Un informe de la agencia rusa Rosgeo revela la existencia de una reserva de petróleo treinta veces superior a Vaca Muerta en la Antártida Argentina. Va quedando claro por qué tanta premura de EE.UU. por sellar un acuerdo con Milei, que le permita cerrar un muro de acero entre la base que la Otan tiene en Malvinas y la que piensa construir en Ushuaia.
El martes pasado se hizo pública una investigación científica que llevó a cabo en la Antártida el buque Alexander Karpinsky, de la agencia rusa Rosgeo, que da cuenta del descubrimiento de la que sería mayor reserva de petróleo del planeta, ya que equivaldría a diez veces la producción de cincuenta años de la cuenca del Mar del Norte, a la vez que representa dos veces las existencias de Arabia Saudita y unas treinta las del yacimiento de Vaca Muerta.
De acuerdo al informe anual publicado en diciembre pasado por RosGeo, el Akademik Karpinsky navegó por los mares de Davis y Mawson, en el territorio antártico frente al océano Índico, que es una zona en la que se habían detectado yacimientos petrolíferos durante 2019 y 2020. Dos años más tarde la empresa estatal rusa, hizo prospecciones parecidas en el Mar de Weddell y en enero de 2023 realizó un trabajo similar en una región de 4,5 millones de kilómetros cuadrados.
La versión sobre la confirmación del hallazgo fue tomando cuerpo a raíz de una publicación que hizo el diario inglés The Telegraph, después de que el 8 de mayo la Cámara de los Comunes británica se hiciera eco de un trabajo del profesor en geopolítica de la Royal Holloway University de Londres, Klaus Dodds, que brinda pormenores sobre los trabajos de prospección petrolera y gasífera realizados por Rusia en una zona oceánica, ubicada frente a la Tierra de San Martín en la Península Antártica.
Lo que dice concretamente el informe de Dodds, es que la prospección hecha por RosGeo dio como resultado el descubrimiento de yacimientos de petróleo con reservas por unos 511 mil millones de barriles, esto es, alrededor de setenta mil millones de toneladas, que están en la zona del Mar de Weddell, es decir, dentro del área que reclama Argentina, pero también Chile y Gran Bretaña.
Por su parte, en el informe anual que publicó en diciembre de 2023 la filial de RosGeo que se dedica a temas vinculados al Ártico y la Antártida, la Polar Marine, hace hincapié en que la investigación fue decidida por el Kremlin e incluye “la creación de una base de información para la evaluación y el pronóstico científico del potencial de materias primas minerales de la Antártida”.
El interés de RosGeo en nuestra región no es nuevo. Durante octubre de 2023, suscribió un acuerdo de cooperación con Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (Pdvesa), que quedó sellado en el marco de la reunión de la Comisión Intergubernamental de Alto Nivel Rusia-Venezuela que se celebró en Moscú.
Pero quienes también no ocultan su interés en la zona son Londres y Washington, tal como se refleja en el fortalecimiento de la cortina de hierro que, con la complicidad de la Presidencia Milei, construyen a partir de la presencia de la base de la Otan en Malvinas y de la que prevé emplazar EE.UU. en Ushuaia.
Como se recordará, hace poco más de un mes y en coincidencia con la Semana de Malvinas, Javier Milei, voló hasta Ushuaia donde rindió pleitesía a la titular del Comando Sur del Ejército de EE.UU., Laura Richardson, y al embajador de ese país Marc Stanley, durante el acto en el que anunció que piensa habilitar el emplazamiento de una “base naval conjunta” con EE.UU. en la Patagonia.
El impacto de esa decisión presenta varias dimensiones, pero la más urgente reside en que lisa y llanamente, quienes gobiernan nuestro país están entregando a la Alianza del Atlántico Norte la llave del mar austral, algo que es coherente con la postura de suspender cualquier contrato que ligue al Estado Argentino con empresas de la República Popular China (RPCh) para la construcción de centrales atómicas, lo que el propio Milei reafirmó con la cancelación de las obras de las represas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner, así como a la habilitación de la participación militar yanqui en el río Paraná (Ver Milei sacó una poliza de seguro y Paro activo para defender la soberanía).
De este modo, la Presidencia Milei borra de un plumazo una tarea que nuestro país viene realizando desde que inauguró la primera estación científica en la Base Orcadas, ubicada en la Isla Laurie, el 22 de febrero de 1904. Desde entonces Argentina tiene presencia en la Antártida, donde actualmente cuenta con seis bases permanentes: Carlini, Orcadas, Esperanza, Marambio, San Martín y Belgrano II, además de otras siete temporarias que son las bases Brown, Primavera, Decepción, Melchior, Matienzo, Cámara y Petrel. Y por eso es uno de los doce signatarios originales del Tratado Antártico, que fue suscripto en Washington el 1° de diciembre de 1959 y que debe ser ratificado durante el año 2048.
Y es precisamente con ese telón de fondo que el hallazgo hecho en el Mar de Wedell cobra todavía más relevancia, pero también los proyectos de explotación hidrocarburíferas que Gran Bretaña perpetra en el territorio austral argentino que ocupa ilegalmente.
Hace poco más de una década, comenzaron las concesiones británicas a empresas que realizan prospecciones hidrocarburíferas en la zona de Malvinas, de donde en enero de este año la petrolera de capitales israelíes, Navitas Petroleum, anunció que va a extraer crudo desde finales de 2026 merced a una licencia ilegal otorgada por el gobierno kelper. Como se puede ver, todo cierra en el Universo Milei.
La palabra es sumisión
Así las cosas, mientras que con sumisión perruna la Presidencia Milei supedita la soberanía nacional a intereses geopolíticos, geoeonómicos y geoestratégicos del Eje Washington-Londres-Tel Aviv, en el escenario global se asiste a un reacomodamiento en el que la Federación Rusa y la RPCh reclaman, con pergaminos más que razonables, el derecho a cuestionar y hasta relevar a EE.UU. del papel hegemónico que sustentó tras el fin de la Guerra Fría. Y lo hacen a partir de la construcción de una geoestrategia propia, tal como queda en evidencia con la actividad de la agencia Rosgeo.
Durante ese período, sólo EE.UU. pudo sostener una geoestrategia global, esto es capacidad y recursos para funcionar operacionalmente en cualquier punto del planeta en forma simultánea. Pero la RPCh ya le pisa los talones y también lo hace Rusia, que desde hace algo más de una década, viene reencontrando su posición geoestratégica en el mundo a partir de las reservas energéticas y de materiales que posee, asociadas a una industria que se potenció como respuesta a la agresión que sufre en sus fronteras occidentales, por parte de la Otan que busca desmembrarla separando su territorio europeo de Siberia, que es donde están buena parte de esos recursos.
Este hostigamiento, también persigue la intención de aislarlo de Medio Oriente y de la zona centroasiática en el afán por destruir cualquier frente común entre Moscú y Beijín, algo que en estos días se ve fortalecido como pocas veces antes, tal como lo deja en claro el reciente encuentro entre Vladimir Putin y su par Xi Jinping que pone los pelos de punta al liderazgo del Norte Global.
“La muy deliberada aceptación de Putin ante las cámaras por parte de Xi, no fue sólo para enfatizar la cercanía de la relación política entre los dos países y sus líderes”, ya que también representa “un toque de desdén hacia Washington, que ha estado presionando a Beijing para que retire el apoyo a Moscú”, analizó un reciente informe publicado por el investigador principal para Asia Oriental del Lowy Institute de Sydney, Richard McGregor.
Para que la geoeconomía y la geopolítica se alineen con la geoestrategia, nada mejor que la objetivación de un enemigo sistémico. Esto es algo que sabe bien el esquema que integra al eje anglosajón que también advierte que si ese enemigo presenta rasgos alternativos que permitan cierta desconexión de las imposiciones del mundo capitalista, su necesidad de neutralizarlo es más urgente todavía.
Asimismo, está claro que la expresión exacerbada del capitalismo que hoy representa ese Norte Global, es capaz de subsistir en cualquiera de sus versiones, sólo mediante la extracción de riqueza energética y económica desde la periferia. Y este es uno de los grandes problemas que actualmente enfrenta el capital, ya que esta dinámica productiva hace rato que entró en un cuello de botella y, por eso, debe refugiarse de forma creciente en su dimensión financiera, pero también en la cooptación y corrupción que son epifenómenos que exhiben de manera más obscena la dinámica de acumulación capitalista en el actual momento de su crisis de larga duración.
Esto también ayuda a explicar la línea medular de la Presidencia Milei y cómo se vincula con lo que se está cocinando para la mitad del territorio nacional, que es el que comprende parte de la Antártida, las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur con su mar circundante. Y, sobre todas las cosas, pone en evidencia que se trata de una dinámica de saqueo que es capaz de empujar a un desenlace bélico.