El sábado pasado murió el pedagogo, abogado y defensor de los Derechos Humanos que, en Paraguay, logró dar con los archivos hasta entonces secretos del Plan Cóndor.
Apenas se conoció la noticia, el sábado pasado desde organismos de Derechos Humanos de toda la región se hizo público el pesar por el fallecimiento de Martín Almada, el pedagogo y abogado paraguayo que con una ardua y tesonera labor consiguió dar con “los archivos del terror”, esto es los expedientes hasta entonces secretos del Plan Cóndor, que permitieron corroborar que el Sudamérica existió un plan y aparato represivo coordinado por las dictaduras que entonces se enseñoreaban en la zona, pero también qué papel jugó EE.UU. en la creación y articulación de este terrorismo de Estado continental.
Almada había nacido en Puerto Sastre el 30 de enero de 1937 y fue el primer paraguayo en obtener un doctorado en Ciencias de la Educación por la Universidad Nacional de La Plata, donde después fue docente. Ya de vuelta a su país natal, realizó una relevante tarea como activista por los Derechos Humanos y creó el Instituto Juan Bautista Alberdi, que propició el acceso del pueblo la educación y, más tarde, junto con otros docentes transformó el Instituto en cooperativa con un abordaje que posibilitó la participación democrática, la autogestión y la educación socialmente productiva.
Simultáneamente fue sindicalista y todo esto no pasó desapercibido para la dictadura que encabezaba Alfredo Stroessner que lo detuvo entre 1974 y 1978 en calabozos policiales y en el campo de concentración de Emboscada.
Durante su cautiverio, las torturas psicológicas a la que fue sometida por la Policía, provocaron el fallecimiento de su esposa, Celestina Pérez. Tras llevar a cabo una prolongada huelga de hambre y merced a la internacional, fue liberado y exiliado en Panamá y después en Francia.
La documentación exhumada consta de alrededor de siete mil folios con archivos que incluyen el organigrama completo del Plan Cóndor que, como se recordará, fue pergeñado en la Escuela de las Américas y puesto al servicio de EE.UU. y la clase capitalista que actúa en Nostra región, para reprimir e intentar ahogar a cualquier movimiento que se le oponga.
Por su incansable lucha a favor de los Derechos Humanos, Martín Almada recibió el Premio Nobel Alternativo, pero su obra fue todavía mucho más allá de cualquier merecido reconocimiento, ya que permitió que en toda nuestra región, cientos de miles de personas puedan continuar su obra de desarmar la imbricada trama del genocidio que sus delitos sean juzgados y condenados.
“El premio me permite ver hacia atrás. Observar la larga lucha realizada para que Paraguay y América Latina puedan vivir en democracia, con justicia, con dignidad”, recordaba tiempo atrás Almada, el maestro que por luchar por sus convicciones supo lo que es capaz de hacer el imperialismo y que con su perseverancia militante logró dar con una llave abrir otra puerta hacia la Memoria, la Verdad y la Justicia.