Milei vuelve a la Cadena Nacional y nos quiere meter en la Otan. Caputo y Posse pasan la gorra por EE.UU. y nos quieren endeudar por algo así como doce mil millones de dólares más. Piedra libre a la cartelización, a aumentos de sueldos, sobresueldos y blanqueo. En el país del Siga Siga, mejor hablar sobre lo que es evidente.
Uno de los principales berretines que tiene Javier Milei, se vincula a su obsesión por aparecer como una figura importante en el concierto internacional y en la toma de decisiones globales y aunque es verdad que despierta asombro, curiosidad y hasta temor por la temeridad y rapidez con que viene perpetrando la destrucción de la urdimbre social, económica y hasta política de Argentina, lejos está de que eso lo califique como una figura influyente en los planos geopolítico, geoconómico y geoestratégico.
Y esto es así muy a pesar de que sus acólitos y el propio aparato massmediático con el que la clase capitalista opera en nuestro país, celebre que la revista Time lo haya incluido en el grupo de las cien personas que considera como “más influyentes de 2024”, una nómina en la que los cupos reservados a personajes de la periferia capitalista, son ocupados por aquellos que demuestran estar dispuestos a exceder cualquier límite de sumisión exigido.
En esta misma línea se inscriben dos solicitudes que la Presidencia Milei hizo durante la semana pasada, una es el ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) y la restante es la de que Argentina sea admitida como “socio global de la Otan”, esto es, la misma Alianza del Atlántico Norte que durante la Presidencia Menem nos honró con una membresía de “socio extra Otan”, algo tan inútil como ofensivo para nuestro país.
Pero aunque este tipo de cosas sirvan para dar letra al vocero Manuel Adorni y también, vale decirlo, para distraer la atención de quienes continúan confiados en la letanía tanguera gubernamental que repite que “primero hay que saber sufrir”, ni la Otan ni la Ocde consiguen equilibrar una balanza de una ecuación que puede llevarse puesta la tranquilidad con que -hasta ahora- Milei se permite gobernar con el mismo nivel de violencia que lo caracterizó en sus años de panelista televisivo.
Es que del otro lado del fiel aparece la -por ahora- negativa del FMI a ampliar el endeudamiento del país por medio de un préstamo por algo así como doce mil millones de dólares que, por estas horas, continúan intentando conseguir Luis Caputo y el jefe de Gabinete Nicolás Posse en un periplo que ya los llevó a recorrer en un plazo récord más de una ciudad de EE.UU.
En este contexto el presidente volvió a insistir con que quienes fugan divisas de Argentina son “héroes” ya que, desde su particular mirada, esa es la forma correcta de “escapar de las garras del Estado” que es el mismo que, en este caso bajo su administración, durante la misma semana metió sus “garras” en el pelaje de las empresas dedicadas a prestar servicios de medicina que, tras cuatro meses en La Rosada, Milei descubrió que estaban cartelizadas.
La medida cautelar que dictó el gobierno contra la mayoría de estas empresas, se muerde la cola con la desregulación con la que este mismo gobierno las benefició apenas anteayer, tal como lo hace por medio de las políticas que propician el deterioro del sistema público que empujan a que, quienes puedan, se vuelquen hacia el esquema de prepagas privadas para la atención sanitaria.
Pero para interpretar esta marcha atrás, quizás haya que advertir que esto escaló tan rápido y a tal punto, que le dio de lleno y por debajo de la línea de flotación a sectores que forman parte del público que llevó a La Rosada y sustenta el relato de Milei. Y que lo hizo no sólo en el bolsillo, sino también en el universo simbólico de quienes tienen en cosas como “la prepaga” o el “el colegio privado”, anclajes con un imaginario que se vincula a lo aspiracional y por oposición a aquello en lo que temen convertirse. Por eso es que también, mientras desfinancia abiertamente al sistema educativo público, universal y gratuito, el presidente le arroja un salvavidas al de gestión privada, tal como lo hace Jorge Macri en Ciudad de Buenos Aires.
Hecha esta salvedad, ahora sólo basta esperar que Milei descubra que también están cartelizadas las empresas que prestan servicios de gas y electricidad, la telefonía e Internet, aquellas de transporte público de pasajeros y hasta las que desde un sector inmobiliario cada vez más concentrado, acaban determinando cuánto debe pagar una familia si quiere alquilar un departamento para vivir.
También y fundamentalmente, los conglomerados que poseen el ochenta por ciento de la industria alimenticia y que mediante una estrategia de integración vertical y horizontal construyen una posición dominante desde la que imponen precios, además de condiciones.
Y como esperar que Milei comprenda esto no es tarea reservada a simples mortales, es que durante la semana pasada le prendimos una vela a San Expedito, el patrón de las causas imposibles, de quién el viernes se celebró su día.
Pero quienes se anticiparon a que San Expedito celebrara su día, son los integrantes de la Cámara Alta que durante la sesión del 18 de abril, aprobaron un aumento en sus propias dietas con el voto a mano alzada de todos sus integrantes, aunque cuando saltó la perdiz (¿alguien creía que no saltaría?), algunos macristas y los del bloque de La Libertad Avanza salieron a intentar desmarcarse en consonancia con el discurso que a caballo de este episodio, esa misma noche lanzó Milei desde la red social X, ya que encontró un inesperado Casus Belli para volver a señalar a “la casta”, aunque soslayó comentar algo acerca de los jugosos aumentos salariales con que, a sola firma, benefició casi en simultáneo a Eduardo Serenellini, Javier Herrera Bravo, Manuel Adorni y Karina Milei.
La ausencia de contacto con la realidad de los cyberdichos presidenciales es habitual y esperable, lo mismo que la actitud de los miembros de las bancadas del macrismo y el oficialismo. Pero no deja de dar vergüenza ajena que entre quienes levantaron la mano aparezcan senadores que, se supone, juegan del lado de los buenos.
El 24 de junio de 1990, Argentina jugó con Brasil por los octavos de final del Mundial. Durante la primera parte, sólo los palos y los reflejos de Sergio Goycoechea hicieron que el partido siguiera empatado en cero. En el entretiempo Carlos Bilardo no dijo una palabra y sólo cuando los jugadores estaban volviendo a la cancha lanzó una frase que se inmortalizó: “si se la seguimos dando a los contrarios, vamos a perder”.
Reorganizar la lucha de clases
Un día antes de lo del Senado y dos de la celebración de San Expedito, entró a la Cámara Baja el capítulo fiscal que es la forma en que se popularizó una de las partes en las que fue destripado el Proyecto de Ley Ómnibus, a pedido de algunos de los diputados de la oposición friendly que continúan obstinados en cuidar a la Presidencia Milei, mucho más de lo que a veces parece estarlo el propio mandatario.
La iniciativa tiene su médula en algo que, hay que reconocerlo, viene siendo la obsesión de todos los gobiernos al menos desde 2011 a esta parte. Y, como otras veces, la reinserción en el sistema de los dólares que personas físicas argentinas o empresas tienen dando vueltas por el mundo, se busca propiciar por medio de un mecanismo de blanqueo.
En este caso y para sintetizarlo, lo que el proyecto postula es que hasta cien mil dólares se puedan blanquear sin carga tributaria ni necesidad de repatriación, ya que si prospera la iniciativa, apenas alcanzaría con una declaración. De ahí en adelante aparece un impuesto que va de un cinco a un quince por ciento, conforme el tiempo que se tarde en declarar.
Pero cuando al día siguiente el secretario de Hacienda de la Nación, Carlos Guberman, concurrió a la Comisión de Presupuesto y Hacienda de Diputados para explicar la iniciativa gubernamental, aclaró que para el caso del dinero en efectivo que sea blanqueado, la alícuota sería cero y sin límites si se deposita en una cuenta especial o una sociedad de bolsa.
Lo que queda claro es que en el espíritu del proyecto está que nadie va a preguntar de dónde salieron los dólares blanqueados y, como para brindar más tranquilidad a quienes acepten este mecanismo, se garantiza que no se van a cruzar los montos blanqueados con los datos de los últimos ejercicios fiscales del blanqueante. De esta manera, nunca va a tener que explicar qué relación tiene con su propia actividad económica ese dinero que desea blanquear, por lo que la iniciativa es una lisa y llana invitación a que sea el propio Estado el que ponga una suerte de Lave-Rap de dinero que bien puede ser producto de la evasión, la elusión de divisas o cualquier otro negocio ilegal ¿Se entiende ahora por qué en el Llao Llao y ante lo peor de la clase capitalista que actúa en nuestro país, Milei dijo que quienes fugan divisas de Argentina son héroes?
Mientras tanto para comenzar la semana, el ministro del Interior, Guillermo Francos, confirmó que Milei va a brindar hoy una cadena nacional, en la que de acuerdo a lo que adelantó, el presidente evaluará los primeros cuatro meses de su gobierno. Los optimistas de “Las fuerzas del Cielo”, confían en que en la cadena (la segunda en dos meses, tomen nota caceroleros) podrían llegar lo que desde su perspectiva serían “buenas noticias desde Washington” y lo que desde este lado de la calle se denomina “nos volvieron a embocar con más deuda”. Habrá que esperar unas pocas horas para saber de qué va la cosa.
También es probable que Milei aproveche esa cadena nacional para atacar a la Marcha Federal Universitaria, que está convocada para mañana martes. El gobierno está preocupado por el volumen y transversalidad que adquirió la convocatoria, a la que se sumaron las tres centrales sindicales y un abanico enorme de sectores sumamente diversos. Y por eso durante la última semana, intentó embarrar la cancha con versiones que en boca del propio subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro Álvarez, aseveraban que La Rosada había notificado que aceptaba los reclamos del sector, algo que fue desmentido desde las casas de estudios que, con la UBA a la cabeza, coincidieron en recalcar que no recibieron los fondos que vienen demandando para poder continuar funcionando.
Y en este punto, cabe recalcar que aunque, finalmente, la Presidencia Milei transfiriera hasta el último centavo que debe al sistema universitario, todavía persistiría el descalabro que al sistema educativo de gestión pública, universal y gratuita le provoca la aplicación de decisiones gubernamentales como la de no convocar a la Paritaria Nacional Docente, suspender el Fondo Nacional de Incentivo Docente, el Fondo Compensador, los que fueron acordados para abastecer a los comedores escolares y los que se tienen que destinar a infraestructura escolar.
Pero también el drama que vive buena parte de la comunidad académica como consecuencia del feroz ajuste y transferencia de riqueza que comenzó el mismo día en que Milei fue investido, con la devaluación del 119 por ciento y que continúa merced a la aplicación del DNU 70/2023 que entre otras cosas desregula precios y elimina toda intención y posibilidad de control estatal sobre los de algo tan vital como los alimentos. El drama es, entonces, que buena parte de alumnos y docentes no pueden pagar el transporte para ir a clases ni la conexión domiciliaria a Internet o sencillamente, deben elegir entre estudiar o comer.
Y entonces es aquí donde viene bien volver sobre el aumento que se concedieron los senadores que, valga la pena mencionarlo, fue presentado por el eterno Juan Carlos Romero, el mismo que acompañó a Carlos Menem en la fórmula presidencial de 2003 y que como dueño de El Tribuno de Salta, acaba dejar en la calle a la mitad de los trabajadores de ese multimedio que aguantan como pueden en un conflicto olvidado, quizás, porque no tiene su epicentro en el microcentro de la política porteña.
Sin excepciones, los senadores dispusieron que merecen cobrar una dieta de 1,7 millones de pesos al mes, que con extras y otras yerbas se va a cuatro millones de bolsillo. Mientras tanto, del otro lado de avenida Entre Ríos, frente al Congreso, se había instalado una carpa desde la que los jubilados pedían cosas como recomposición de sus haberes que en el caso de la mínima no pasan los 171 mil pesos, demasiado poco cuando la canasta básica no baja de los setecientos mil.
Pero también cuando el promedio salarial de quienes tienen la suerte de trabajar en un régimen conveniado, es de 340 mil pesos, lo que quiere decir que hay muchos que cobran por debajo de esa cifra y ni que hablar de aquellos a los que no les queda otra que desempeñarse en condiciones de informalidad. Y todo en tanto en Argentina, durante el primer trimestre del año, 3,2 millones de personas quedaron por debajo de la línea de la pobreza con lo que ya son 22,6 los millones quienes están en esa situación.
Queda claro que los malos son malos y que Milei sigue haciendo los deberes que le manda lo peor de la clase capitalista que actúa en Argentina, tal como se acaba de ver en el Foro Llao Llao ¿Pero qué pasa con los otros que integran ese mismo esquema de representación política del Estado Liberal Burgués? ¿Es sólo por torpeza que hacen algo como lo del Senado? ¿Acaso no pueden empatizar con ese sujeto social al que pretenden interpelar que la viene pasando horrible, con el que empuja el carrito y tiene que revolver basura para poder llevar un mango a su familia, con el que no llega a fin de mes, con el que no sabe hasta cuándo va a poder pagar el alquiler, con el que ve que la fila del comedor o el merendero popular es mucho más larga que la cantidad de fideos que tiene para meter en la olla?
Porque lejos de toda lectura pacata, no está bien que senadores que intentan representar al pueblo, se aumenten los sueldos en un momento como este, más aún cuando se trata de los mismos que dejaron correr el DNU 70/2023 que es la herramienta de la que se vale el gobierno para perpetrar su blitzkrieg contra los trabajadores. Y que recién se sentaron en sus bancas para decir que es inconstitucional, casi tres meses después, cuando metida en su interna con Milei, Victoria Villarruel decidió dar luz verde a una sesión que pudo hacerse mucho antes, si hubiera existido presión suficiente por parte de las bancadas de la oposición.
Este episodio habla también acerca de la profunda crisis que enfrenta el sistema de representación política, algo que viabilizó el crecimiento y triunfo electoral de una propuesta como la que actualmente gobierna Argentina. Pero asimismo, lo hace sobre la necesidad que existe de hablar sobre aquello que es evidente y no está de más hacerlo cuando en muchos casos superando a las propias estructuras, desde abajo comienzan a eclosionar cosas que se mueven y ponen en acto voces de resistencia como las que mañana se van a pronunciar en la Marcha Federal Universitaria, en un tándem que debe continuar y crecer el Día Internacional de los Trabajadores y con el paro que está convocado para el 9 de mayo.
Porque hablar, pero también actuar sobre lo evidente, es hacerlo sobre la necesidad de aportar de manera determinante a la reorganización de la lucha de clases, pero además porque ello reduce la incertidumbre y por lo tanto facilita la tarea de construir certezas, desde una perspectiva de los propios intereses de clase. Ya que, aunque desde aquí bancamos a San Expedito, lo mejor es ayudarlo un poco, eso si lo que queremos es “pasar del reino de la necesidad al de la libertad”, que no es otro que el que anticipó Carlos Marx.