Militante comunista, feminista, amiga, camarada, compañera, hasta la victoria siempre.
Con profunda tristeza y un corazón colectivo herido, despedimos a Mariana Ibarra, camarada entrañable y militante del Partido Comunista de Corrientes. Se afilió a La Fede en el 2010, y desde ahí militó en la carrera de Relaciones Laborales de la Unne, aportando al fortalecimiento de la Juventud Comunista en la universidad.
Ocupó espacios en el Centro de Estudiantes y fue candidata a consejera estudiantil en la Facultad de Ciencias Económicas. También fue parte de distintas direcciones provinciales de La Fede y de sucesivas campañas electorales del Partido. En el último tiempo estaba comenzando su carrera docente como profesora de Historia. Su partida deja un vacío imposible de llenar en quienes compartimos con ella los pasillos de la facultad, las calles de la lucha, las mesas humildes de la militancia cotidiana y los abrazos donde la política también se hace amor. Mariana no fue solo una militante.
Fue fuego, dulzura, risa, palabra precisa. Una voz que narraba la realidad con pasión y un cuerpo dispuesto siempre a ponerse en juego por sus ideales. Supo hacer de la militancia un arte simple y sagrado: bancando la mesita, curioseando con una sonrisa, hilando futuro con cada mirada. Su vida, profundamente atravesada por el compromiso con los pueblos, con las pibas, con los sueños colectivos, fue una entrega visceral a la causa.
Militó sin especular, sin oportunismos, solo con la fuerza limpia de quien cree que este mundo puede y debe ser transformado desde abajo. Mariana también fue abrazo, fue chisme compartido, fue risas en los momentos más duros. Quienes la amaron recuerdan su forma impecable de habitar la ternura y el coraje, de tomar un pucho con tanta delicadeza para pensar y hacer de cada gesto cotidiano un acto de resistencia y amor.
Su última decisión nos confronta con el dolor más profundo, ese que se vive en silencio, incluso en medio de la entrega más luminosa. Nos deja una herida abierta, pero también un compromiso inquebrantable: el de seguir luchando, el de no bajar los brazos, el de honrar su vida con la nuestra. Camarada Mariana, presente en cada bandera roja, en cada marcha, en cada canción, en cada clavel que el Paraná se lleva como ofrenda de amor. Que el río te reciba con la dignidad que sembraste en este mundo, y que tu fuego nos siga guiando hasta la Victoria.
Tu vida vale. Tu vida no se borra.
Hasta la victoria siempre.