Se llevó a cabo como cierre del Tercer Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Personas en Situación de Calle.
Con una movilización que unió Plaza de Mayo con el Congreso, donde se llevó a cabo una olla popular y un festival artístico, tuvo lugar un frazadazo protagonizado por personas que viven en situación de calle, que estuvo convocado para visualizar esta realidad y exigir medidas estatales que la solucionen.
Todo esto ocurrió como cierre del Tercer Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Personas en Situación de Calle, que se desarrolló en la ciudad de Buenos Aires y que tuvo entre sus principales finalidades la de “visibilizar las demandas de las personas que atraviesan la situación de calle y las organizaciones que llevan más de dos décadas trabajando con esta problemática”.
Ahí se dieron cita representantes de nuestro país pero también de Uruguay, Brasil, México, Guatemala, Chile y Colombia. Y, en este marco, hubo diversas actividades que se realizaron en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, la Legislatura porteña y el Espacio Memoria y Derechos Humanos.
En esos encuentros se trabajó sobre ejes temáticos vinculados al diseño y gestión de centros de integración, la realidad que atraviesan quienes habitan en inquilinatos, los desalojos, las características de las políticas públicas que abordan esta problemática, el acceso a la salud de las personas en situación de calle y la violencia institucional que habitualmente padecen.
Significativamente, mientras se hacía el Encuentro, entre la noche del jueves 29 y la madrugada del viernes 30 de junio, personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y del Ministerio de Desarrollo Humano de la Ciudad de Buenos Aires, realizaban un operativo de desalojo de las alrededor de 160 personas que desde hace varios meses pernoctaban en el interior del Aeroparque Internacional Jorge Newbery.
Este desalojo puede alejar esta terrible realidad de un lugar que, por su función, resulta una vidriera de la Ciudad de cara al mundo. Pero no puede cambiar una realidad que empeora, incluso de acuerdo a los datos que se desprenden del propio censo anual que confecciona el Gobierno porteño.
A fines de abril ese censo dio cuenta de que 3.511 personas viven en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires, lo que representa un crecimiento del 34 por ciento respecto del relevamiento realizado para el mismo mes de 2022. Pero también se verifica una mayor presencia de familias que fueron empujadas a vivir en esta situación.
Pero la cosa puede ser todavía peor, tal como lo manifiesta Proyecto 7 que es una organización que desde hace varios años está dedicada a atender a personas que viven en situación de calle, que cuestiona la metodología utilizada por el Gobierno de la Ciudad para hacer el relevamiento.
La cosa puede ser y es peor, sobre todo, cuando aparece el frío. Y esto ocurrió hace apenas unas semanas en la Ciudad, cuando los primeros días con temperaturas invernales fueron suficientes para que murieran de frío tres personas a las que no les quedaba otra alternativa que dormir en la calle.
Así lo hizo saber la organización Amigos en el Camino, que es una ONG que se encarga asistir a personas en situación de calle. En este caso las víctimas fueron Héctor, quien falleció en Villa Crespo, Orlando cuyo cadáver fue encontrado en el barrio de Belgrano y Ramiro que murió en Almagro.
Queda claro que aunque existen recursos estatales e incluso legislación que permitiría un mejor abordaje de esta problemática, aunque más no sea desde una perspectiva paliativa, quienes mayoritariamente se ocupan de esto son organizaciones no gubernamentales, iglesias de diversos credos y movimientos sociales.
La proliferación de personas en situación de calle es un problema estructural e inherente al sistema capitalista y esto es empíricamente constatable en lugares como Argentina o en formaciones estatales capitalistas centrales como EE.UU., España, Francia o Gran Bretaña.
En nuestro país se trata de una cuestión que emergió con fuerza durante el menemismo a raíz de las consecuencias económico-sociales de las políticas neoliberales, pero la cosa empeoró considerablemente durante el gobierno de Mauricio Macri y se profundizó con la pandemia.
Y, en este puto, vale recordar la forma en que históricamente se estigmatiza a las personas que atraviesan esta situación, así como que esta estigmatización propicia situaciones de terribles como los casos de violencia institucional que se perpetraron por medio de la Unidad de Espacio Público creada en 2008 por Mauricio Macri, que debió ser cerrada un año después por la rechazo social que provocó su accionar.