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Jue, May
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Desde el Partido Comunista de Gran Bretaña se advirtió sobre la crisis parlamentaria y el impacto que tiene en la economía de los trabajadores.

“La crisis política de Gran Bretaña refleja una crisis más profunda del Estado británico y sus instituciones”, dijo el presidente del sindicato ferroviario Alex Gordon quien además integra el Comité Político del Partido Comunista (PCB), al referirse a un escenario en el que no cesan los reclamos de los trabajadores estatales, mientras en el Parlamento tories y laboristas adelanta lo que puede ser un cimbronazo político que amenace al gobierno encabezado por Rishi Sunak.

Cabe recordar que hace poco más de un mes, los tories sufrieron una dura derrota en las elecciones de medio término en las que perdieron alrededor de mil bancas en los deliberativos comunales de 230 municipios, que quedaron mayoritariamente en manos de la oposición laborista, liberal-demócrata y verde.

“Mientras los conservadores se enfrentan a tres derrotas en las elecciones parciales, la clase dominante está preparando al Partido Laborista para el gobierno y su líder, Keir Starmer, proclama ser de izquierda mientras busca garantizar montones de dinero para las grandes empresas”. Y también fustigó a los Verdes que “han traicionado su oposición de larga data a la Otan”, ya que “promueven rigurosamente una agenda única a favor de la guerra, de las armas nucleares y contra la República Popular China”.

Asimismo, Gordon, advirtió que “la clase capitalista gobernante de Gran Bretaña ha perdido su papel dentro de la Unión Europea” para beneficiar un vínculo con EE.UU. y la Otan “pero los intentos externos de crear una relación económica, tecnológica y mediática exclusiva con EE.UU., están siendo rechazados por el presidente Joe Biden que busca aliados y mercados en otros lugares”.

Y fue claro cuando hizo hincapié en la difícil situación a la que esa clase “como defensora del neoliberalismo económico” arrastra al pueblo británico. Por lo que denunció “la dependencia parasitaria del capitalismo británico respecto a los servicios financieros, la inversión en el extranjero y la especulación a corto plazo que provoca un golpe contra el nivel de vida de los trabajadores, el empleo estable y los derechos democráticos”.

El panorama es complicado. A pesar de que se morigeró durante abril y mayo, el Índice de Precios al Consumidor británico se mantiene dentro de un rango que lo ubica entre los máximos de los últimos cuarenta años. Y, en este contexto, el Banco de Inglaterra que es el que hace las veces de banco central británico, anunció un nuevo aumento en las tasas de interés para ubicarlas en un cinco por ciento, para enfrentar a la persistente amenaza de la suba de precios en la economía.

Pero esta medida ya tiene un impacto negativo, ya que enciende luces de alarma en más de un millón y medio de personas que deben pagar créditos hipotecarios que se enfrentan a un aumento del orden del veinte por ciento.

Y esto vuelve a poner de relieve el problema de la vivienda que es uno de los principales que aquejan a los trabajadores británicos. Es que el alquiler promedio trepó a 2.501 libras esterlinas mensuales, algo así como 3.100 dólares, lo que es clave para los 2,7 millones de personas que alquilas vivienda sólo en Londres. Como correlato de todo esto, aparece un salto preocupante en la cantidad de desalojos que en mayo se verificó en la emisión de casi cuatro mil órdenes de desalojo.