De palos para todos a paliativos para pocos. Una conferencia de prensa con gusto a nada. Megadevaluación, remarcación de precios, ataque al bolsillo y una crisis financiera que amenaza con convertirse en bancaria. Retenciones y renta financiera, hay de donde sacar para compensar lo que perdieron los sectores populares.
Mauricio Macri dio hoy una conferencia de prensa en la que anunció un paquete de medidas paliativas, ante la crisis generada por sus políticas tras la derrota en las Paso. Ahí, después de culpar a los argentinos y a la oposición por la suba del dólar tras los comicios, esta mañana -con ayuda de teleprompter- leyó un discurso en el que pidió redoblar los esfuerzos y seguir “caminando juntos”.
En búsqueda de recuperar su imagen, el presidente pidió disculpas por sus declaraciones anteriores, reculó tras la derrota y le otorgó un mensaje a distintos sectores.
Por un lado, es evidente que su núcleo duro lo empujó a realizar un cambio en el sentido de sus palabras, para que abandone la agresión hacia el pueblo tras el triunfo de Alberto Fernández.
Por otro, los paliativos que anunció el ex jefe de Gobierno, se dan en un contexto en el que buscan más apoyo externo y evalúan la posibilidad de pedirle un préstamo directo a la Reserva Federal de EE.UU., según informó Tiempo Argentino, para recuperarse de la paliza en las primarias.
A su vez, desde su espacio, le informaron tras la derrota que si Fernández baja tres puntos y Macri los sube, existe la posibilidad de alcanzar un balotaje.
Estos manotazos de ahogado de Cambiemos, lo encuentran en un contexto poselectoral en el que los principales medios financieros del mundo se distancian de un gobierno al que respaldaron desde 2015 y están interesados en conocer los planes del candidato del Frente de Todos.
“Después de la paliza del domingo en las primarias obligatorias que ofreció una buena muestra sobre las posibilidades electorales para el presidente en ejercicio, Mauricio Macri, Wall Street está convencido de que el tipo está de salida”, sostiene un artículo publicado ayer por Forbes, revista estadounidense especializada en el universo de los negocios y las finanzas.
“Vamos a elevar el salario mínimo”
Una de las medidas que Macri prometió es el aumento del Salario Mínimo, Vital y Móvil (Smvm), que en diciembre de 2015 se encontraba en 5.588 pesos, lo que representaba 558 dólares.
Ahora, se ubica en 12.500 pesos, esto es, algo así como 198 dólares, como producto del aumento en el precio de la divisa norteamericana, lo que lo lleva a ser uno de los más bajos de la región.
Además del aumento del Smvm, Macri propuso la inyección de dos mil pesos en septiembre y octubre, suba en el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, aumento de la Beca Progresar, de la Asignación Universal por Hijo y una posibilidad de que las pymes financien en diez años su deuda impositiva con la Afip.
Queda claro que es sólo un paquete de paliativos que no habla de los precios de los alimentos y de qué va a suceder con los montos de las tarifas que, en todos los casos, están atados al precio de la moneda estadounidense.
Actualmente, la economía argentina está dolarizada y cualquier movimiento de dicha moneda impacta en los precios básicos de la canasta alimenticia y los servicios. Así se vulnera cada vez más la calidad de vida y se destruye el salario real, sobre todo, ante una brutal inflación que ya está espiralizada.
El Gobierno Cambiemos aparenta modificar su rumbo, pero no hace más que ratificar que vino a ser el mejor representante de una etapa del capitalismo que, bajo la tutela del FMI, profundiza la transferencia de recursos de los que menos tienen hacia los sectores más concentrados del capital.
Así, mientras el pueblo recibe unos pesos que ya se devaluaron antes de llegar a los bolsillos, ellos se benefician con la corrida del dólar que les permite engrosar sus ganancias más y más, como los funcionarios del gobierno que embolsaron 366.238.642 millones de pesos con la última corrida.
Solo se favorece la fuga
Pero todo lo dicho hasta ahora es sólo una parte del panorama sombrío que impone la etapa terminal del Gobierno Cambiemos.
La constante devaluación del peso profundiza la inestabilidad y el riesgo país, que hoy es el segundo más alto del mundo.
Y, por su parte, la elevada tasa de interés del Banco Central, que se encuentra alrededor del 76 por ciento, contribuye a un combo muy tentador para que los patrones sigan eligiendo la timba financiera y abandonen la inversión local.
Así, durante el macrismo, se sigue destruyendo el mercado interno con el cierre de más de quince mil pequeñas y medianas empresas, según datos de la Afip procesados por el Cepa, lo que aporta a la confección de un horizonte sumamente peligroso.
Macri tuvo herramientas para frenar la corrida, pero en lugar de decretar feriado bancario e intentar acomodar –al menos lo posible- el desbarajuste que su propio gobierno provocó, prefirió hacer lo que hizo durante sus presentaciones públicas del domingo, el lunes y el martes.
Pero cuando advirtió que le soltaban la mano propios y extraños, y ante el peligro de que la corrida financiera se convierta en corrida bancaria, tuvo que tirar la escupidera.
Lo de hoy por la mañana es el máximo de sensatez al que puede llegar el Gobierno Cambiemos.
El costo fiscal de lo que anunció es insignificante, todavía más si se lo compara con el costo social que ya está provocando la megadevaluación, algo que –en el corto plazo- impactará negativamente en la recaudación.
Lo que hizo no es otra cosa que prometer que el segmento de trabajadores activos que están en blanco comiencen un camino –lento y sinuoso- que, en el mejor de los casos, puede llevarlos a recomponer sus salarios a niveles parecidos a los que tenían el viernes, antes de la corrida que el gobierno provocó.
Aquí es importante recordar que, tras la delegación de soberanía que hizo al ir a buscar al FMI, La Rosada está encorsetada en el paradigma de déficit cero que impone ese organismo internacional.
Pero debe quedar claro que el ejecutivo, aún en este escenario, tiene otras alternativas para frenar el impacto de la megadevaluación, incluso, en el contexto de descontrol de todas las variables que generó.
Pero para hacerlo de forma rápida, efectiva y sin provocar y un agujero fiscal que –entre otros tantos debe- se sumaría a la pesada herencia que dejará, debería meter mano a las retenciones al agro y a la renta financiera.
Son dos de los sectores que -desde diciembre de 2015- lograron prebendas y maximizaron su tasa de ganancia de una forma alarmante.
Pero esto es imposible, porque implicaría meterse con sus socios de clase y, más aún, con la propia facción de la clase capitalista que integra el Staff Cambiemos.