¿Cuál es el motivo por el que Javier Milei le pone tanto énfasis a frenar una nueva devaluación de la economía nacional? BlackRock, Vaca Muerta, y varios pulgares en alto. Blanqueo, la banca privada, un formidable negocio y todo lo quieren hacer con la nuestra.
Después de algunas semanas en las que la agenda pública se le había ido de las manos, La Rosada atraviesa jornadas en las que siente que las Fuerzas del Cielo le vuelven a sonreír. La cosa no es para menos, porque tras sacarle mucha punta al lápiz, el jueves el Indec anunció que la inflación de julio se colocó en los cuatro puntos y todo con un telón de fondo en el que lo que prevalece es la imagen de Alberto Fernández chapoteando en el barro que el propio ex presidente construyó, lo que sin demasiado esfuerzo arrastra a buena parte del peronismo y anticipa una nueva era de carpetazos, sobre todo si se tiene en cuenta que para su retorno, Javier Milei le regaló a la Side cien mil millones para gastos reservados y secretos.
En este contexto hay que recordar que a ocho meses de que entrara en vigencia y sin que los diputados de las bancadas opositoras hagan nada para que se derogue, el DNU 70/2023 sigue garantizando la emergencia que le permite al gobierno hacer lo que quiera en materia económica, financiera, fiscal, previsional, administrativa, sanitaria y tarifaria. Los resultados están a la vista.
Y es con este instrumento, junto con la Ley Bases 2 y un peligroso avance de una estrategia basada en el Protocolo Bullrich y modificaciones en la Ley de Inteligencia, el gobierno va afianzando un esquema de poder que se sustenta en el aval de lo peor de la clase capitalista que actúa en el país que como nunca antes se ve beneficiada desde diciembre de 2023, pero también en un consenso social que se viene amalgamando a partir de dos suerte de fetiches: superávit y baja de la inflación. En este marco de un río sumamente revuelto, es donde suelen ganar aquellos que están acostumbrados a maximizar su tasa de rentabilidad en medio de la confusión.
¿Pero hasta cuándo va a poder la Presidencia Milei surfear entre las olas del superávit y la inflación? Lo cierto es que conforme pasan las semanas y sin la llegada dólares en el horizonte, lejos del “saneamiento” del Banco Central que prometió durante la campaña que lo llevó a Casa Rosada, Milei lo está vaciando de divisas y esto es algo que se profundizó a un rango más que peligroso durante julio cuando el Central perdió 2.600 millones de reservas, lo que representa casi un diez por ciento del total que ahora se ubica en el piso más bajo desde febrero.
La cosa es que para sostener pisado el precio del dólar, el gobierno que venía a dinamitar el Central, lo metió a intervenir en el "mercado libre" y esto a costa de reventar reservas lo que trae otro problema, ya que eso impacta de forma negativa en el intento por sostener el superávit.
Por eso es que tras salir a vender divisas a lo loco como para poder mantener la ilusión de una inflación a la baja respecto a la que él mismo catapultó con la devaluación del 119 por ciento de diciembre, el gobierno no pudo sostener por un mes más su promesa de diferir el aumento de tarifas y agosto comenzó con un tarifazo en los servicios de agua, energía eléctrica y gas, pero también en combustibles y el boleto del transporte público en la zona Amba, con la quita de subsidios y la supresión del boleto integrado.
Lo cierto es que aunque Milei bravuconeó en campaña que ya tenía asegurados 35 mil millones de dólares y ya como ministro de Economía Luis Caputo dijo que estaba acordado un préstamo de quince mil millones, a nueve meses de rodar su gobierno todavía no consiguió ni un centavo y el Central vende más de lo que compra para apuntalar el afán de La Rosada por sostener un índice inflacionario más que elevado y construido a fuerza de retracción del consumo basado en una caída estrepitosa del salario y del trabajo, pero que a fin de cuentas constituye el único “éxito” económico que es capaz de exhibir.
A fuerza de una suerte de contabilidad creativa, el jueves pasado el Indec pudo publicar un IPC de cuatro puntos, aunque es difícil que pueda volver a mostrar lo mismo el mes que viene cuando no le quede otra que computar el tarifazo que comenzó a regir esta semana. Y es que además de que esto de ajustar está en el ADN del actual esquema de gobierno, esta vez tuvo que apresurar el nuevo tarifazo, forzado porque se le están acabando los dólares en un contexto en el que en su intento por dibujar el superávit, pasó al Tesoro Nacional la deuda que tenía el Banco Central.
Pero como le gusta decir a Milei, el que las hace las paga y ahora es su gobierno el que debe afrontar esa deuda y lo hace con lo que espera rapiñar con recortes de subsidios a los servicios de gas y electricidad, el aumento de las naftas y el boleto de colectivo, pero también con la continuidad de la suspensión de la obra pública, pisando las transferencias a las provincias, sosteniendo la profundización del recorte de los montos jubilatorios y con más rondas de despidos de trabajadores del sector público, entre otras calamidades.
Y es aquí donde este objetivo colisiona con el otro que utiliza la Presidencia Milei para construir legitimidad. Porque con las actuales condiciones, la tarea de bajar la inflación no se lleva bien con la de construir sustentabilidad del superávit y por eso se precipitó este nuevo tarifazo que el gobierno apenas pudo evitar durante un par de meses en su afán por minimizar cualquier variable que sea capaz de tener un impacto severo en términos de IPC, ya sea directo como indirecto, porque también sacude a los costos de logística e insumos entre otras variables que acaban metiéndole presión a los precios de góndola.
Queda claro que todo esto le pega por debajo de la línea de flotación al propio relato gubernamental, pero también deja al desnudo que aquello de la recuperación en V se parece demasiado a los Reyes Magos que, como todo el mundo sabe, son los padres.
Inflación cero
Milei pone buena parte de sus fichas a un diciembre con la inflación cercana a cero. Por eso busca ralentizar el ritmo de la devaluación y, mientras tanto, surfea entre las olas inflacionarias y el déficit. Sabe que aunque se esmere en pasar la gorra, al menos en lo inmediato no va a conseguir los dólares que necesita, por eso busca ganar tiempo y lo hace aprovechando el crédito social que posee, mientras navega sobre la complicidad y las limitaciones de quienes integran lo que hasta no hace mucho fue el esquema de representación política que, sin preguntar demasiado, ofrece condiciones de gobernabilidad en pos de la sustentación de la institucionalidad del Estado Liberal Burgués.
En el imaginario más optimista del esquema que actualmente gobierna, ese camino quedaría aceitado con una victoria de Donald Trump en las presidenciales estadounidenses de noviembre, lo que habilitaría a que a partir de su asunción se destrabarán los votos que Washington tiene en el directorio del FMI y que así se libere el flujo de dólares que necesita Milei y que, por ahora, el organismo parece estar dispuesto a seguirle negando.
¿Puede tener éxito con esta apuesta? Primero debe ganar Trump, que es algo que al parecer tras la defección de Joseph Biden no está tan claro como antes. Pero además vale pensar que la geopolítica está íntimamente ligada a la geoeconomía y a la geoestrategia y que, desde su primer día en La Rosada, Milei vendió muy barata la alineación perruna de su gobierno con el esquema que en términos geopolíticos impone el tándem liderado por EE.UU., Israel y Gran Bretaña que es el mismo que desde esas formaciones estatales, resguarda los intereses de la facción de la clase capitalista que a escala global propende un esquema de financierización extrema.
¿Qué incentivo puede tener una eventual nueva administración de Trump para pagar con una gestión ante el FMI algo que Milei ya regaló por nada a cambio? Todo puede pasar. Pero de todos modos, en el mejor de los escenarios para la Presidencia Milei, para que Trump vuelva a estar en la Casa Blanca todavía falta un semestre y eso en Argentina puede ser una eternidad, sobre todo cuando la tasa de caída de la actividad es alarmante, tal como lo es el incremento de la pobreza y la indigencia, algo la semana pasada volvió a exhibirse con la crudeza que otorgan las cifras, cuando un relevamiento realizado por Unicef, reveló que en nuestro país un millón de pibes se van dormir sin cenar, en tanto que 1,5 millones se ve obligado a saltear comidas durante el día.
Pero también cuando se le vuelve cada vez más difícil lograr que el ritmo de devaluación del dos por ciento mensual sea acompañado por el de la inflación. Y asimismo cuando el tipo de cambio continúa atrasándose, algo sobre lo que hasta el FMI viene encendiendo luces rojas, lo que pone al gobierno -desde su propia perspectiva- ante la necesidad de volver a perpetrar una fuerte devaluación.
Por ahora logra sostener un inestable equilibrio, pero sobre todo durante los últimos dos meses lo hace a costa de un drenaje preocupante de divisas, con lo que hasta ahora consiguió convencer al mercado de que no va a devaluar y de que tiene con que bancar la parada ¿Pero posee espalda como para soportar los seis meses que faltan hasta una hipotética asunción presidencial de Trump? La pregunta es válida, porque más allá de la empatía política que puedan tener con las líneas generales de la Presidencia Mieli, los mercados son actores individuales y corporativos que presentan intereses concretos que no son otros que la constante maximización de su tasa de rentabilidad.
Por eso es que comienzan a poner las barbas en remojo, cuando ven que si Milei persiste en intervenir en el mercado cambiario repartiendo felizmente divisas, se puede quedar sin dólares cuando llegue la hora en que ellos decidan bajarse de la bicicleta.
Se trata de un peligro concreto que en un escenario inestable puede llevar a una estampida capaz de desestabilizar uno a los pilares en los que se sustenta la Presidencia Milei, ya que se volvería a disparar la inflación cuya contención es quizás el principal fetiche que presenta el gobierno a la hora de sostener el consenso social que tiene.
Es que la sustentabilidad del proceso que lidera Milei está atada con alambre pero, hay que reconocerlo, bien atada por ahora, lo que no es poco para un gobierno que desde el minuto cero viene golpeando a los trabajadores para darle a lo peor de la clase capitalista que actúa en el país beneficios que nunca se le habían otorgado y que apuesta a profundizar esa misma línea cueste lo que cueste.
Para que esto resulte, a la espera de poder cruzar su Rubicón y ya sin muchas esperanzas de que el agronegocio liquide un volumen considerable de divisas, Milei precisa dólares y por eso va a la casa de empeños sacando del país lingotes físicos de oro que pone como garantía para obtener divisas y apela los Repo como una suerte de remake de la venta de las joyas de la abuela. Una maniobra que nada tiene de novedoso, sólo que quien la perpetra ahora es el mismo que irrumpió en la vida política enarbolando la bandera de la independencia del Banco Central.
Pero también apuesta a recoger algo con el espinel del blanqueo que el propio secretario de Finanzas, Pablo Quirno, describió como "virtualmente gratis" para quienes blanquean, ya que entre otras cosas plantea la obligatoriedad de que los bancos tomen dólares de todo tipo en cuentas especiales dedicadas a este mecanismo, sin costo alguno para el blanqueador y sin preguntar demasiado.
¿La banca te banca?
La banca privada es especialista en no hacer muchas preguntas cuando le conviene a sus negocios y en el actual escenario por supuesto que también viene jugando, lo que le pone un elemento extra a la cosa. Es que los principales bancos privados que actúan en el país, vienen interviniendo fuerte mediante la compra de títulos que están atados al tipo de dólar que es ajustable por inflación, por lo que se beneficiarían con una nueva devaluación.
Pero coincidentemente aparecen los fondos de cobertura como BlackRock, que entraron durante los últimos meses a una nueva ronda de bicicleta financiera de la mano de Luis Caputo y Santiago Bausili, y que es de suponer que comiencen a preocuparse porque ven que puede no haber dólares suficientes para salir. Estos actores también presionan contra otra devaluación, porque poseen títulos nominados en pesos que pretenden transformar en dólares antes de irse. Se trata de títulos públicos que en su mayoría son ajustados por inflación nominados en pesos por algo así como nueve mil millones de dólares lo que constituye una bomba de tiempo que si no es desactivada puede preparar un escenario similar al que desencadenó 2018, claro que aquella vez para garantizar la salida de los fondos tenedores de esos bonos, apareció el Stand-By que el FMI le otorgó en tiempo récord y sin demasiado análisis a Mauricio Macri.
En esa oportunidad el primer tramo del préstamo de alrededor de quince mil millones de dólares, fue utilizado para garantizar que estos timberos globales pudieran bajarse limpitos y bien forrados de la bicicleta. Ahora y con la expectativa de un triunfo de Trump en las elecciones de EE.UU., Milei sueña con un desenlace similar, mientras Caputo aguarda que, tal como pasó en aquella ocasión, en esta también se pueda llevar una jugosa comisión.
Pero esto no es todo. Tal como pasa a escala global, estos fondos imbrican su cartera de negocios en diferentes actividades y, en este caso, BlackRock tiene participación en los cuatro bancos privados que representan en Argentina el mayor volumen de negocios: el Banco Santander al que actualmente el gobierno le pide un préstamo por mil millones de dólares, el Bilbao Vizcaya Argentina, el Macro y el Galicia del que posee casi el veinte por ciento del paquete accionario.
Estos son los datos que le importan a la Presidencia Milei a la hora de intentar frenar otra devaluación similar a la de diciembre, pero sigue teniendo la presión que le significa sostener algo parecido a un superávit y esto es lo que explica la nueva y precipitada ronda del tarifazo, así como una nueva ronda del brutal ajuste fiscal que perpetra desde que asumió.
Y esto que puede alcanzar para capear los vencimientos de deuda de este año, difícilmente lo haga para los 24 mil millones de dólares de 2025, algo que se refleja en el riesgo país que en estos días trepó hasta los 1.600 puntos, lo que representa un índice que los timberos globales hacen valer a la hora de reclamar medidas como la liberalización absoluta del mercado cambiario, esto es la caída del cepo, que tal como se plantea redundaría en una nueva suba de los precios que rigen a la economía doméstica.
“Todos sabemos que uno de los objetivos de la política económica es levantar el cepo cambiario, cuando se den ciertas condiciones. También sabemos que muchos inversores del exterior están esperando ese momento para invertir. Los productores acá reunidos no esperamos, estamos confiados que eso se va a dar y por eso ya estamos invirtiendo en pozos e infraestructura de gas y petróleo”. Esto es lo que dijo el titular de Pampa Energía, Marcelo Mindlin, cuando no hace mucho recibió a Javier Milei en Vaca Muerta en un acto en el que también fueron anfitriones el CEO de YPF, Horacio Marín, su par de Pan American Energy (PAE), Alejandro Bulgheroni, el presidente de CGC, Hugo Eurnekian, y el CEO de Tecpetrol, Ricardo Markous, así como ejecutivos de Vista, Shell Argentina, Pampa Energía, Chevron, ExxonMobil y TotalEnergies.
Todos levantaron sus pulgares junto a un exultante Milei que, de la mano del Régimen de Incentivo para las Grandes Inversiones (Rigi), llevó la bendición presidencial al sector hidrocarburífero que viene reclamando un papel más protagónico en la mesa chica del poder a caballo de la exportación de gas y petróleo no convencionales, ya que promete un saldo neto de divisas de alrededor de cinco mil millones de dólares para este año y 7.300 millones para 2025.
En el plano de las expectativas se le suma el desarrollo de un polo industrial y portuario desde donde exportar gas natural licuado a partir del proyecto que a instancias de Milei, YPF le sacó a la provincia de Buenos Aires para que se radique en la rionegrina Punta Colorada. Desde ahí, si va bien el plan de YPF-Petronas, podrían exportarse algo así como treinta mil millones de dólares a partir de 2031.
Todo esto no es poco, más si se tiene en cuenta que el complejo sojero, el que tal como lo hizo con los anteriores tiene ahora mismo agarrado de los cojones al gobierno, sentado sobre los silobolsa imponiendo condiciones para liquidar divisas representó 24 mil millones de dólares en 2022 que es el último año que se puede tomar como referencia, ya que 2023 estuvo atravesado por la caída que impuso una sequía sin precedentes.
Esto no es un dato menor y ayuda a explicar que se viene produciendo una reconfiguración del perfil de negocios de la clase capitalista que actúa en el país, y que esto es algo que probablemente Milei esté leyendo con más astucia que otros. Y otro dato que no hay que perder de vista es que a la concentración de actores y la diversificación de cartera de negocios se le suma, como pocas veces antes, una participación fuerte de jugadores globales de primera línea y si para muestra alcanza con un botón, ahí está nuevamente BlackRock que tiene participación en Chevron, PAE, Total y, por supuesto, en YPF.
Pero además de su participación accionaria en el Club del Petróleo, financia a varias de las restantes empresas que necesitan apoyo externo para el costoso y complejo proceso que va desde la prospección hasta el desarrollo de este tipo de emprendimientos. Después de todo, qué significa un puñado de dólares para un grupo que como el liderado por Larry Fink maneja algo así como once billones de dólares, lo que representa el equivalente a un PBI sólo superado por los de EE.UU. y la República Popular China.
Y todo esto en un contexto global en el que el Pacto Verde Europeo atraviesa su momento más crítico, después de que los resultados de las elecciones de junio fortalecieran a las fuerzas políticas que cuestionan el camino fijado hacia una transición ecológica, que la UE diseñó con el propósito de alcanzar la neutralidad climática antes de 2050, plazo que ahora se pone en duda con lo que se vuelve a poner en valor a las energías fósiles.
Así las cosas y probablemente como pocas veces, la puja que se verifica entre diferentes facciones que actúan a escala global, incide de forma determinante en nuestro país donde la clase capitalista está haciendo un movimiento de piezas para reorganizarse y, a diferencia de otras, en esta oportunidad sin siquiera tener que repartir caramelos al estilo keynesiano.
Entonces y ante el agotamiento de la dinámica productiva que experimentaron las diferentes variantes del keynesianismo, el capital se refugia cada vez más en su dimensión financiera y la corrupción, que es un epifenómeno que pone en superficie la actual y necesaria característica de una dinámica de acumulación que es lisa y llanamente de saqueo, ante lo que es preciso recuperar la capacidad de organizar luchas colectivas y consciencia de clase, porque si la clase capitalista se reorganiza a partir de la reconfiguración de sus negocios, los proletarios debemos hacerlo desde la lucha de clases y para ello es preciso reorganizarla.