Como en 2023, el actual presidente y Luisa González van al balotaje. “Si gana Noboa, hay altas posibilidades de que vayamos a tener un estallido social”, advirtió el analista Burno Soria y añadió que Revolución Ciudadana “debe dejar de creer que es la única izquierda y posibilitar la constitución de un bloque antifascista en base a un programa”.
Cuando todavía faltan revisar algunas actas, lo único cierto es que las Presidenciales celebradas el domingo pasado en Ecuador plantean un empate técnico, lo que augura una suerte de cuarta vuelta electoral entre los mismos candidatos que protagonizaron los comicios que en primera y segunda vuelta, definieron que Daniel Noboa completara el mandato que dejaba vacante la renuncia de Guillermo Lasso.
Lo cierto es que ahora, otra vez el neoliberal Noboa y la correísta Luisa González, quedaron cabeza a cabeza en la primera vuelta y van a tener que definir un balotaje de resultado incierto en medio de una sociedad altamente polarizada y atravesada por una crisis económica y social, donde la represión estatal está tan a la orden del día como aquella que ejercen bandas delictivas vinculadas al narcotráfico.
Así las cosas y en medio de un clima de incertidumbre, vale la pena preguntarse qué cartas tiene cada bloque para enfrentar la segunda vuelta prevista para el 13 de abril. “Quién tendría más posibilidades de crecer es Luisa González”, reflexiona el analista político y militante del Partido Comunista del Ecuador, Bruno Soria, quien añade que “sobre todo en la zona de la costa hay algunos segmentos en los que presenta más potencialidad, pero también si trabajan bien, pueden crecer en la Sierra Central que es donde se hizo fuerte la Conaie y el voto indígena a Leónidas Iza”.
Desde que en noviembre de 2023 Noboa entró al Palacio de Carondelet, empeoraron todos los índices que impactan en la vida cotidiana pero también otros de la macroeconomía. Cortes de luz, violencia institucional, territorios azolados por la narcodelincuencia y la expulsión de ciudadanos que pone a este país en el ojo del huracán de la crisis migratoria, son moneda corriente para una Presidencia atravesada por casos de corrupción y la disgregación de su propio bloque político. Pero pese a esto, Noboa ya está en la segunda vuelta.
“La población se ha polarizado bastante y tenemos un discurso fascista que se ha desarrollado durante los últimos años, que capta a un buen segmento del voto anti-correísta”, puntualiza Soria y añade que “desgraciadamente se ha creado esa narrativa que cala hondo en algunos sectores y, detrás de eso, están los neoliberales que apuestan a seguir con el desmantelamiento del Estado”, pero que también “cooptan a sectores medios empobrecidos”.
En este sentido, Soria explica que en las zonas más castigadas por la inseguridad hay una mejor votación para Revolución Ciudadana, ya que además “los sectores de la población que se ven sometidos a este tipo de violencia, son también los que sufren mayores índices de desempleo, desigualdad económica y han asumido mayor consciencia de clase, por eso asumen la necesidad de que se produzca un cambio”.
Y recalcó que “hay lugares en los que después de las cuatro de la tarde ya no se puede salir a la calle y son esos mismos lugares los que más afectados resultaron por los apagones de 2024, son los que peor la pasan por el desmontaje del Estado que se hizo de una manera sistemática durante los últimos siete años de gobiernos neoliberales que también redujeron casi hasta la anulación a la obra pública” (Ver Hora de apagar las velas y encender las calles).
Y en este punto fue claro cuando advirtió sobre la peligrosidad de que, de la mano del neoliberalismo, sigan profundizándose las políticas que impusieron los gobiernos de Lenin Moreno, Lasso y el propio Noboa. “De ganar Noboa en la segunda vuelta, hay altas posibilidades de que el próximo años vayamos a tener un estallido social”, remarcó.
Algunos meses antes de las elecciones Noboa rompió lanzas con quien hasta ese momento era su vicepresidenta, Verónica Abad, en un hecho que habla sobre la inestabilidad del bloque político que lo sustenta, mientras que Luisa González deberá tejer una urdimbre de alianzas tácticas sumamente compleja si es que quiere llegar con posibilidades a la cita de abril.
“Noboa prácticamente es un mini dictador, se ha burlado de la normativa electoral, debió sacar licencia para hacer campaña y siguió en la Presidencia, con la complacencia de las instancias de control que no han dicho nada”, señala Soria y aclara que “esto constituye un delito por el que alguna vez deberá ser juzgado”. Y sin dudarlo asevera que es el Ejército el poder interno que sostiene a Noboa “y a las medidas antidemocráticas que ha tomado burlándose de la propia Constitución”.
Por eso es que “si vuelve a ganar Noboa estaremos ante un gobierno dictatorial sostenido por el Ejército”, por lo que en ese escenario “sería cuestión de tiempo que las fuerzas populares vuelvan a aglutinarse y, con seguridad, tendremos un levantamiento indígena…y el reto entonces será que ese levantamiento sea indígena y popular”, ya que “de lo contrario tendremos una nueva derrota como las dos anteriores movilizaciones indígenas que fueron vencidas por el neoliberalismo”.
¿Pero qué es lo que le pasa a los ecuatorianos que viven cotidianamente en este escenario? “En las provincias que están azotadas por la violencia hay una desesperación por el cambio” sentencia Soria y añade que “se vuelve insostenible la presión social por ese tipo de situación y por la descomposición de la estructura del Estado”. Pero también es claro cuando hace hincapié en que buena parte de lo que pase en la segunda vuelta, “va a depender de la actitud de Revolución Ciudadana que debe dejar de creer que es la única izquierda y, sin arrogancia, tiene que posibilitar la constitución de un bloque antifascista que surja desde el campo popular”, así como que se construya un programa único “que posibilite derrotar al fascismo”, ya que en caso contrario “estaremos ante una nueva derrota y la imposición de más medidas neoliberales y atipopulares en medio de una mayor militarización de la vida social y el saqueo deliberado del Estado ecuatoriano”.