Mientras se muestra amenazante en la guerra emprendida por la Alianza del Atlántico Norte contra Rusia, Francia pierde posiciones en el Sahel y se sienta sobre una olla a presión en Nueva Caledonia.
“Espero con todas mis fuerzas que no tengamos que ir a la guerra”, dijo el presidente francés Emmanuel Macron por medio de un video que publicó en la red social X, pero mientras tanto reforzó su apoyo al régimen de Kiev y no niega la presencia de tropas de la Legión Extranjera en la retaguardia del ejército que responde a Volodímir Zelenski.
Lo cierto es que la postura de Macron es algo incómoda. “Si los franceses aparecen en la zona de conflicto, se convertirán inevitablemente en objetivos de las Fuerzas Armadas rusas. Creo que París ya tiene pruebas de ello”, advirtió no hace mucho Moscú por medio de la vocera de la cancillería, María Zajárova.
Macron busca preeminencia en Europa, montándose en la guerra que la Otan desató contra Rusia, pero también necesita reafirmar sus pergaminos que quedaron algo cuestionados después de que, durante 2023, se plantaran los gobiernos y ejércitos de cinco formaciones estatales de la zona del Sahel.
Vale citar que se trata de una región, la divide al África subsahariana del Magreb, en la que Francia ya tuvo que replegarse frente a la irrupción del yihadismo asociado a Estado Islámico, al tiempo que fue perdiendo posiciones en manos de la Federación Rusa y la República Popular China.
Pero durante 2023 y en un lapso de pocos meses Níger, Burkina Faso, Guinea, Mali y Chad, todas ex colonias francesas, fueron escenario de procesos políticos y militares que derivaron en la instalación de gobiernos que se plantaron ante la antigua metrópolis con la que la región sostiene profundos lazos de dependencia.
Esta dependencia atraviesa casi todos los niveles de la relación de las ex colonias con París, pero la más significativa es la económica que se viabiliza por medio del Franco Comunidad Financiera Africana que al estar atado al euro, es susceptible de las fluctuaciones que tenga esa moneda y, por lo tanto, los gobiernos de esta región africana delegan soberanía en Bruselas. Y, asimismo, el Banco Central de Francia puede vetar las decisiones que tomen los bancos regionales africanos, en tanto que la mitad de las reservas de divisas de cada país tienen que ser depositadas en el Tesoro Nacional Francés.
Pero además durante la semana que acaba, se profundizó la creciente movilización de grupos independentistas del territorio francés semiautónomo de Nueva Caledonia, ubicado en el Pacífico sur. “El repentino agravamiento de la crisis en Nueva Caledonia ha provocado un coste humano y material, ya de por sí inaceptable y trágico de cuatro muertos y numerosos heridos”, así como “la presencia de milicias armadas que actúan con total impunidad”, lamentó el Partido Comunista Francés y denunció que la responsabilidad por tal situación es del presidente Macron y el primer ministro, Gabriel Attal.
Y, en el mismo sentido, la Juventud Comunista, hizo hincapié en que el gobierno de Francia “cuestiona el proceso de descolonización, por lo que está provocando desorden y actuando de manera totalmente irresponsable”, al tiempo que puntualizó que la Gestión Macron, decidió adoptar esa postura desoyendo a opinión del Frente Kanaco y Socialista de Liberación Nacional que preside el jefe de Gobierno del archipiélago, Louis Mapou, quien pide que se concrete un acuerdo global que vuelva viable el proceso de descolonización.