El domingo se celebró en Ecuador un referéndum con el cual el presidente buscaba el aval para instalar bases estadounidenses en el territorio nacional y para dar de baja a la Constitución sancionada en 2008. La respuesta del pueblo fue negativa y contundente. Para ayudarnos a entender esto, Nuestra Propuesta dialogó con el doctor en sociología ecuatoriano, Bruno Soria, quien afirmó que la victoria alcanzada “constituye un momento particular de una estrategia más amplia de descolonización y construcción de poder popular”.
El resultado del referéndum celebrado en Ecuador el domingo pasado, representa un duro revés para el presidente, Daniel Noboa, quien a raíz de eso el martes implementó una reconstrucción de su gabinete que tal como lo señala el sociólogo, docente e investigador de la Universidad Estatal de Bolívar, Ecuador, Bruno Soria, constituye una vuelta de rosca más hacia la derecha.
Cabe citar que el referéndum planteó cuatro bloques de consulta y que en todos los casos la respuesta de la ciudadanía fue negativa y contundente. “Dos de ellos eran ganchos con los que se quiso traccionar el voto hacia los otros dos que eran los que, en realidad, le importaban a Noboa”, señala Soria.
Es que básicamente los dos puntos que planteaban un parteaguas son los que pedían que la ciudadanía avalase la intención gubernamental de autorizar que bases militares extranjeras se instalran en territorio ecuatoriano y el que lisa y llanamente buscaba apoyo para la convocatoria a una Asamblea Constituyente para sancionar una nueva Carta Magna. Ambos apuntaban directamente contra la Constitución de 2008.
Soria también es militante del Partido Comunista de Ecuador y en diálogo con Nuestra Propuesta, reflexionó acerca del alcance que puede tener el resultado de esta consulta popular y advirtió que con la autorización para instalar bases militares extranjeras (es decir, estadounidenses) en Ecuador, lo que el mandatario pretendía no es otra cosa que dar un paso adelante en la ejecución de su política represiva.
*¿Pero cómo se puede leer lo que pasó el domingo?
La consulta nace como consecuencia de la desesperación del gobierno en medio de las movilizaciones populares del mes pasado. La convoca Noboa como una acción para intentar desarmar la lucha popular, es decir no la tenían en mente y ahora se terminó convirtiendo en un plebiscito para el gobierno y en lo que desde el PCE catalogamos como “El Ecuatarianazo”, esto es la irrupción del pueblo que masivamente le dijo no al gobierno.
Con la consulta, aparte de desactivar las movilizaciones populares, el gobierno pretendía una acumulación de más poder, sobre todo avanzando sobre la Corte Constitucional que es el último resquicio de la institucionalidad que no ha logrado controlar Noboa, y que le ha echado abajo algunas de las leyes que impulsó y que habían sido aprobadas por la Asamblea, pese a ser abiertamente anticonstitucionales. Entre ellas, por ejemplo, está la que popularmente se dio en llamar la Ley Gestapo porque prácticamente nos ponía a todos bajo el control abusivo por parte de los aparatos del Estado y otra por la que el presidente se autoperdonó deudas fiscales por diferentes impuestos, en una medida que también alcanzó a su familia y a su círculo del poder. El propio Noboa debía más de noventa millones de dólares y hoy sabemos que, mágicamente, esa deuda quedó en cero. Pero de alguna manera, la Corte Constitucional le impidió convertirse en un pequeño monarca.
*¿Por eso Noboa quería que la consulta del domingo lo autorizara a convocar a una Asamblea Constituyente?
Sí. Desde que en 1936 fue promulgado, la oligarquía de Ecuador siempre ha tenido el pretexto de que el Código Laboral nuestro es demasiado garantista y siempre le fueron incómodas las garantías que tiene. Por otro lado, tenemos la oposición cerrada de esos mismos sectores a la actual Constitución sancionada en 2008, que en lo inherente a garantías es de las más avanzadas. Por ejemplo, reconoce los derechos que tiene la naturaleza, lo que brinda mecanismos para neutralizar algunos proyectos de explotación minera a gran escala. Por eso es que desde las posiciones de centroderecha hacia la ultraderecha, los sectores fascistas que tiene el gobierno, cerraron filas en su pretensión de acabar con la actual Constitución. Y vieron que esta era la oportunidad de hacerlo y así acabar con todas las garantías y derechos que consagra la actual.
-Buscaban un barajar y dar de nuevo
Así es y más que eso también, ya que pretendían volver a la Constitución neoliberal de 1998, donde se instrumentalizaban mecanismos para habilitar las privatizaciones del sector público como el petróleo, el sistema educativo, la salud y la seguridad social. Incluso en este momento la Corte Constitucional analiza una ley por la que se privatiza uno de los servicios financieros que existe en nuestro sistema de seguridad social para entregarlo al sistema bancario, algo que es otro de los sueños de la oligarquía. Quieren volver al camino de un Estado neoliberal puro, ni Friedman se atrevería a tanto.
*¿Puede decirse que con el no a la convocatoria a una asamblea constituyente el pueblo avaló a la actual Carta Magna?
A lo que apuntaban era a la eliminación o restricción de muchos de los derechos que están consagrados en nuestra Constitución. Por eso lo del domingo es una segunda ratificación por parte del pueblo ecuatoriano a su Constitución, que la primera vez fue ratificada con el 75 por ciento de aceptación y ahora, con algo más del 72 por ciento el pueblo ecuatoriano dijo con claridad que no quiere cambiar la actual Constitución.
*¿Cuál es el panorama que se abre para la Presidencia Noboa con el resultado del domingo pasado?
Con los cambios de gabinete que hizo en estos días, se nota que está dispuesto a cerrar filas con los sectores más conservadores, inclusive tiene un cuasi-fascista como Álvaro Rosero como ministro de Gobierno y sostuvo a la ministra de Ambiente y Energía, Inés Manzano, que es quien atiende todos los contactos con las transnacionales que son clave para ahondar el proceso extractivista. Vemos que el de Noboa es un gobierno que prácticamente no tiene cuadros y ante la actual situación se recicla a sí mismo, cerrando filas hacia posiciones más conservadoras.
Por eso lo que se viene son más violaciones a la Constitución. El único plan de gobierno que tiene Noboa es la Carta de Intención que firmó con el FMI. Y lo más probable es que vuelva a decidir una suba del precio del gas, lo que tendría un impacto muy fuerte en el pueblo, como ya lo tuvo la eliminación del subsidio al diesel, que fue uno de los principales detonantes de las movilizaciones del mes pasado. Entonces estamos ante la perspectiva de una nueva arremetida por parte de los sectores más conservadores y fascistas que tiene el gobierno.
*Si el No en los cuatro puntos expresa cierto hartazgo por parte de una parte de la sociedad ¿puede transformarse esto en volumen político capaz de vehiculizar una propuesta alternativa a lo que representa Noboa?
Lo que tenemos ahora es que la moneda está lanzada. Lo que se queda es la resistencia popular que ya se evidenció con el mes de movilización que tuvieron las comunidades indígenas y algunos sectores urbanos de la sierra centro del Ecuador, también en Quito y Guayaquil, pero sobre todo la movilización contundente que hubo en Cuenca donde en esos días, más de cien mil personas salieron a las calles para protestar en contra de un proyecto minero que pretende instalarse afectando las fuentes de agua que abastecen a esa localidad.
Entonces, ojalá esto se logre consolidar en un proceso de unidad popular, porque además quedó evidenciado que el del domingo no fue un triunfo de alguien en particular, sino que fue el Ecuatorianazo…una verdadera irrupción del pueblo, en términos andinos se puede decir que fue una minga, donde los múltiples sectores, incluso algunos de la derecha, hicieron campaña por el No.
Por eso lo que queda es ver cómo esto se puede capitalizar en mecanismos e instancias de unidad popular. Esperemos que esto cuaje en algo positivo porque ya se evidenció en este caso que el enemigo no es Rafael Correa, sino la burguesía, la oligarquía y los sectores fascistas encaramados en el poder que además pretendían convertir a Ecuador en una suerte de protectorado, una especie de colonia estadounidense habilitando la instalación de bases militares.
*Montado sobre la crisis de seguridad vinculada al narcotráfico el gobierno buscó, por medio del referéndum, poder eliminar la prohibición constitucional que impide el establecimiento de bases militares extranjeras en territorio de Ecuador, tal como lo establece la Carta Magna de 2008
Es preciso contextualizar que el referéndum se desarrolló en un contexto de violencia sin precedentes y tensiones geopolíticas. El gobierno de Noboa ha justificado esta propuesta de reforma argumentando que el crimen organizado opera transnacionalmente y requiere cooperación internacional, pero sin embargo, el economista Alberto Acosta, quien fue presidente de la Asamblea Constituyente que redactó la Constitución vigente desde 2008, consideró que las bases militares no ayudan al combate al crimen organizado, señalando que el verdadero objetivo es que Ecuador asuma un papel de peón en el ajedrez geopolítico internacional.
*En la previa de la Consulta, Noboa adelantó donde podrían instalarse tales bases
Sí, ha mencionado sitios específicos como la isla Baltra en Galápagos, así como puntos en las provincias costeras de Santa Elena y Manabí como posibles ubicaciones para instalaciones militares extranjeras. Esta precisión geográfica revela una planificación estratégica que antecede a la consulta popular, evidenciando que la decisión política precede al ejercicio democrático formal.
Hay que considerar que Ecuador ya experimentó la presencia de instalaciones militares estadounidenses. En 1999, Estados Unidos firmó un convenio con Ecuador para el uso de la Base de Manta hasta 2009, constituyéndose en un enclave de militares estadounidenses que gozaban de inmunidad y cuyas acciones vulneraban la soberanía nacional. Durante su operación, se comprobó que las actividades de los militares estadounidenses estaban encaminadas al control migratorio y apoyo logístico a la guerra contrainsurgente de Colombia, proporcionando información en tiempo real sobre los desplazamientos de las fuerzas guerrilleras.
Adicionalmente, la experiencia de la base de Manta generó conflictos diversos como el aumento de trabajadoras sexuales, desalojo de familias campesinas, hundimiento de barcos pesqueros, interdicción de buques con migrantes y limitaciones a las faenas de pesca por razones de seguridad. Estas consecuencias sociales y económicas configuraron un cuadro de subordinación territorial que el gobierno de Rafael Correa decidió revertir en 2009, incorporando la prohibición constitucional vigente hasta la actualidad.
*La palabra clave de todo esto parece ser la dependencia
Desde la perspectiva teórica marxista, es fundamental recuperar los planteamientos de la Teoría de la Dependencia para comprender el fenómeno en cuestión. Marini, Dos Santos y Bambirra desarrollaron un marco conceptual que permite analizar la dependencia como un fenómeno estructural del sistema capitalista mundial. Como señala Dos Santos, el imperialismo y la dependencia constituyen dos caras del mismo proceso de acumulación capitalista a escala global, donde los países periféricos se integran subordinadamente al mercado mundial.
En este sentido, la instalación de bases militares extranjeras no representa únicamente un problema de seguridad nacional, sino una manifestación concreta de lo que Marini denomina la “dialéctica de la dependencia”. Dicha dialéctica implica que la reproducción del capital en los países dependientes requiere mecanismos extraeconómicos de dominación, entre los cuales la presencia militar constituye un elemento fundamental. Tal como argumenta Dos Santos: “el imperialismo se establece cuando la concentración de la producción y del capital alcanza niveles que posibilitan el control político-militar de los territorios donde se extraen materias primas y se realizan inversiones”.
*Guerra contra el terrorismo o contra el narco. EE.UU. siempre encuentra una excusa para intervenir en nuestra región
Autores como Petras han documentado cómo en América Latina, EE.UU. ha usado el pretexto de la guerra contra el terrorismo para establecer un imperio de bases militares, tomando hasta hace poco a Colombia como el Estado modelo del imperialismo estadounidense en la región. Pero esta estrategia de militarización regional no responde a necesidades de seguridad interna de los países latinoamericanos, sino a imperativos geopolíticos del imperialismo norteamericano.
*Y en todos los casos erosionan la soberanía nacional
Teóricamente, la soberanía nacional constituye un concepto central para comprender las implicaciones de la propuesta gubernamental. El análisis político señala que la reforma al artículo 5 de la Constitución de 2008, el que impide que se radiquen bases extranjeras en nuestro territorio, representa una entrega de soberanía, recordando que la base estadounidense en Manta operó entre 1999 y 2009 sin reducir el narcotráfico, sirviendo en cambio a intereses geoestratégicos de Washington en el Pacífico Tropical Oriental.
Consecuentemente, la experiencia histórica demuestra que el argumento securitario encubre objetivos geopolíticos más amplios. La actitud del imperialismo estadounidense hacia América Latina está vinculada a asegurar una especie de “espacio vital” mediante estados tutelados, proceso que no ha estado exento de intervenciones militares directas. Este patrón de dominación confirma las tesis marxistas sobre la naturaleza del imperialismo como fase superior del capitalismo caracterizado por la exportación de capitales y el control territorial mediante mecanismos político-militares.
Asimismo, el imperialismo contemporáneo no está dispuesto a aceptar ni revoluciones ni reformas, aplicando un menú de opciones donde no se descarta la variante de la fuerza militar para desalojar gobiernos con base popular y vocación emancipadora. En este contexto, la presencia de bases militares extranjeras constituye un instrumento de control preventivo que limita estructuralmente las posibilidades de transformación social.
*Pero ese intento también trae aparejada serias implicaciones geopolíticas y ambientales
Particularmente relevante resulta la mención de las Islas Galápagos como posible ubicación de instalaciones militares. Esto implica riesgos ambientales y violaciones a convenios internacionales, permitiendo el ingreso de buques y aeronaves militares sin controles locales en un ecosistema de valor universal. La militarización de Galápagos representaría no solamente una amenaza ecológica, sino la subordinación de la conservación ambiental a imperativos militares extranjeros.
Paralelamente, Ecuador se ha convertido en uno de los mayores aliados de Washington en la región, apoyando la incursión militar estadounidense para combatir el narcotráfico y aspirando a ampliar el apoyo en su territorio. Esta alineación geopolítica reproduce el patrón histórico de subordinación que caracterizó los regímenes neoliberales latinoamericanos durante las décadas de 1980 y 1990.
*Esto es algo que tuvieron claro quienes redactaron la Constitución de 2008 y también quienes ahora pretenden su desmantelamiento
El artículo 5 de la Constitución ecuatoriana es claro cuando prohíbe el establecimiento de bases militares extranjeras y la cesión de bases militares nacionales. Esta prohibición constitucional representó una conquista de los movimientos sociales ecuatorianos que, organizados en la Coalición No Bases, protagonizaron una intensa campaña ciudadana entre 1999 y 2009. Después, la campaña local y el apoyo internacional desempeñaron un papel importante en la decisión de Ecuador de clausurar la base militar de Manta, constituyendo un logro del movimiento por la paz y la desmilitarización continental.
Por consiguiente, lo que ahora intenta hacer Noboa implica desmantelar una conquista histórica de la sociedad civil organizada, revirtiendo un proceso de recuperación de soberanía nacional que había sido alcanzado tras décadas de movilización social. Y por eso resulta muy saludable que el domingo el pueblo le haya dicho que no a tal iniciativa.
*Se dio un paso adelante, pero aún falta mucho por recorrer
Así es. Desde una perspectiva marxista, la recuperación de la soberanía nacional y la construcción de alternativas emancipatorias requieren no solamente del rechazo a la militarización extranjera, sino la transformación estructural de las relaciones de producción y la articulación de proyectos populares que desafíen la lógica de acumulación capitalista dependiente. Por eso es que la lucha contra las bases militares extranjeras y la defensa de la Constitución de 2008 que se expresó el domingo, constituye un momento particular de una estrategia más amplia de descolonización y construcción de poder popular.