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Jue, May
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Política
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¿Cuánto nos puede salir a los argentinos la foto del presidente con Elon Musk? ¿Vale la pena tanta sumisión perruna ante el Eje Washington/Tel-Aviv/Londres? La reforma laboral: un medio, pero también un fin. Los trabajadores no tienen comité de crisis, pero sí una hoja de ruta que desemboca en un paro nacional.

El fin de semana cerró con el debut del comité de crisis que Javier Milei anunció desde EE.UU, después de que suspendiera la segunda parte de un periplo que según se preveía lo llevaría a Dinamarca. Y lo hizo a raíz de la situación desatada como consecuencia del contraataque con que Irán respondió a la agresión que el primer día de este mes perpetró el Estado de Israel contra la sede diplomática iraní en Damasco, que dejó un saldo de once personas asesinadas.

Milei estaba en territorio estadounidense donde primero fue reconocido como “Embajador Internacional de la Luz” por la comunidad Jabad Lubavitch y más tarde se dirigió hacia Texas donde se vio con Elon Musk. Y la tercera escala de su viaje debía llevarlo a Dinamarca, donde pensaba subirse a un F-16 estadounidense de segunda mano de los que el presidente espera que el Estado adquiera en una peligrosa toma de posición geopolítica, ya que sepulta el intento de adquirir los aviones supersónicos Mig-35 y de vehículos blindados 8x8 que Rusia le ofreció al país en 2021. Si se concreta la renovación de parte de la flota la Fuerza Aérea Argentina con los F-16 se va a profundizar la dependencia con EE.UU.: todos los repuestos, desde un tornillo hasta el armamento con que están dotadas estas naves, va a tener que contar con el visto bueno del Pentágono, esto es con la Alianza del Atlántico Norte que es la misma organización que posee una base en el territorio argentino de las Islas Malvinas, que está ocupado por Gran Bretaña que junto a Washington lidera la Otan.

El Reino Unido es la formación estatal con la que Argentina tiene abierta una hipótesis de conflicto y con la que disputa el Atlántico Sur y el territorio nacional antártico. Por supuesto que Londres vota sistemáticamente contra la postura de Argentina respecto a Malvinas, cuando cada año se trata en la Asamblea de la ONU: pero también lo hacen Estados Unidos e Israel, formaciones estatales con las que el pasado fin de semana, el gobierno Milei reafirmó su sumisión perruna.

Así las cosas, la posición que la Presidencia Milei tomó apenas se conocieron los sucesos del sábado, se enmarca en el alineamiento con Tel-Aviv y Washington que anticipó desde que era candidato y también en la desmesura que caracteriza a la mayor parte de sus actos de gobierno. Y así lo expresa el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores que aunque se refiere a un episodio bélico, se aleja de las tradicionales posiciones de Argentina y no hace ninguna invocación a la paz, pero sí habla de propiedad privada y reafirma la pertenencia a la “civilización occidental” en función de la construcción de un enemigo externo, lo que aporta a su necesidad de construir otro interior más indefinido que sea capaz de englobar a toda aquella expresión que lo cuestione.

Este no es un dato menor. La derecha exhibió, reiteradamente, su habilidad para construir y utilizar significantes vacíos en pos de sus objetivos ¿Puede Milei intentar buscar en esta situación la oportunidad de hilvanar un relato aglutinador a partir de la construcción de un enemigo lejano que tenga un imaginario correlato interno, que le sirva en un contexto en el que algunos de los pilares de su gestión comienzan a hacer agua y donde, al tiempo que empieza a exhibir fisuras internas, se va consolidando desde abajo una reacción que empuja incluso a sectores reacios como algunos de la CGT a adoptar posturas de articulación de la resistencia?

El tiempo lo dirá, pero cierto es que, con este telón de fondo, a nadie puede sorprender que en el debut de su comité de crisis, apareciera el embajador de Israel, Eyal Sela, en Casa Rosada, participando de la reunión junto al mandatario, su vice y el gabinete de ministros. “Vine aquí para expresar el agradecimiento del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, y del presidente Isaac Herzog a Javier Milei por su clara y rotunda condena a Irán y por estar del lado correcto de la historia y de los hechos”, dijo Sela quien transita como pancho por su casa en la sede del gobierno argentino.

Pero es verdad que Milei tiene motivos para formar un comité de crisis:

  • En lo que va de su gobierno el salario tuvo una caída real de casi el veinte por ciento.
  • La inflación de marzo, de acuerdo al Indec, fue del once por ciento con lo que el acumulado desde que se calzó la Banda Presdencial supera el setenta por ciento.
  • La Canasta Básica Alimentaria fue aumentada un 10,9 por ciento durante el mes pasado, mientras que para la Canasta Básica Total el incremento fue de un 11,9.
  • Así, una familia formada por dos adultos y dos pibes precisó 773.385 pesos de ingresos para no ser pobre y 358.049 para no caer bajo la línea de indigencia.
  • En lo que va del año se registraron 252.566 casos de dengue con 197 fallecidos. Continúan los faltantes de repelentes y espirales.
  • En la construcción se suman 72 mil puestos de trabajo registrados menos desde que asumió Milei. Y el Índice Construya se derrumbó 29 puntos en enero, 26 en febrero y cuarenta por ciento en marzo.
  • En el ámbito estatal, al menos, quince mil trabajadores fueron dejados en la calle.
  • La actividad metalúrgica registra por lo menos ocho mil despidos durante el mismo período y la actividad del sector se desplomó casi un catorce por ciento.
  • El consumo masivo se hundió casi un veinte por ciento interanual durante marzo y 2,5 por ciento en comparación al mes anterior en lo que es la cuarta caída consecutiva.
  • Las ventas minoristas del sector pyme se desmronaron durante los últimos tres meses en veintiocho, veinticinco y doce por ciento.
  • La recaudación en concepto de IVA registra mermas de quince, once y dieciocho puntos en lo que va de la Presidencia Milei.

Estos son algunos, sólo algunos, de los motivos por los que el presidente debió armar un comité de crisis y convocar a los sectores involucrados en cada uno de los casos. Pero por supuesto nada de esto pasó. Aunque lo que sí pasó es que con estos y otros datos sobre la mesa, durante la semana pasada los movimientos sociales volvieron a marchar para exigir, entre otras cosas, la entrega de alimentos para los comedores populares que no reciben nada desde diciembre de 2023, pero en lugar de alguna respuesta esperanzadora, lo que recibieron fue una feroz represión que dejó un saldo de varios trabajadores heridos.

Y quien también tomó nota de esos datos y, seguramente, de lo que durante la jornada anterior había sucedido en las inmediaciones del Ministerio de Capital Humano, fue la CGT que después de ser recibida por el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, el ministro del Interior, Guillermo Francos, y la vice en ejercicio de la Presidencia, Victoria Villarruel, anunció la realización de un paro nacional para el 9 de mayo. Pero también que va a sumarse a la Marcha Federal Educativa del 23 de abril, al tiempo que convocó a una movilización hacia Plaza de Mayo para el Día Internacional de los Trabajadores.

Poco antes la propia central había dado a conocer un documento en el que, entre otras cosas, se habla de “modernización laboral”, una categoría que habitualmente suele esconder algún intento de reforma regresiva de las normas que rigen la relación entre los universos del trabajo y el capital.

Pero lo cierto es que, más allá de esto, lo que quedó claro es que la situación real atravesada por conflictos que se multiplican día a día, amenazaba con pasarle por arriba de los dirigentes más permeables al diálogo con el gobierno, lo que habla de lo profundo del ataque que perpetra la Presidencia Miliei, pero asimismo acerca de la creciente transversalidad del sujeto social agredido.

 

Reforma laboral

Uno de los puntos clave que hizo que prevaleciera la postura de los sectores más dinámicos del espectro cegetista, fue la nueva negativa gubernamental a homologar paritarias por encima del nueve por ciento, lo que representa un golpe por debajo del cinturón, por lo menos, para tres de los principales actores de la CGT como son los gremios bancarios, aceiteros y camioneros.

Si la cosa entonces viene creciendo desde el pie, queda claro que la jornada del 23 de abril y la del Día Internacional del Trabajador, se configuran como momentos que además del valor que tienen en sí mismos, se presentan como ocasiones propicias para construir masa crítica para el paro nacional. Y también alumbran la posibilidad de ir poniendo en negro sobre blanco una hoja de ruta de cara a un futuro en el que, claro está, el bloque de la clase capitalista que gobierna por medio de la Presidencia Milei, no se va a quedar quieto.

Es que, por otra parte, la no homologación de las paritarias que recompongan por encima de la inflación, y lo mismo en el caso de los haberes de los trabajadores jubilados, son dos pilares del plan de ajuste que perpetra el actual gobierno, con el objetivo de alcanzar su déficit cero como paso previo a la concreción de su sueño dolarizador.

En ese derrotero la idea de imponer una reforma laboral regresiva, es un medio pero también un fin. Por eso y como para avanzar en tal dirección la clase capitalista también debe construir masa crítica, es que no debe pasar desapercibido que la semana pasada el diputado radical Rodrigo de Loredo, se puso a la cabeza de un proyecto que va en idéntico sentido y que aparece todavía más regresivo que lo que planteó el gobierno en esa materia por medio del DNU 70/2023 y la iniciativa denominada Ley Bases 2.

Este es, seguramente, uno de los puntos clave que enciende luces de alarma en el universo cegetista, ya que entre otras cosas la iniciativa profundiza la no obligatoriedad del aporte sindical de los trabajadores que ya aparece entre las concesiones que se hicieron en algunos convenios, al tiempo que insiste con extender el periodo de prueba.

Y aquí es donde comienza a comprenderse mejor por qué esta obsesión por una reforma laboral regresiva es un medio pero también un fin. Ya que además de laudar a priori a favor del universo del capital, una reformulación en tal dirección habla de un diseño de sociedad que desestima la construcción de trabajo calificado como el que, por ejemplo, requiere la industria que es un sector de la economía en el que la formación profesional de los trabajadores es clave, por lo que no es económicamente viable capacitar obreros para despedirlos tras el período de prueba.

Pero la cosa cambia con el precariado y su funcionalidad a una sociedad reprimarizada en la que se avance hacia normas que desestimen y hasta impidan cualquier tipo de asociación entre integrantes de las clases subalternas. Esto es que el proletariado se convierta en precariado, algo que deja de ser abstracto cuando con sólo salir a la calle, es imposible dejar de ver trabajadores cargando una mochila roja o amarilla.

Y este, que representa un fin en sí mismo, es un escenario atravesado por la desindustrialización y la deslocalización, la robotización y empresas en red, mientras que la asociación corporativa por medio de la terciarización favorece la flexibilización, lo que plantea un panorama de incertidumbre y fragmentación para los trabajadores. Esto es la imposición de una ausencia absoluta de estabilidad laboral desde la que sea viable construir una vida digna.

Entonces se propicia la superexplotación, la caída del salario y la maximización de la tasa de ganancia empresarial. Pero, sobre todo, se debilita letalmente el papel del sindicato como actor en la negociación entre trabajadores y patronales, así como ante el propio Estado.

En este diseño caracterizado por la descentralización, deslocalización, inestabilidad y rotación de trabajadores, y fundamentalmente por la flexibilidad laboral, el empresariado es libre para modificar las condiciones y reducir plantillas de acuerdo a las fluctuaciones del mercado, es decir, de su interés por maximizar ganancias: el trabajador pasa a ser sólo una mercancía más.

Así, la subcontratación como un derivado necesario de los modelos empresarios en red que sustituyen a los piramidales, quiebra la relación entre empresario-empresa y trabajador, por lo que la unidad productiva deja de ser el lugar de disciplinamiento y resistencia, es decir el escenario de la lucha de clases. Todo esto provoca precariedad jurídica y estructural, ya que afecta todo el horizonte de las personas como sujetos, pero también lo hace en tanto sujetos sociales que poseen identidad de clase.

Es que en este postfordismo con sus empresas en red derivadas de subcontratos que provienen de otros subcontratos y trabajo a tiempo parcial, se verifica la consolidación de un cambio en el que el paradigma del trabajo en la individualización superlativa que promueve la descolectivización. Por eso el riesgo que trae aparejada la flexibilización lo asumen personas individuales que, aunque puedan compartir el mismo entorno laboral, lo hacen bajo contratos de diferentes características, lo que fragmenta cualquier posibilidad de resistencia.

Pero para que esto sea posible, es preciso internalizar socialmente que el proceso por el que se crea la fantasía de que los trabajadores se convierten en empresarios -en sus propios patrones-, es una alternativa viable y, además, buena. De ahí a aseverar que el trabajador industrial despedido puede ponerse al frente de un prometedor emprendimiento para fabricar cerveza artesanal como una burda remake del parripollo o el maxikiosco del menemismo, hay sólo un paso.

Por eso es que en ese paradigma de país factoría, no puede sorprender que haya sido anunciada desde EE.UU. la humillante exhibición de sumisión a la que Milei vuelve a someternos a todos los argentinos, cuando fija la postura de su gobierno ante la situación en curso en Medio Oriente.

Es que el presidente andaba por ahí donde consiguió una foto con Elon Musk que puede costar muy cara porque, a cambio, se pretende la sanción del Régimen de Grandes Inversiones que contempla el proyecto de Ley Bases 2, que exige el dueño de Starlink para deslocalizar la construcción su Model I en Argentina.

Pero en esta demanda, Musk está acompañado por lo más concentrado de la clase capitalista que actúa en el país, lo que habla de la articulación que jugadores globales como Musk o Larry Fink, tienen en esta historia que une lo que ahora mismo pasa entre Irán e Israel con el presente y el futuro de Argentina.

¿Puede esta situación convertirse en un elemento que aporte a la construcción de articulación, desde la unidad y la diversidad, a partir de una postura que reclame la paz, al tiempo que denuncie el peligro que conlleva esta posición de alineamiento de nuestro país con el Eje Washington/Tel-Aviv/Londres?

¿Se puede convertir en un factor que sume para la acumulación de masa crítica que sea capaz de rodear a las jornadas del 23 de abril, el 1° y el 9 de mayo? Sin dudas esta es parte de la tarea, pero también lo es resistir acumulando y reconstruyendo un imaginario social de clase que al tiempo que contribuya a desmitificar buena parte de lo que pretende naturalizar el capitalismo, aporte la construcción de un programa que pueda exhibir un horizonte que ilumine una salida para la pesadilla que viven millones de trabajadores argentinos.