La gobernadora logró aprobar el Presupuesto 2019 a medida de las necesidades de las grandes empresas, en consonancia con las exigencias del FMI y con un ajuste más severo que el nacional que recae sobre los municipios.
Esta madrugada, entre gallos y medianoche –con el apoyo del massismo y de legisladores del PJ en ambas cámaras– la Legislatura bonaerense aprobó el Presupuesto 2019 de Cambiemos, que apuntala el “Proyecto Vidal” de cara a las elecciones del 2019.
De esta manera, la gobernadora logró imponer un plan de ajuste, transferencia de responsabilidades a los municipios y endeudamiento en sintonía con las demandas del FMI al país. Así, Vidal aparece como una de las mejores alumnas de Lagarde.
Esto tiene un contexto. La actitud de Macri ante la realización del G-20 en Buenos Aires y la estadía de los directivos del FMI en Argentina para supervisar las cuentas nacionales, dejan en claro el carácter dependiente del país en el contexto internacional.
Rubricado en el Congreso de la Nación el Presupuesto nacional 2019, los legisladores provinciales de Cambiemos aprobaron la hoja de ruta de gastos y recortes para el año próximo en la provincia. Como ya explicó NP diario de noticias, el Presupuesto se convertirá -en año electoral- en un arma primordial para someter a los municipios de cara a la campaña.
Si a grandes rasgos ya demostramos cómo es que la gobernadora usará discrecionalmente los fondos, especialmente los que Nación le girará como compensación del Fondo del Conurbano, resta saber cuáles son las matrices principales del Presupuesto con el que Vidal profundiza el ajuste y carga el peso de los recortes sobre los municipios.
Tal como consigna un informe elaborado por el Instituto para el Desarrollo Social Stella Maldonado de la CTA de los Trabajadores, el Presupuesto –en línea con los imperativos del FMI– se asienta en tres ejes rectores que son los mismos sobre los que la gobernadora viene sosteniendo su gestión desde el Ejecutivo.
A saber: dependencia de Nación respecto a los recursos, especialmente para obras y pago de salarios; ajuste selectivo a partir de la disminución del gasto público y el aumento del peso de los intereses de la deuda provincial; y continuar la política de endeudamiento en moneda extranjera, profundizando el esquema que los profesionales de la CTA bautizaron “esquema de deuda-deuda”.
Del mismo modo que lo plantea el Presupuesto nacional, el bonaerense garantiza, bajo toda circunstancia, el pago en tiempo y forma a los acreedores de los intereses de la deuda en detrimento de la inversión en áreas sumamente sensibles para la gestión de la política pública, como por ejemplo, salud, asistencia social y desarrollo productivo.
A este mecanismo hay que añadirle la transferencia de responsabilidades presupuestarias que se hace desde Nación a Provincia y de la provincia a los municipios.
Tal como explicó este diario, esta metodología es una de las premisas fundamentales del neoliberalismo: municipalización, es decir, descentralización de las obligaciones del Estado y privatización de aquellas tareas que los estados locales no puedan asumir.
El peso sobre los municipios
Así como el gobierno nacional recarga en gran medida el ajuste sobre las provincias, transfiriéndole responsabilidades en materia de subsidios de servicios públicos, el ejecutivo bonaerense hace lo mismo con los municipios y transfiere gran parte de estas responsabilidades y gastos.
Por ejemplo, tal como señala el informe de la CTA, traspasa “los aportes realizados al Ceamse, los costos de subsidios a la tarifa del transporte automotor y la tarifa social energética, al tiempo que los municipios también ven recortar sus fondos por la eliminación del Fondo Solidario Provincial.
Se trata de una transmutación regresiva del Estado en todos sus niveles, a partir de la transferencia de responsabilidades junto con el desfinanciamiento, que implica un fuerte condicionante a las finanzas de las comunas”.
Por ejemplo, en lo que atañe al Ceamse, el presupuesto de Vidal transfiere los aportes realizados a los 33 municipios del Amba que utilizan los servicios del Ceamse por un valor de 2.534 millones de pesos.
En lo que refiere a transferencia de los subsidios al transporte público, el ajuste –que los municipios terminarán cargando sobre los bolsillos de los trabajadores– asciende a 2.450 millones y el recorte sobre los subsidios a la tarifa social energética implica “un golpe a los municipios más pobres, focalizando el ajuste en las zonas con más carencias de la provincia”.
Probándose el traje
Vidal aprobó el Presupuesto después de haber sido una de las invitadas “estrella” del establishment en el G-20.
La gobernadora expuso, en el marco de las actividades de la cumbre, en un panel junto a la reina Máxima de Holanda, sobre “Rol de las finanzas en el empoderamiento económico de las mujeres”. Luego participó como oyente de una conferencia dictada por la titular del FMI, Christine Lagarde, en el “Foro de Inversiones”.
Las actividades que Vidal tuvo en el G-20 pueden enmarcarse en el denominado “Proyecto Vidal” que el establishment guarda como un as bajo la manga para garantizar la continuidad del programa económico neoliberal en Argentina.
Si ese as tiene que ponerse en juego en 2019 o 2023 dependerá de la coyuntura política y económica del país. La figura de Macri está sumamente desgastada y ya hay empresarios que integran el verdadero bloque de poder en Argentina que empiezan a medir la posibilidad de un recambio de nombres para continuar el plan de ajuste, entrega y represión en el país.
Vidal lo sabe y comienza a mostrarse cada vez más en eventos de trascendencia como una figura que puede “estar a la altura” de las demandas del bloque de poder. El G-20 fue una ocasión propicia para mostrar atributos de “liderazgo” y “humanidad” entre una Cumbre que tuvo como uno de sus principales objetivos maquillar lo mejor posible al capitalismo para que el lobo se parezca cada vez más a caperucita y no tanto a un cuadrúpedo que gruñe y muerde. Vidal algo de eso sabe.