pensar en una cuestión masiva y homogénea como clase trabajadora, estamos iniciando un camino que debemos recorrer para llegar a lo que sí se dio en otras épocas en las que hubo una alianza y una consciencia mucho más organizada de los asalariados”.