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¿Qué pasó con el Grupo Wagner? ¿Quién es Yevyeni Prigozhin? ¿Hubo un intento de golpe de Estado en Rusia? Muchas preguntas y algunos datos concretos que dejó una jornada que permite entrever algunas cosas que con las que se juega en el tablero mundial.

En menos de 24 horas de alta intensidad, lo que estaba pasando en Rusia despabiló la modorra del sábado, conforme las pantallas de las principales cadenas noticiosas del planeta reproducían las imágenes de una columna de vehículos blindados pertenecientes al Grupo Wagner que se dirigía hacia Moscú, cuyo jefe Yevyeni Prigozhin, acababa de anunciar que daba inicio a lo que denominó la Marcha de la Justicia.

“Golpe de Estado”, “Fin de Putin”, “Caída de Rusia” son algunos de los titulares que con particular optimismo, exhibieron algunas cadenas informativas europeas en sus pantallas y portales. Y es más, ya que hasta se animaron a denominar a Prigozhin como “el liberador” del pueblo ruso.

¿Pero qué es lo que entre tanto pescado podrido, queda en claro acerca de lo que pasó y tras el acuerdo al que arribó el Kremlin con Wagner después de la mediación del presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko? La columna de blindados entró a la ciudad de Rostov del Don ubicada a alrededor de mil kilómetros al sur de Moscú.

El motivo formal que enunció Prigozhin para emprender la marcha, es que la semana pasada, aviones del ejército ruso habrían atacado a parte de su personal ubicado en la retaguardia del frente, en la zona de Bajmut. En este punto, vale señalar que hasta ahora nadie mostró imágenes lo suficientemente claras como para dar verosimilitud a esta denuncia, tampoco se suministraron cifras o nombres de quienes presuntamente habrían caído en la acción.

¿Pero qué es el Grupo Wagner? Se trata de una empresa militar privada o de mercenarios según quien la califique, que desde hace una década actúa en la defensa de intereses rusos en diversos frentes como la zona del Darfur y el Sahel donde enfrentó a las milicias de Boko Haram o en Siria donde lo hizo contra Isis. Y también en la zona de Donbaas.

Los misterios que rodean a la Marcha de la Justicia son varios ¿Si respondió al hecho argumentado por Wagner, esto es que no contó con un plan previo, es posible que pueda ponerse en marcha una columna de más de doscientos blindados en tan poco tiempo? ¿Y si no es así y se trata de una movida programada, pudo haber pasado todo esto desapercibido para el Servicio Federal de Seguridad que además de ser el heredero de la KGB es un servicio secretos que está entre los más calificados del mundo?

Lo cierto es que, apenas la situación tomó estado público, el mensaje del presidente ruso fue claro y durante toda la jornada el Kremlin estuvo en contacto con los mandatarios de las ex repúblicas soviéticas del Asia Central y el Cáucaso, pero también se supo que Vladímir Putin recibió la llamada de sus pares turco e iraní, Recep Tayyip Erdoğan y Ebrahim Raisi, así como del liderazgo de las milicias chiitas que combaten contra Isis en Irak, Siria y Líbano, lo que habla sobre el verdadero alcance regional y global que podría tener un acto de desestabilización en Rusia.

Pero también recibió el apoyo explícito de la mayoría de la dirigencia empresarial, sindical, social, religiosa y política de su país, entre ellos el del titular del Partido Comunista que es el segundo bloque parlamentario de Rusia, Guennadi Ziugánov.

¿Pero qué actitud adoptó el Kremlin ante el avance de la columna de Wagner? En todo momento buscó evitar un enfrentamiento armado, sólo movilizó a efectivos policiales y de la Guardia Nacional, así como de las milicias chechenas que comanda Ramzán Kadírov quien, bueno es mencionarlo, está enfrentado con Prigozhin. Pero en términos futboleros, los chechenos se limitaron a hacer sombra, ya que aunque se movilizaron hacia Rostov, lo hicieron con la suficiente cautela como para evitar entrar en combate.

De todos modos y conforme pasaban las horas, crecía la tensión y ahí es donde apareció Lukashenko quien hizo las veces de mediador entre el Kremlin y su viejo conocido Prigozhin. Y en este punto, tan rápido como había comenzado, la Marcha de la Justicia dio la vuelta para volver a sus bases de despliegue “según el plan”, tal como lo confirmó entonces el propio Prigozhin.

¿Bajo qué condiciones lo hizo? El acuerdo, tal como lo reveló el Kremlin, estipula que cesan las acciones judiciales por sublevación que se habían iniciado contra Prigozhin quien ya se encuentra en Bielorrusia, también que las fuerzas de Wagner regresen a sus posiciones en el frente y que ninguno de sus miembros va a ser procesado penalmente y tal como a su jefe “se le respetará el tratamiento que merecen por sus hazañas”. Por su parte los miembros de Wagner van a poder firmar contratos con el Ministerio de Defensa para integrarse a las fuerzas rusas regulares, algo que para muchos preanuncia la disolución de esta compañía militar privada o bien que deje el frente del Donbaas para focalizarse en las tareas que viene desarrollando en el Sahel y Siria. De este modo y al menos por ahora, parece haber quedado superado el conflicto abierto entre Ministerio de Defensa de Rusia y el jefe de Wagner, aunque se abre una incógnita acerca de si se trató de un hecho aislado o si el pronunciamiento que protagonizó puede ser la punta de un iceberg, que remita a una toma de posición de mayor envergadura que podría esperarse por parte de los sectores ultranacionalistas rusos con los que el bloque que encabeza Putin mantiene un equilibrio inestable.

 

Golpe a golpe…verso a verso

 

Quienes tenemos algunos años, lamentablemente asistimos a más de un Golpe de Estado tradicional y en todos los casos vimos que se cumple con algunas reglas que son de manual. Los golpistas buscan controlar los medios de comunicación, las centrales de telefonía, rutas troncales y aeropuertos, así como edificios de la administración pública, destacamentos policiales y cuarteles militares. Y, en este caso, nada de esto pasó, con excepción de lo que aconteció en Rostov del Don, donde efectivos de Wagner ingresaron al edificio Estado Mayor del Distrito Militar del Sur, pero sin interferir con las actividades que la comandancia del Ejército regular ruso llevaba a cabo en el lugar, en el contexto de la operación militar especial que Rusia emprende en el Donbaas.

Y es en este punto en el que vale la pena formular algunas preguntas, ya que si la Marcha fue una apuesta a todo o nada con la que pretendió una salida elegante y evitar ser llevado a juicio, sin dudas que Prigozhin cumplió holgadamente con su objetivo ¿Pudo tener a priori un guiño por parte de la facción más concentrada de la clase capitalista que actúa en Rusia, la que el esquema político del actual gobierno denomina despectivamente “los oligarcas” y que es aquella que tiene algunas facturas que pasarle a Putin? ¿Prigozhin puede haber estado operado por servicios secretos de Europa occidental y EE.UU.?

A juzgar por la reacción de desconcierto que exhibieron durante todo buena parte del sábado el Departamento de Estado de EE.UU. y otros centros neurálgicos de la Otan, e incluso el régimen de Kiev, esta hipótesis parece no muy consistente.

Y, en este sentido, también va la reacción que tuvieron las principales cadenas massmediáticas europeas y estadounidenses que, a falta de algo más sólido, se pasaron la jornada elogiando a Prigozhin al que hasta se animaron a llamar “héroe”. El mismo Prigozhin al que, hasta el día anterior, catalogaban de mercenario, criminal de guerra y genocida sobre todo tras la actuación que Wagner tuvo en la toma de Bajmut.

También vale preguntarse si el Kremlin prefirió dejar que Prigozhin haga la primera movida, para que se generen condiciones que le permitan resolver la interna que desde hace meses se vuelve cada vez más evidente entre Wagner y el alto mando operativo de la Federación y, de paso, pasar el plumero por parte de la cúpula de esos mandos. En este punto cabe señalar que por decreto presidencial, desde el l° de julio Wagner debe pasar a revistar bajo las órdenes directas del Ministerio de Defensa, algo que reduciría considerablemente el poder de Prigozhin quien desde hace rato no ocultaba la interna a cielo abierto que mantiene con la cartera a cargo de Serguéi Shoigú.

 

Impacto

 

Lo que pasó el sábado en Rusia tuvo impacto en toda la región y todavía resta por ver si puede modificar o no el cuadro de situación en la línea de contacto, donde las tropas rusas se encuentran con las que responden al régimen de Kiev que cuentan con el respaldo cada vez más evidente por parte de la Otan.

Está claro que si esta situación se resuelve en los términos que parece transitar ahora mismo, el poder del Kremlin y más precisamente el del bloque que lidera Puntin, puede salir fortalecido. Pero también lo es que si lo de Prigozhin fue un globo de ensayo manipulado por el bloque anglosajón, algo así podría convertirse en una chispa capaz de hacer detonar todo por el aire ¿Acaso apunta la Otan a que pase esto?

No hay que olvidar que Rusia es la potencia que posee más ojivas nucleares, por lo tanto y tal como lo viene advirtiendo el Kremlin, si la Otan decide entrar en una guerra convencional abierta, estaría transitando en un terreno muy peligroso. Y, más allá de la irresponsabilidad y el servilismo que demuestra buena parte del liderazgo europeo en relación a Washington, hasta para ellos esto sería ir demasiado lejos.

Por eso y aunque nunca se puede descartar ninguna hipótesis, la apuesta al fogoneo del conflicto interno y el golpe de Estado que devuelva a Rusia a una posición similar a la que tuvo con Boris Yeltsin sigue siendo un sueño húmedo de la Otan, pero también lo es para el sector de la clase capitalista (“los oligarcas”) que fueron desplazados del poder por el actual bloque gobernante.

Así las cosas, la balcanzación de Rusia nunca dejó de estar en la agenda de esos dos actores. Es que con el capitalismo consolidándose como un sistema-mundo, ya desde la segunda mitad del siglo 18 el universo anglosajón tuvo preeminencia, pero este escenario entra en crisis geoestratégica con la aparición de dos grandes jugadores que no son anglosajones: la Unión Soviética devenida en Rusia y la República Popular China (RPCh).

Hasta ahora esa situación se fue saldando por medio de guerras localizadas, pero con la profundización de la crisis sistémica que atraviesa al capitalismo, las fricciones localizadas amenazan con extenderse para proponer un enfrentamiento abierto entre los grandes jugadores.

¿Es una idea alarmista señalar que se asiste a un momento en el que un escenario de estas características podría ser inminente? La cosa es clara: hay zonas de enfrentamiento como la frontera ruso-europea donde cualquier chispa puede ser el detonante, pero por sobre todo esto existen causas estructurales económicas inherentes a la crisis del sistema que ponen a EE.UU. y Gran Bretaña contra las cuerdas, lo que explica buena parte de la actitud que estas formaciones estatales tienen respecto a Rusia, al tiempo que sirven para advertir que la salida bélica a esa situación es para ellas algo más que una hipótesis.

Es que como cabeza de ese universo capitalista y anglosajón, EE.UU. sigue siendo todavía la única potencia geoestratégica, geoeconómica y geopolítica, esto es la que tiene capacidad operacional de actuar en todos los puntos del planeta y casi en simultáneo. Esto le garantiza hegemonía, pero esto también está cambiando fundamentalmente con la irrupción sostenida de la RPCh y su plan estratégico 2025.

Pero asimismo con Rusia, que tras la decadencia en que fue sumergida después de la disolución de la Unión Soviética, desde hace dos décadas comenzó a reencontrar su papel geoestratégico, a reconstruir su espacio de influencia y a transformar su economía a partir de las reservas energéticas y de materiales que posee. Y este es un punto clave para comprender por qué el universo anglosajón, por medio de la Alianza Atlántica, pretende acorralar a Rusia, separarla de Siberia y todo su potencial natural, para completar el proceso de balcanización que comenzó con la disgregación del espacio soviético. Esto explica la razón por la que la Otan se empeña en construir una franja hostil a Moscú que vaya desde el Báltico al Cáucaso y que sea ideal para establecer un escudo misilístico ofensivo.

Esto también tiene otro objetivo que es separar a Europa de Rusia. Una articulación entre ambos jugadores, beneficiaría al bloque de formaciones estatales que integran la zona euro, ya que si los europeos se aliaran con Rusia, podrían acceder a energía y otros recursos y mercados de Asia, al tiempo que no precisarían de la tutela de EE.UU. En este sentido dos datos señalan con elocuencia de que EE.UU. no va a aceptar con facilidad que esto suceda: la irrupción del FMI en Ucrania y la voladura del Nord Stream.

La guerra que hoy se libra en Donbaas comenzó en 2014 con el derrocamiento de Víktor Yanukóvich, apenas acordó con Rusia la concesión de un crédito a Ucrania por quince mil millones de dólares, también que Moscú reduciría casi a la mitad el precio del gas que le suministraba y que un fondo estatal ruso compraría bonos de deuda ucraniana.

A un mes de consumado el golpe, el FMI concedió un préstamo de 18 mil millones de dólares a condición de que la Rada Suprema aprobara un paquete de ajuste y recortes que incluyó un terrible tarifazo en los servicios de gas y la electricidad. Esto se complementó con la promesa de una “ayuda” por 27 mil millones de dólares provenientes de la Unión Europea y Japón.

Por su parte, el Nord Stream fue construido por la empresa rusa Gazprom, en alta mar, para unir Víborg y la localidad alemana de Greifswald, sobre un trayecto de más de 1200 kilómetros, y está diseñado para suministrar gas de calidad y barato a Europa. Pero el 26 de septiembre de 2022 quedó inutilizado como consecuencia de un atentado que Zyuganov no dudó en definir como “un acto terrorista”. En esta misma dirección una investigación del periodista y ganador del Pulitzer Seymour Hersh, demostró que las explosiones fueron provocadas por un sabotaje perpetrado por EE.UU. Gran Bretaña y Noruega.

Así las cosas, en este reordenamiento forzoso que pretende imponerse desde la metrópolis del sistema capitalista todo vale y, después de todo, la guerra es una manera que exhibe drásticamente de qué va esto de la competencia intercapitalista que siempre provoca escasez y en este caso todavía más. Por eso representa también una herramienta eficaz a la hora de agredir, desalentar, disciplinar y destruir intentos de construir modelos relativamente alternativos al capitalista.

Y, al mismo tiempo, exhibe con crudeza el final de época de la fantasía socialdemócrata que tuvo su epicentro en Europa occidental, cuyo liderazgo acepta mansamente las imposiciones que llevan a la UE a refugiarse cada vez más en una dimensión financiera y en el sueño de un reverdecer neocolonial que facilite una nueva ronda de apropiación de la riqueza por cualquier medio, algo que no hace más que empujar a un preocupante desenlace bélico.