Con protestas en distintas universidades del mundo contra el genocidio en Palestina, los estudiantes vuelven a tomar protagonismo en la resistencia contra el neofascismo ¿Puede repercutir esto en el estudiantado argentino que lucha contra la privatización del sistema educativo que busca imponer la Presidencia Milei?
La situación que vive la población de la Franja de Gaza provoca protestas en universidades de varios países del Norte Global pero también en otros de nuestra región. Esto se inscribe en un movimiento que crece a partir de las movilizaciones que, sobre fines de abril, se iniciaron en la Universidad de Columbia en Nueva York, desde donde se propagaron por instituciones de EE.UU., pero también en Canadá, México, España, Reino Unido, Suiza y Francia.
Hubo marchas por tal motivo en Madrid y otras ciudades españolas que estuvieron convocadas bajo la consigna “alto al genocidio”, que es la misma que llevaron quienes se movilizaron en París, Berlín, Roma y Copenhague.
Con este telón de fondo los actos de represión como los que fueron perpetrados contra alumnos de la Universidad de la Sorbona, fueron denunciados por la Unión de Estudiantes Comunistas de Francia (UEC), como “una dinámica más pronunciada de control político sobre los entornos de educación superior”. Y, en EE.UU., ya son más de dos mil los estudiantes de diferentes universidades que fueron detenidos en las protestas llevadas a cabo contra la masacre que el Estado de Israel perpetra en la Franja de Gaza.
Y mientras Washington y Tel-Aviv continúan perpetrando un verdadero genocidio contra el pueblo gazatí, la Presidencia Milei se alinea con ellos tal como quedó reflejado con la reciente postura que, a contrapelo de la tradicional posición de nuestro país, tuvieron los representantes de Argentina en la ONU cuando votaron en contra de la adhesión de Palestina como Estado de las Naciones Unidas (Ver Apoyo de Milei a los genocidas).
Todo el que protesta contra el genocidio que perpetra el Estado de Israel, es pasible de ser estigmatizado como “antisemita”. Ante las movilizaciones universitarias, el presidente de Israel, Isaac Herzog, se rasgó las vestiduras al señalar que “instituciones académicas prominentes” de Estados Unidos están “contaminadas por el odio y el antisemitismo alimentados por la arrogancia y la ignorancia”.
Mientras tanto, la preocupación que este movimiento provoca en Washington, resulta inocultable en un año electoral. Los estudiantes, incluyendo jóvenes musulmanes y judíos que no comulgan con el sionismo religioso tardío, se cuentan en un potencial electorado demócrata que a Joseph Biden podría escurrírsele entre los dedos a raíz de su apoyo a Israel.
Y, en simultáneo, se verifica una creciente persecución contra autoridades universitarias a quienes se acusa de no hacer lo suficiente para “combatir el antisemitismo”. Esto ya provocó la dimisión de la presidenta de la Universidad de Pensilvania, Elizabeth Magill, y de su homóloga de Harvard, Claudine Gay.
Quizás, tal como pasó a fines de la década de los 60 del siglo 20, las protestas actuales pueden estar señalando un cambio en la actitud de una parte de la sociedad hacia la guerra y la violencia, así como en la forma en que la sociedad percibe y responde a los conflictos internacionales que promueve EE.UU.
Pero también es probable que este tipo de manifestaciones pueda estar anunciando que hay un cambio de época que comienza a ponerse en marcha. Sólo el tiempo dirá si se consolida y cuál puede el impacto que tenga en la sociedad estadounidense y a escala mundial.
¿Pero acaso pueden ser tomadas como un camino a seguir las experiencias de lucha que tienen lugar en EE.UU. y Europa? En este contexto, Argentina lucha su propia batalla, porque si bien todavía no hay grandes manifestaciones estudiantiles que enarbolen la bandera de la causa Palestina, la Marcha Federal Universitaria del 23 abril dejó un antecedente interesante, al tiempo que tuvo una significativa repercusión en otras latitudes.
Pero de todos modos, no hay duda que se vienen generando en el mundo y también en Argentina, condiciones para que el movimiento universitario sea protagonista de este particular momento de lucha contra los proyectos privatizadores y mercantilizadores de la vida humana que propone el capitalismo en su fase neoliberal más cruda.
Particularmente en nuestro país, se trata de una tarea compleja pero pese a esto, el estudiantado exhibe que avanza hacia una toma de conciencia, ante el peligro inminente que corre el sistema público, universal y gratuito de educación, en particular en lo inherente a las universidades que ya están en zona de riesgo por el ajuste perpetrado por la Presidencia Milei.
La lucha continúa
Y, en este contexto, el jueves que viene se va a llevar a cabo una nueva jornada de lucha convocada por el Frente Sindical de Universidades Nacionales, que va a estar precedida por otra en la que se van a visibilizar las demandas del sector por medio de de una marcha que va a realizarse la noche previa.
Al respecto, el Frente sostuvo que la propuesta que hizo el Gobierno Nacional para resolver la cuestión presupuestaria de la UBA “muestra que la contundencia de la marcha del 23 cambió las condiciones de negociación” pero, aclaró, “ahora falta el presupuesto de todas las universidades del país, el salario de docentes y no docentes y las becas para que las y los estudiantes puedan ingresar, permanecer y graduarse”. Y recalcó que “no podemos esperar más”.
Cabe señalar que el miércoles pasado, el Consejo Directivo de la UBA, resolvió suspender la emergencia presupuestaria que se había declarado el 10 de abril, después de que recibiera un refuerzo económico por parte del Gobierno Nacional, pero otras sesenta universidades mantienen sus demandas de mayor presupuesto que es lo que necesitan para poder seguir funcionando.
La decisión de la UBA no cayó bien entre el resto de las universidades que por medio del Consejo Interuniversitario, consideraron que la iniciativa gubernamental es “inadmisible y provocadora”, ya que busca dividir el frente que construyeron las casas de altos estudios.
El acuerdo que consiste en una recomposición de casi el trescientos por ciento de los fondos para los gastos de funcionamiento, fue anunciado por el vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti, quien además es diputado por el sector de la UCR que responde a Martín Lousteau, cuyo voto puede ser clave para dirimir el destino del Proyecto de Ley Bases 2 que la Presidencia Milei espera consagrar en el Senado.