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Marc Stanley, Gita Gopinath, Antony Blinken, Marco Rubio…todos ellos huéspedes de honor de la Presidencia Milei.

Se celebró el Día de la Antártida Argentina, en conmemoración de 120 años de permanencia ininterrumpida de nuestro país en ese continente en el que, durante las primeras cuatro décadas, fue la única ocupante permanente en lo que constituye uno de los principales argumentos para avalar los títulos de soberanía que ostenta sobre sus territorios antárticos.

Cabe recordar que desde que inauguró la primera estación científica en la Base Orcadas, ubicada en la Isla Laurie, el 22 de febrero de 1904, nuestro país tiene presencia permanente en la Antártida donde actualmente cuenta con seis bases permanentes: Carlini, Orcadas, Esperanza, Marambio, San Martín y Belgrano II, además de otras siete temporarias que son las bases Brown, Primavera, Decepción, Melchior, Matienzo, Cámara y Petrel.

Pero asimismo que Argentina es uno de los doce signatarios originales del Tratado Antártico que fue suscripto en Washington el 1° de diciembre de 1959 y que debe ser ratificado durante el año 2048.

El Tratado establece que la Antártida se debe utilizar exclusivamente para fines pacíficos, por lo que se prohíbe ahí toda actividad militar y los ensayos de cualquier clase de armas, al tiempo que resguarda adecuadamente la reivindicación de soberanía argentina en este continente frente a los reclamos superpuestos al nuestro.

Queda clara cuál es la importancia geopolítica, pero también geoestratégica y geoeconómica que tiene, pero asimismo que Gran Bretaña es la principal amenaza que presentan las legítimas reivindicaciones antárticas de Argentina que es una formación estatal bicontinental.

Por eso es que resulta inadmisible el silencio que sostuvo el gobierno nacional respecto a la reciente visita del ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, David Cameron, quien pasó por las Islas Malvinas a sólo un mes de haber estado en el Foro Económico de Davos, donde a cambio de una foto, Milei no planteó la reivindicación argentina sobre las Islas del Atlántico Sur que Londres usurpa.

“Fijamos Malvinas como un punto en una agenda con Cancillería para avanzar en soluciones sobre el tema”, dijo el presidente tras el encuentro, pero rápidamente fue desmentido por el Foreign Office inglés, que informó que en la reunión que sostuvieron Milei y Cameron, sólo se había hablado sobre temas comerciales. Esta posición no puede sorprender a nadie. Un par de meses antes de que La Libertad Avanza ganara las elecciones, cuando ya estaba confirmada como canciller de un eventual gobierno de ese signo, Diana Mondino fue entrevistada por el diario inglés The Daily Telegraph y aseveró que estaba a favor de respetar “los derechos de los isleños”.

En esta línea, al ser consultado por la presencia de Cameron en Puerto Argentino, el vocero presidencial Manuel Adorni, dijo que La Rosada “no tiene por qué opinar sobre la agenda de otros países”. Alguien debió avisarle que Malvinas es parte indisoluble del territorio soberano argentino y no de otro país, tal como lo recalca la Constitución Nacional.

Dentro de 24 años cualquiera de las partes consultivas del Sistema del Tratado Antártico va a poder solicitar la revisión del Tratado, pero también de todo su sistema normativo y en esa oportunidad para modificar cualquiera de sus aspectos va alcanzar con la aprobación de una mayoría relativa.

Y con este telón de fondo, mientras la clase capitalista que actúa en Argentina redobla su apuesta por la integración totalmente asimétrica que puede plantear el Occidente colectivo, Londres consolida sus posiciones en el Atlántico Sur a partir de la fortaleza que la Otan posee en Malvinas, en tanto que EE.UU. hace lo propio redoblando la presencia de su Cuarta Flota, de la que se espera para mayo la visita de uno de sus integrantes más destacados, el portaaviones USS George Washington que va a navegar aguas argentinas y a anclar en uno de nuestro puertos, en lo puede leerse como una explícita muestra de apoyo al gobierno que encabeza Javier Milei.


El avión y las monedas de oro


Pocos días antes de que Cameron pisara Malvinas, despegaba de Ezeiza el Boeing 747-300 matrícula YV3531 de la compañía venezolana Emtrasur, y lo hacía hacia EE.UU. como resultado de un decomiso ordenado por el juez Federico Villena, a partir de un pedido del Poder Judicial y el gobierno estadounidenses que fue avalado por la Presidencia Milei.

Como se recordará, se trata del avión de carga fabricado en EE.UU. que Venezuela adquirió a la iraní Mahan Air y que arribó hace más de un año y medio a Argentina, transportando autopartes para una plantad e la automotriz Volkswagen. Desde ese momento en connivencia con Washington, se montó una rocambolesca historia de espías que hizo que, sin que existiera denuncia formal por la comisión de algún delito, se retuviera a la aeronave y también a sus tripulantes. La tripulación pudo recobrar la libertad pero, en una clara maniobra de piratería, el avión fue a parar al Estado de La Florida.

Pero no es la primera vez en los últimos años que Venezuela es víctima de la piratería anglosajona. Durante 2019 y con la abierta complicidad de Juan Guaidó, Gran Bretaña robó buena parte de las reservas de oro, que la República Bolivariana tenía depositadas en el Banco de Inglaterra.

Fue a partir de una decisión del Tribunal Superior del Reino Unido de entregar 31 toneladas de oro venezolano a quien una banda de legisladores golpistas había autoproclamado “presidente encargado”. La cifra que se corresponde con algo así como un millón de dólares, continúa desde entonces las arcas de Gran Bretaña donde se contabiliza como reserva propia de respaldo.

Esta historia comenzó durante 2011, cuando Hugo Chávez anunció su intención de retirar las reservas venezolanas internacionales en oro de EE.UU. y Europa, para ponerlas a resguardo en otros lados como los sistemas de la República Popular China (RPCh), Rusia y Brasil.

La idea implicaba nacionalizar el oro para convertirlo en fondos nacionales y contactaba con el acercamiento al Brics que, ya por entonces, aparecía como un sistema que pretendía convertirse en alternativa, a punto tal que avanzaba en la creación el Nuevo Banco de Desarrollo que, por estos días, con sede en Shanghái preside Dilma Rousseff.

La idea de Chávez se anticipaba al momento que la crisis capitalista, que había estallado durante 2008, viviría pocos años después. Un estadio en el que la Reserva Federal de EE.UU. emite alocadamente dólares que cada vez tienen menos respaldo, mientras que los bancos centrales de formaciones estatales como la RPCh y Rusia, apuestan crecientemente al oro y a formas de articulación y complementariedad entre sus sistemas productivos y comerciales que eludan a la divisa estadounidense.

Pero no fue esta la primera vez en que Gran Bretaña se quedó con lo que no le pertenece. La invasión a Buenos Aires de 1806, produjo una ocupación de 46 días que alcanzaron para que la Corona británica robara el tesoro del Virreinato que actualizado a la tasa de interés promedio del Governor and Company of the Bank of England, asciende ahora a algo así como 86 mil millones de dólares. Esta millonaria cifra aportó al proceso de acumulación capitalista que, por entonces, tenía epicentro en Inglaterra. Y, como se ve, antes como ahora, capitalismo y piratería van de la mano.

Y si de piratería se habla, ahí aparece en estos día la foto de Cameron rindiendo homenaje a Margaret Thatcher en Malvinas, mientras que, casi en simultáneo, desfilaban por el despacho de Milei la subdirectora del FMI, Gita Gopinath, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y el senador del mismo origen Marco Rubio.

Todos ellos aplaudieron públicamente el ajuste, de hecho Blinken festejó que “Argentina decidió volver al lado de Occidente, del progreso, la democracia y la libertad”, en tanto que Rubio, quien asistió a Casa Rosada acompañado por el embajador estadounidense, Marc Stanley, describió al presidente como “un fuerte aliado de EE.UU. con un plan audaz para salvar a Argentina de un siglo de desastrosas políticas socialistas”.

Pero además de avalar públicamente al proyecto que está encabezando Milei, Gopinath y Blinken, coincidieron en hacerle algunas recomendaciones que constituyen una verdadera hoja de ruta para un gobierno que advierten, puede comenzar a tambalear, y que pueden sintetizarse en la frase “arreglá con la oposición: tenés con qué, pero sobre todo, tenés con quiénes hacerlo”.