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Vie, Abr
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Política
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La periodista Stella Calloni, de destacada trayectoria en el análisis y en la defensa de la soberanía de América Latina, dialogó con Nuestra Propuesta Diario y analizó las repercusiones de la Cumbre de las Américas realizada en Los Ángeles. Para la periodista, los cuestionamientos generales contra EE.UU. que se escucharon en la reunión constituyen "un dato político de absoluta relevancia en la actual coyuntura de América Latina".

-¿Qué interés tenía EE.UU. en realizar esta cumbre en su país en este contexto?

 

La Cumbre de las Américas nació del proyecto que había trazado EE.UU. para América Latina durante el último decenio del siglo 20, sintetizado en el proyecto del diseño de un Área de Libre Comercio de las Américas (Alca), que fue enterrado en Mar del Plata en 2005 y que en resumidas cuentas implicaba un retorno a la Doctrina Monroe. Se trataba de un proyecto de recolonización y de ampliación de la política imperial de EE.UU. La reunión convocada en Los Angeles, solicitada por Trump en 2018 luego de la Cumbre de Lima, forma parte de los intentos por parte de EE.UU. de reflotar el proyecto del Alca en la región pero bajo nuevas consignas y formatos, como parte de una tradición de injerencia. No obstante, hay que señalar que se trata de una tradición muy debilitada en este contexto histórico. Esto no quiere decir que Estados Unidos no sea la principal fuerza exterior que, con sus aliados internos, condiciona la vida y el desarrollo de los países latinoamericanos. Pero sí es muy importante señalar que la hegemonía yanqui está en crisis.

 

-¿Cómo repercute esta crisis en las políticas de Washington hacia la región?

 

El proyecto final de EE.UU. es siempre la dominación. Ahora los proyectos se piensan y se ejecutan de nuevas maneras, ya no es como antes que se pensaba en el despliegue de tropas. Aunque también conviven los viejos métodos, como el bloqueo y el sabotaje económico, como lo demuestran el caso de Cuba y Venezuela. Pero también se apuesta a nuevas maneras, mediante el financiamiento de ONGs, fundaciones y proyectos políticos y culturales para la inserción de las derechas locales, financiadas para favorecer los intereses de EE.UU. en la región. Estos elementos, utilizados primero en Europa, constituyen el conjunto de políticas que suelen ser sintetizadas bajo el nombre de golpes blandos. Esto es lo que explica la impresionante invasión de fundaciones privadas en todos los países, que reciben financiamiento, oficiando de enlace para los fondos norteamericanos destinados a comprar periodistas, jueces o al armado de coaliciones políticas antipopulares y antidemocráticas.

 

-¿Qué balance se puede hacer de lo que dejó la Cumbre?

 

La Cumbre fue un verdadero fracaso para EE.UU. Un fracaso enorme, de envergadura, con todas las letras. Y hay que decirlo bien claro y fuerte porque considero que todavía muchos sectores, incluso cercanos a posiciones antiimperialistas, no alcanzan a ver la dimensión de la crisis que atraviesa EE.UU. en su política hacia América Latina. Estamos en un momento histórico muy importante para América Latina, en el que renacen nuevas esperanzas. Hay dificultades, pero no hacer hincapié en la profundidad de algunos hechos es un error. Esta cumbre puso en evidencia que EE.UU. no controla la región a su placer. Las ausencias de México y Bolivia fueron notables. La decisión de López Obrador y Arce de no asistir en protesta contra las exclusiones antidemocráticas de Cuba, Venezuela y Nicaragua fueron complementadas con cuestiones que hicieron a la política exterior yanqui los presidentes de Argentina y Chile por ejemplo. EE.UU. organizó una cumbre en su casa y tuvo que escuchar, tanto por los presentes como por el peso de las ausencias, un cuestionamiento que fue mucho más fuerte que cualquier tipo de apoyo que hubiera podido conseguir, incluso por los gobiernos títeres de siempre. Un ejemplo rotundo del fracaso, que puede parecer anecdótico, es que no hubo consenso en la elaboración de un documento final. Solo en cuestiones relacionadas a la migración, algunos países suscribieron acuerdos multilaterales que incluyeron a España también. Pero se impuso el espíritu de no dejarse atropellar por la política de Estados Unidos y es un dato político de absoluta relevancia en la actual coyuntura de América Latina.