El modelo neoliberal del macrismo vino a imponer un cambio cultural en la relaciones de capital y trabajo con los jóvenes como punto de partida.
Las políticas de ajuste del Gobierno Cambiemos dañaron a la juventud argentina. Un informe del Centro de Estudio Atenea, revela que el cuarenta por ciento de los jóvenes viven bajo la línea de pobreza y un 25 se encuentra desocupado.
El estudio fue motivado por el reciente anuncio electoral de Mauricio Macri, sobre la reducción de impuestos para las empresas que contraten personas entre 18 y 24 años.
Cabe recalcar que la juventud fue un tema principal para la campaña presidencial de Macri, en 2015. Ahí prometió diversos programas y políticas públicas de “integración”.
Todo quedó en el discurso y la situación de los jóvenes empeoró, día a día, conforme se profundizaba el plan de ajuste. El 34,6 por ciento de los y las jóvenes eran pobres en 2017, cifra que se incrementó para 2019 a un 42,3.
Pero aún más alarmante resulta el crecimiento de la pobreza sobre los niños, que aumentó más de diez por ciento a lo largo de la gestión Cambiemos.
Durante los últimos cuatro años se observa, además, que las tasas de desocupación de jóvenes son mayores que las registradas en la población adulta. Entre 2017 y 2019 creció en promedio tres puntos porcentuales, afectando principalmente a las mujeres jóvenes. La brecha de género respecto a la inserción ocupacional, es una problemática que se manifiesta en todos los grupos de edad, aunque es mayor al interior del grupo joven: la brecha según sexo en adultos es de aproximadamente uno por ciento y entre los jóvenes supera actualmente el cuatro.
¿Prosperidad o precarización?
El discurso esperanzador de Cambiemos hacia la juventud encubría objetivos claros: las decisiones de La Rosada vinieron a imponer un cambio cultural en las relaciones entre capital y trabajo.
La Secundaria del Futuro del PRO en Capital Federal, proponía pasantías gratis en multinacionales. El ingreso de Rappi, Glovo y Pedidos Ya apareció como una salida rápida para miles de jóvenes que se quedaron sin empleo y -en el mejor de los casos- se transformaron en repartidores.
Uber, la madre de las aplicaciones, se metió en el país en 2016 con una fuerte propaganda en la que un estudiante de medicina de la UBA mostraba su “felicidad” por manejar en la empresa, ya que así –aseguraba- podía manejar sus tiempos. Sin ninguna legislación laboral, claro.
En Nuestra Propuesta hemos hablado en más de una oportunidad del surgimiento del Precariado, como una necesidad que surge del momento que atraviesa la crisis del capitalismo.
Esta herramienta, pretende reformular la relación entre los universos del capital y el trabajo, para destruir la consciencia de clase y al proletariado como actor de la lucha de clases.
En esa línea, el sociólogo francés Guy Standing, expresa que “los precarizados no son desempleados permanentes ni excluidos totales, sino personas obligadas a aceptar trabajos inestables. Desprovistos de protección social y un sindicato que los defienda, obtienen la totalidad de sus ingresos en dinero: el salario no monetario –seguro de salud, cobertura previsional, vacaciones– no existe”.
Esteban Bullrich, frente a sus amigos en un Foro de Inversión y Negocios, remarcaba que “hay que crear argentinos que puedan vivir en la incertidumbre y disfrutarla”.
Por su parte, el secretario de Empleo, Miguel Ángel Ponte, para defender la inestabilidad laboral remarcó: “contratar y despedir debería ser natural como comer y descomer”.
Estos son apenas dos ejemplos de una visión generalizada en un gobierno que desea una juventud precarizada y vulnerada.
En la contracara miles de jóvenes de América Latina dicen en las calles y las urnas que es preciso ponerle freno a estos planes políticos que traen miseria y hambre, algo que se verifica en nuestro país donde la juventud fue protagonista clave de la resistencia al Gobierno Cambiemos.