Mientras comienzan a verse los resultados concretos del ataque de la Presidencia Milei contra la Universidad el Coloquio de Idea le pide que acelere. El capitalismo exhibe con crueldad sus propios límites. La lucha de clases existe y preciso reorganizarla.
“¿Si no es ahora, cuándo?”. Este es el lema con que se convocó la edición 2024 del Coloquio de Idea que se llevó a cabo la semana pasada, con la participación de representantes de más de cuatrocientas grandes corporaciones empresarias de esas que forman parte del denominado Círculo Rojo. Ahí estuvo Javier Milei y se pavoneó jactándose del ajuste que su Presidencia cargó sobre los hombros de los trabajadores, así como de los beneficios dados a quienes integraban su audiencia por lo que les pidió reciprocidad, esto es que en respuesta a las reformas económicas regresivas perpetradas los empresarios inviertan y favorezcan condiciones para la reactivación.
Por esos días y como consecuencia inmediata del ataque que perpetra el gobierno nacional contra las universidades, la UnQui anunciaba que suspende el ingreso a las carreras de Tecnicatura Universitaria en Programación Informática y Licenciatura en Informática, que están destinadas a formar profesionales que egresan capacitados para generar un elevado valor agregado a la producción. Y esta es apenas una muestra de lo que provoca y provocará en un futuro que aparece a la vuelta de la esquina, la destrucción del sistema público, universal y gratuito de educación.
Estos dos episodios que tuvieron centralidad durante la semana pasada, también exhiben de qué va una de las cuestiones que hacen a la médula del capítulo que transita la actual crisis de larga duración del capitalismo y, sobre todo, hablan acerca de cómo pega esto en una formación estatal capitalista de segundo orden como es Argentina.
Es que mientras con la Blitzkrieg que emprende Javier Milei contra el universo del trabajo, el Estado Liberal Burgués recorta drásticamente su participación en la creación de recursos capaces de aportar innovación y valor agregado a la producción nacional pública y privada, el universo del capital aplaude tales decisiones pero simultáneamente se queja porque “la economía no arranca”.
¿Qué es lo que le piden a Milei? La respuesta es clara: que acelere en la implementación de dispositivos que tenga fuerza de ley y que sean capaces de blindar, todavía más, al universo del capital. Es que en esencia las empresas capitalistas son maquinarias externalizadoras de costes, ya que fundamentalmente lo que hacen en socializar pérdidas y privatizar beneficios, porque aunque la producción de bienes es social porque es realizada por el conjunto de los trabajadores, desde la perspectiva del universo del capital, la toma de ganancias siempre debe ser privada.
Entonces, el daño social que produce cualquier decisión que adopte la corporación empresarial, va a ser asumido en el mejor de los casos, apenas en términos de costes y beneficios. Y aquí es donde se derrumba uno de los mitos fundantes del sentido común que puso en La Rosada a Javier Milei. Porque el papel del Estado Liberal Burgués como mediador entre los universos del capital y el trabajo, es todavía más fuerte hoy que lo que fue durante gobiernos reformistas, pero la novedad es que ahora interviene abiertamente por medio de regulaciones tendientes a establecer mejores condiciones para el proceso de acumulación de beneficio de las corporaciones. Esto es lo que le repitió el presidente a la audiencia reunida en Coloquio de Idea y es también lo que plasma en negro sobre blanco en el Proyecto de Presupuesto 2025, que desde la semana pasada ya comenzó a analizar el Congreso.
Paradójicamente, después de pasarse décadas repitiendo la letanía de que el Estado no tiene que intervenir en el mercado corporativo, porque se trata de un universo que es capaz de autorregularse y funcionar en forma autónoma, ahora el Círculo Rojo pide que un mandatario que juega en su mismo equipo, avance todavía más en regulaciones que le otorguen peso legal a una determinada manera de organizar formas de producción y distribución, y por ende también relaciones sociales.
En este punto hay que decir que en la existencia histórica las corporaciones capitalistas, es imposible encontrar un solo momento en que hayan funcionaron sin un Estado que favorezca condiciones para garantizar la maximización de su tasa de rentabilidad y la ronda de sus negocios. Y esto es así desde el momento en que junto al acceso a las instituciones de Gobierno y al poder, la burguesía construyó el Estado Liberal y también una cosmovisión política que aún perdura.
Pero más allá de esa construcción mitológica, el Estado Liberal Burgués se desarrolló entrelazado con el mercado, por lo que el mercado necesita del Estado para mantener y proteger -si es preciso por la vía violenta- a la propiedad privada, así como para regular el orden social existente y permitir que se reproduzca. De este modo, la acumulación y valorización del capital se ubica como una razón existencial para el Estado Liberal Burgués que así presenta un carácter simbiótico con la corporación empresarial capitalista.
Con este telón de fondo y más allá de paradojas que reflejan contradicciones secundarias, Milei está ejecutando lo que es una jugada que pide el coletazo con que golpea a la Argentina el actual momento de la crisis de larga duración del capitalismo. Por eso es que no deja de ser pura sanata cualquier preocupación por “la tardanza en la recuperación económica” o la brutal caída del consumo, que hayan expresado los participantes al Coloquio Idea y menos aún los pedidos que en esa dirección pudo hacer Milei que, en realidad, por estas horas debería estar preocupado porque desde la vereda de en frente pero dentro del mismo barrio, comienzan a reaparecer tibiamente figuras que se postulan como los más aptos para administrar y evitar que reviente el escenario que por estos días construyen, simbióticamente, los que juegan en Idea y La Rosada.
¿Pero acaso se puede evitar que reviente un escenario así jugando con las cartas que reparte el capitalismo? Lo primero que hay que reiterar es que la actual, no es una situación de crisis más de esas que ya tuvo el sistema y que provocan un desequilibrio del que se sale merced a la reestructuración de los actores económicos de las distintas fracciones del capital, ni tampoco con acuerdos que viabilicen la reorganización de la hegemonía social mediante la reconfiguración y aparición de fuerzas políticas y pactos sociales, ya sean nuevas o constituyan una remake de experiencias pasadas.
Esto es así porque la actual no es una crisis coyuntural, sino estructural y plantea una situación en la que el sostenimiento de las tasas de beneficio y la lógica de acumulación, se enfrenta entre otras cosas al reto que le impone la necesidad de combinar nuevas transformaciones derivadas de la revolución tecnológica y niveles de productividad, con la expulsión masiva de mano de obra que tiene efectos concretos sobre la demanda efectiva, lo que a su vez genera sobreproducción ya que hay menos salida de las mercancías a raíz de que cae el consumo.
¿De qué va todo esto? De lo que decía Carlos Marx cuando hablaba de que el capital lleva en su ADN un límite interno a la propia acumulación. Pero también se suman límites externos que son de carácter político ya que con este telón de fondo, la reproducción social se vuelve imposible sin la aplicación de fórmulas crecientemente autoritarias y la intensificación de la explotación de los trabajadores que fomenta la creación de una sociedad atravesada por patologías individuales y sociales.
Como queda claro nada tienen de casualidad el Protocolo Bullrich, la reforma laboral que propicia el precariado como forma vincular entre los universos del trabajo y el capital, el ataque al sistema educativo y la feroz transferencia regresiva de riqueza que fue el leitmotiv de los primeros diez meses de la Presidencia Milei y que se propone consolidar y profundizar durante el año que viene, tal como lo expresa el Proyecto de Presupuesto que ahora mismo está en manos de un Congreso que ya dejó pasar la Ley Bases y no evitó que siga vigente el DNU 70/2023 que son pilares de la Blitzkrieg.
Se quieren quedar con todo
El Proyecto de Presupuesto 2025 prevé un superávit primario y equilibrio financiero ¿Pero cómo se propone conseguirlo? Lo primero que queda claro es que la iniciativa prioriza los gastos en áreas como Defensa, Inteligencia y Seguridad, pero recorta las partidas correspondientes a Ciencia, Programas Sociales, Salud y Educación donde prevé que el tijeretazo lo lleve al 0,88 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI), lo que representa el valor más bajo desde 2015. Para tener referencias cercanas, vale advertir que eso está por debajo de lo que se invirtió este año y bastante menos del 1,48 por ciento de 2023. Por otra parte se propone eliminar los programas Conectar Igualdad, Mejoramiento de la Calidad Educativa, Fortalecimiento Territorial y Acompañamiento de Organizaciones Educativas.
Resulta evidente que para llegar a ese superávit primario y equilibrio financiero que lo obsesiona, busca que crezca el volumen de lo recaudado, pero no aumentando la carga impositiva sobre quienes más riqueza tienen, que no son otros que los que la vienen levantando con pala y estuvieron reunidos en el Coloquio de Idea. Lejos de eso, cuando se lee su texto se advierte que la carga va a redoblarse sobre aquellas personas que ya fueron empobrecidas y en sectores de capas medias de ingresos, que vieron desgajarse sus salarios durante los diez meses que Milei lleva en La Rosada.
Uno de los puntos clave para entender de qué va esto, es lo que se prevé instrumentar respecto a las tarifas, ya que implica un costo fijo para usuarios domiciliarios, así como para comercios e industrias. Hasta ahora el segmento que incluye a personas de ingresos bajos tiene un subsidio de hasta el 75 por ciento, en tanto que para los sectores medios, la subvención llega al sesenta por ciento. En ambos casos, si prospera el Proyecto, se va a reducir al quince por ciento. Aquí se debe tener en claro que desde que Milei entró a La Rosada, las tarifas fueron aumentadas en promedio en el orden del setecientos por ciento y que lo que estipula el Proyecto es cargar con otro tarifazo de casi el mil por cien.
Esto es muy preocupante, pero todo puede ser peor en caso de que se perpetre otra megadevaluación, algo que es un escenario posible (Ver A la pesca de un dólar). Es que por ejemplo en el caso del gas que explica más de la mitad de la energía que se emplea diariamente cuyo precio está dolarizado con lo que una nueva súper depreciación del peso lo haría saltar hacia la estratósfera, algo que también traería consecuencias para las tarifas de luz, porque el 55 por ciento de la energía eléctrica que se utiliza a nivel local, proviene de usinas que consumen gas natural.
Por otro lado, también está previsto un nuevo aumento para el impuesto a los combustibles que, necesariamente, se va a acabar trasladado a precios de góndola a raíz de la incidencia que tiene en los fletes, fundamentalmente, de los alimentos y otros productos de la canasta básica.
Y mientras les pretende meter la mano a los monotributistas con un aumento de la cuota con lo que piensa recaudar más de un 155 por ciento en ese concepto, el Proyecto de Presupuesto 2025 es excesivamente generoso con quienes tienen propiedades en el exterior, a los que prevé favorecer con una baja en Bienes Personales que llevaría del 2,25 actual al 0,25, amparado por la modificación a este impuesto que avaló el Congreso y que va a provocar una caída en la recaudación de alrededor del veinte por ciento en este rubro. Entonces los súper ricos pagan menos impuestos y quienes cubren la diferencia son los más empobrecidos.
¿Pero acaso representa esto una muestra de originalidad por parte del gobierno de nuestro país? De acuerdo al reciente informe dado a conocer por la confederación de organizaciones no gubernamentales Oxfam Internacional, crece la concentración de la riqueza en el mundo y, en este sentido, señala que la carga impositiva sobre la renta de las personas físicas más ricas de la Unión Europea disminuyó del 44,8 al 37,9 por ciento, entre 2020 y 2023, mientras que el pagado por las mayores corporaciones cayó del 32,1 al 21,2 por ciento durante ese período. En la otra cara de la moneda, lo que pagan los sectores de medios y bajos ingresos fue aumentado más de un punto. Y advierte que los impuestos sobre el trabajo recaudan 3,23 billones de euros, lo que representa tres veces más que lo que proporciona aquellos que gravan ganancias del capital que recauda 1,03 billones.
Según Oxfam desde 2013 el patrimonio medio neto del uno por ciento más rico del planeta es 1.200 veces mayor que el de la mitad de la población más pobre, por lo que evalúa que si se estableciera un impuesto sobre la riqueza del cinco por ciento para multimillonarios y billonarios de los países que integran G-20, se recaudarían alrededor de 1,5 billones de dólares al año que serían suficientes para acabar con el hambre que en el mundo provoca más de veinte mil muertes diarias.
Y añade que en un mundo en el que cinco mil millones de personas viven en situaciones de pobreza, la riqueza personal de los individuos que más fortuna poseen aumenta desde 2020 a un ritmo sostenido de catorce millones de dólares por hora, lo que representa más de 122.000 millones cada año, esto es casi diez veces más que aquella cifra mágica que viene mendigando Luis Caputo ante organismos internacionales y prestamistas de dudosa reputación, para evitar que al actual gobierno se le acabe la cuerda antes de poder cumplir con los objetivos que se propone en el Proyecto de Presupuesto (Ver ¿Cuánta cuerda le queda?).
Así las cosas, lo que deja en claro este escenario, es que lo de la crisis es sólo un eufemismo para denominar a algo que no es otra cosa que una estafa y que, en realidad, el problema es que el capitalismo como sistema es cada vez más incompatible con la democracia. Y no sólo con la democracia económica, sino también con la democracia política.
Por eso a nadie debe sorprender que la clase capitalista que actúa en Argentina se rasgue las vestiduras lamentándose porque “la economía no arranca” mientras aplaude a un gobierno que, como pocos, representa sus intereses y agrede cada día más a los trabajadores que son quienes generan la riqueza, así como al sistema educativo público, universal y gratuito que es el semillero desde el que nacen las posibilidades de poder avanzar en innovación que brinde valor agregado a la producción nacional.
En apenas diez meses la Blitzkrieg de la Presidencia Milei le regaló a esa clase capitalista representada en el auditorio del Coloquio de Idea, unas ganancias extraordinarias sustentadas en el aumento inhumano de la pobreza y una represión e intento de control social pocas veces visto durante los últimos cuarenta años. Pero también le ofrece rediseñar la matriz productiva del país, a partir de la imposición de un modelo de extranjerización fundamentado en la financierización extrema y el extractivismo. Para esto contó con el aval de buena parte del esquema de representación política que juega en el Congreso que, hay que repetirlo, dio luz verde a la Ley Bases y por omisión hizo lo propio con el DNU 70/2023.
¿Será posible que ese esquema de representación tuerza la voluntad que se expresa en el Proyecto de Presupuesto 2025? A esta altura de la cosa ya es evidente que resulta tan difícil que un chancho vuele como que aquello suceda, ya que lo que hay que tener en claro es que lo que está pasando ahora mismo, es una experiencia que va más allá de la propia Presidencia Milei (Ver Milei festeja).
“La lucha de clases existe pero la estamos haciendo nosotros los ricos”. La frase fue dicha hace una década por Warren Buffett, que es de los inversores más grandes del planeta a quien, además, el universo de la corporación capitalista considera una suerte de Pope ¿Qué es lo que dice Buffett? Con desparpajo señala que los malos de esta película van a seguir ganando mientras que el partido se juegue dentro de la cancha del sistema y con árbitros capitalistas, así sean “capitalistas salvajes” o “capitalistas buenos”. Entonces será momento de construir una salida que eluda las relaciones que impone el capital y, fundamentalmente, emprender la tarea de reorganizar la lucha de clases ya que, si no, lo que aparece en el horizonte no es otra cosa que un conflicto social y humano de características tan crueles que reconoce pocos precedentes.