Es lo que asevera el rosarino Carlos del Frade, legislador, escritor y agudo periodista destacado por sus investigaciones sobre el entramado mafioso de Santa Fe. Forma parte del Frente Amplio por la Soberanía que también integra el PC y dialogó con Nuestra Propuesta sobre ese espacio político, el Plan Bandera, Pullaro y su reforma constitucional, Milei, el narco, el asesinato de Pillín Bracamonte y la vía navegable del Río Paraná.
—¿Por qué nace el Frente Amplio por la Soberanía, qué necesidad política explica su construcción?
—El Frente Amplio por la Soberanía es la continuidad del Frente Social y Popular con el cual logramos dos bancas legislativas por primera vez, junto a la compañera Mercedes Meier que venía del Partido del Trabajo y el Pueblo, después de habernos iniciado en política con la gran épica que constituyó Pino Solanas, allá por 2007, que fue Proyecto Sur. Desde ahí nuestra bandera fue siempre la de una izquierda nacional, es decir que enfrente en el territorio de lo cercano y lo lejano a la explotación capitalista contra la gente común, los trabajadores y trabajadoras, pero también la explotación irracional de la naturaleza. Al mismo tiempo, hacerlo desde una marcada posición antiimperialista de defender lo nacional, por eso decimos que somos una izquierda con una profunda pasión nacional, porque entendemos lo que significa la dependencia de los pueblos del Tercer Mundo, con lo cual la lucha siempre es por la liberación nacional, la liberación de los pueblos del sur. Y por otra parte, la lucha también es en contra de la crueldad del capitalismo desde lo cercano a lo lejano.
Por eso somos un espacio de izquierda nacional que claramente encontró un lugar muy importante en la política santafecina por las claudicaciones que tuvieron el radicalismo, el socialismo y el peronismo. Por lo tanto fuimos creciendo y de los primeros sesenta mil votos que habíamos sacado, llegamos a 132.278 votos y por eso hoy somos un espacio que tiene once organizaciones sociales y políticas. Y nos seguimos constituyendo en una herramienta de transformación de la realidad, cuestionando una política de saqueo a nivel nacional y provincial que está a favor y al servicio de la explotación irracional de intereses, por sobre todas las cosas extranjeros, pero asimismo de la demolición de los derechos laborales y ambientales. Por eso éste es un espacio que va a seguir creciendo ante la resignación de muchos sectores de la política tradicional.
—¿Qué hay detrás del Plan Bandera que tiene sus principales caras visibles en Pullaro y Bullrich?
—El llamado Plan Bandera que lleva adelante la ministra Patricia Bullrich a nivel nacional, de la mano de Javier Milei y el gobernador de la provincia de Santa Fe Maximiliano Pullaro, no es más que la repetición del Plan Colombia ideado por EE.UU. como doctrina de seguridad continental, después de lo que fue la Doctrina de Seguridad Nacional que inauguró todos los terrorismos de Estado en América Latina. Pero el Plan Bandera es un diseño que pone como supuesto enemigo al narcoterrorismo y, de esa manera, persigue a los sectores medios y a los sectores populares, haciendo de los ejércitos policías nacionales al servicio más de la represión y el control social, antes que de políticas públicas de seguridad. Esto se implementó en México, en Colombia, Brasil, Perú y Ecuador con resultados desastrosos, porque el narcotráfico es uno de los negocios inherentes al capitalismo. El narcotráfico alimenta el treinta por ciento del sistema financiero internacional y nunca será atacado por el capitalismo. Se dice que se ataca al narcoterrorismo, pero en realidad lo que se combate son las bandas narcopoliciales barriales que aparecen y desaparecen, pero el negocio que está por arriba nunca se toca. Nunca son allanados los eslabones superiores que van desde bancos a grandes bufetes de abogados y contadores, que tienen en las exportadoras a sus principales puntos de referencia para exportar la producción desde distintos lugares de América Latina hacia el resto del mundo. Por eso, con la excusa del combate al narcotráfico, el Plan Bandera viene a generar control social sobre las poblaciones.
—¿Cómo se vincula, si es que lo hace, la mirada que expresa el Plan Bandera con el entramado político y judicial mafioso enquistado en la provincia que, reiteradamente, denunció el Frente Amplio por la Soberanía?
—Lo que venimos denunciando es que el Plan Bandera le viene como anillo al dedo a la política de encubrir el delito de guante blanco, como lo que pasa especialmente por los 34 puertos que tiene la provincia de Santa Fe en los setecientos kilómetros de costa que tenemos sobre el Río Paraná. Entonces se encubre hacia arriba y se pone control social en los barrios más humildes. Por eso es que a nosotros nos parece que esta manera de generar política a través del control social le sirve especialmente a los lavadores de dinero, a los fugadores de dinero, algo que tiene su caso más típico a nivel provincial y nacional en Vincentín que, dicho sea de paso, sigue al frente del puerto de la ciudad de Rosario por el cual durante los últimos seis años salieron cuatro toneladas de cocaína que fueron detectadas no aquí, sino en distintas partes del mundo. Así que el Plan Bandera es absolutamente funcional a eso que nosotros llamamos el PUS, esto es el Partido Único Santafecino en donde están relacionadas las estructuras corruptas del Poder Judicial, el poder eclesiástico, del poder mediático y por supuesto del poder político.
—En el contexto que proponen las dos preguntas anteriores, ¿qué lectura se puede hacer del asesinato de Pillín Bracamonte?
—El asesinato de Pillín Bracamonte, el 9 de noviembre pasado, fue un momento muy fuerte en la historia político-criminal de Rosario, porque Pillín Bracamonte fue el único barrabrava que estuvo más de veinticinco años en el poder de una barrabrava de un club de fútbol de primera división, ni siquiera Rafael Di Zeo se puede acercar a eso. Por lo tanto desarrollaba negocios no sólo en la cancha chica del fútbol, sino en la cancha grande de la realidad. Era la expresión individual de una serie de negocios que van del narcotráfico a lo que significa la extorsión por medio de la violencia para que distintos empresarios se hicieran proveedores del Estado santafecino como pasó con Dutra (Roberto) y su empresa Poet, dándole servicios de catering permanente a hospitales de la provincia de Santa Fe, ganando esas licitaciones por la presión por violencia que ejercía Pillín Bracamonte sobre sus potenciales competidores. Es un hombre que también estuvo vinculado con el lavado de dinero con dirigentes sindicales corruptos de la Uocra y nada menos que en la participación millonaria en euros de pases de jugadores de fútbol muy importantes, entre otros, el de Di María.
Es decir que hablamos de un océano de dinero que hay por detrás de Pillín Bracamonte. Y lo que se pone en evidencia ahora es la lucha por ese dinero, pero también la lucha en los barrios para ver quiénes se van a quedar con esa herencia, por abajo, esto es en el mundo del narcomenudeo y de las bandas narcopoliciales barriales. Por eso comenzó a abrirse un momento de densidad más fuerte en la provincia donde más allá de lo que efectivamente fue una reducción de homicidios en un 65 por ciento, después del doble asesinato de Pillín y del Rana Attardo se produjeron ocho homicidios y se han generado hechos intimidatorios como el arrojar bombas incendiarias en distintos lugares de la ciudad, que van desde una comisaría hasta la parroquia de un cura sanador muy famoso en estos lares, que es el padre Ignacio.
Así que claramente, detrás del asesinato de Pillín Bracamonte hay muchos intereses económicos, políticos y también -por supuesto- ilegales, porque los que terminaron siendo los titiriteros de ese asesinato, los que están detrás de este crimen, posiblemente sean personas que estén vinculadas con el principal grupo que hay hoy del narcotráfico de América del Sur, el principal y el más sanguinario de todos, que es el Primer Comando Capital que es además es el que se encarga de transportar por el Río Paraná la mayor cantidad de cocaína hacia distintos lugares del mundo. Los títeres macabros que lo ejecutaron, posiblemente sean integrantes de una banda de la zona oeste de Rosario.
—¿Por qué motivo Pullaro propone una reforma constitucional? ¿Qué expresa el texto que se intenta aprobar?
—La reforma constitucional que lleva adelante el gobierno de Pullaro, no solamente busca la idea de la perpetuación del poder, sino algunos cambios formales aunque ninguno estructural en la provincia de Santa Fe, porque es un gobierno radical de derecha que lamentablemente sigue la matriz de saqueo del gobierno de Milei. Por lo tanto, lo que propone esta reforma constitucional acotada, limitada, es hacer algunas cuestiones formales y ojalá que se pueda pelear para dejar en el texto la mayor cantidad de derechos conquistados en estos 41 años de democracia.
Igualmente, el texto de la definitiva Constitución no está redactado y ahí hay que pelear para que aparezca la mayor cantidad de derechos y tratar de profundizarla en lo que tiene que ver con el dominio de los puertos, la propiedad de la tierra y lo que significa la soberanía económica de la provincia de Santa Fe. Hay cuestiones claves como el Banco Provincia de Santa Fe y una legislación laboral, también el derecho ambiental que son algunas de esas cuestiones sobre las que hay que trabajar para asegurar que queden a buen resguardo.
—¿Qué representa para Santa Fe y para el país el llamado a licitación para volver a privatizar la Vía Navegable Troncal del Río Paraná? ¿Quién gana y quién pierde con eso? ¿Por qué?
—El nuevo proceso de licitación nacional e internacional por el dragado, balizamiento y peaje del Río Paraná con ausencia absoluta del Estado nacional como vemos que dice el pliego 709 que fue publicado en el Boletín Oficial el 20 de noviembre de 2024, marca que los ganadores van a ser las multinacionales que están a cargo de los casi 79 puertos que tienen las siete provincias vinculadas con el Río Paraná. La ausencia del control del Estado, hará que las multinacionales publiquen lo que se les de la gana sobre el material legal importado y exportado, por lo tanto van a pagar menos impuestos y van a tener más ganancias. Y en forma simultánea aparece la política de seguridad, porque van a ser las propias empresas las que terminen viendo si hay o no hay narcotráfico, con lo cual vamos a tener varios problemas económicos y también en materia de seguridad.
—¿Quién es el dueño del proyecto que se implementa por medio de la Gestión Pullaro?
—En realidad el dueño o los dueños del proyecto que se implementa a través de Pullaro pueden ser varios. Hay sectores como especialmente el agroindustrial vinculado con lo extranjero que se expresa en la Bolsa de Comercio de Rosario, pero también hay intereses inmobiliarios, intereses de dueños de las tierras del norte de la provincia de Santa Fe, sectores vinculados con otros intereses especialmente bancarios. Estos son los sectores que, generalmente, han dominado la provincia y que se expresan detrás de la Gestión Pullaro.
—¿Hacia dónde va Santa Fe de la mano de ese proyecto?
—Con este modelo, la provincia de Santa Fe va a concentrar riquezas cada vez en menos manos y va a generar cada vez más pobreza. De hecho el primer año de la Gestión Milei, Pullaro termina en la provincia de Santa Fe con trescientas mil personas más por debajo de la línea de la pobreza que las que había a finales de 2023. Hoy están sumando 961 mil las personas que no le empatan al fin de mes y eso es tremendo en una provincia en la que, durante los primeros nueve meses, se exportó 12.400 millones de dólares de producción propia de lo cual le queda prácticamente nada, porque la Constitución Nacional todavía tiene el artículo 126 en donde se le prohíbe a las provincias cobrarle a las exportadoras.
—Si se consolida ese proyecto ¿qué incidencia puede tener en la reconfiguración del esquema de representación política a nivel nacional?
—A nivel nacional seguramente habrá una proyección de Maximiliano Pullaro y todo lo que representa hoy este radicalismo que tiene muy pocas políticas de transformación en serio y que, a lo sumo, puede llegar a tener algunas maneras de mirar lo formal político diferentes al gobierno de Milei. Por eso se va a presentar como un modelo más racional de continuidad a las políticas de Milei a la hora de recortar, sobre todas las cosas, derechos laborales y no solamente dentro del Estado, sino afuera del Estado también. Entonces es posible que Pullaro amanezca como una figura de recambio más racional que Milei a fines de 2027.
—¿Qué hay del diseño Región Centro que pretenden exhibir Pullaro, Llaryora y Frigerio? ¿Es algo sólido y con posibilidades de ser sustentable o es sólo un globo con el que se busca atender necesidades coyunturales?
—La Región Centro tiene una potencialidad muy grande, fundamentalmente, por lo que significaría un proyecto que sea diferente al nacional que está subordinado a la planificación que baja EE.UU. a través de sus principales empresas. En esto no hay muchas diferencias: ni Entre Ríos, ni Córdoba o Santa Fe presentan un proyecto de desarrollo propio que se enmarque en una especie de proyección latinoamericana de Patria Grande que fue el viejo sueño, incluso, del propio Alfonsín a quien tantas veces hace mención Pullaro.
La provincia de Santa Fe y la Región Centro está siendo pensada desde afuera y de ahí es donde se acomodan como la forma más manejable para el poder económico los gobiernos de Pullaro, Llaryora y Frigerio. Con ellos el fondo de las cuestiones económicas, sociales y políticas van a ser van a ser marcadas más desde afuera que desde adentro, este es el peligro grave, porque la dependencia siempre se termina haciendo brutal por más que en las formas, en un primer momento, puedan aparecer como menos crueles.
—¿Cuáles son los actores sociales de Santa Fe con los que se puede construir un bloque que sea capaz de oponerse al proyecto que viabiliza la Gestión Pullaro?
—En la provincia de Santa Fe, como en toda la Argentina, hay que barajar y dar de nuevo. Las identidades políticas que sigan reivindicando a las viejas estructuras de los partidos nacionales y populares, van a tener que encontrar un lugar en donde se puedan fusionar esas experiencias emancipadoras, tanto en los niveles locales como en el nacional, así que en esos bloques que uno puede llegar a imaginar seguramente habrá sectores sociales y eclesiásticos diversos, también culturales y ambientalistas, sectores de defensa de los derechos de género y de diferentes minorías sexuales como se expresa habitualmente. Y, por supuesto, sectores políticos que seamos capaces de salir de aquello que quieran mandar siempre desde Buenos Aires, haciendo que este país profundamente… asquerosamente unitario que depende siempre de alguien que decida desde Buenos Aires, deje de serlo. Porque la única manera de transformar a la Argentina es desde adentro hacia fuera y no al revés. Entonces eso es indispensable, la necesidad está y el asunto es bancarse estos momentos de clamar en el desierto. Pero como siempre decimos nosotros: que nos vean clamar en el desierto, porque más temprano que tarde vamos a estar menos solos, seguramente.
—¿Es usted optimista, cree que se puede construir un bloque lo suficientemente sólido como para dar esa disputa?
—No cuenten conmigo para ningún tipo de pesimismo ni de resignación. Está en juego lo que nosotros amamos que son nuestras hijas y nuestros hijos, así que hasta el último momento de nuestra vida vamos a seguir peleando para transformar la realidad, para que la recuperación de nuestra riqueza sirva para realizar nuestros sueños. La única manera de democratizar la felicidad, en primer lugar, es a partir de recuperar la soberanía de la cabeza: pensar por nosotros mismos un proyecto propio para, a partir de allí, recuperar riquezas y producir esta necesidad de la transformación de la sociedad santafecina y argentina a favor de esto que nosotros sintetizamos en esta frase “la imprescindible necesidad de democratizar la felicidad”.