Apagones, narco-policía y un colapso socioeconómico amenazan con convertir en Estado Fallido a Ecuador, país que hizo un recorrido como el que quiere Milei para Argentina. “Es una crisis inducida”, advierte desde el PC Ecuatoriano, el sociólogo Bruno Soria, al explicar a Nuestra Propuesta qué es lo que está pasando.
—¿Cuántos días llevan con cortes de energía?
—Durante este último tramo llevamos cincuenta días de apagones en Ecuador con unas pérdidas que en términos económicos son, hasta el momento, de 3.075 millones de dólares, por eso es que con la consigna de “es hora de apagar las velas y encender las calles” se está convocando para el viernes que viene a movilizar para denunciar el hartazgo existente por esta situación.
—¿Cómo es la matriz energética de Ecuador y por qué se llega a esta situación?
—Ecuador tiene una capacidad hídrica importante y se han ido construyendo centrales hidroeléctricas a lo largo de la historia. De ellas, la última que es la más voluminosa, se construyó durante la Presidencia de Rafael Corea, que es la central Coca Codo Sinclair que tiene 1500 MW de potencia y está ubicada hacia la zona de la Amazonía, en las provincias de Napo y Sucumbíos, y es la única que está en esa zona ya que el resto se encuentra en la sierra.
Pero de forma complementaria a eso, Ecuador tiene veintiún termoeléctricas que son centrales que deben entrar en funcionamiento cuando hay épocas de sequía, como las que cada año tenemos entre septiembre y diciembre, que es la temporada en la que llueve muy poco en la sierra ecuatoriana.
La crisis que tenemos hoy es consecuencia de la inoperancia de los tres últimos gobiernos, porque no se ha cumplido el Plan Maestro de Electrificación del Ecuador. Nosotros, entre 2015 que fue cuando comenzó a operar la central Coca Codo Sinclair y hasta el año pasado, exportábamos a Colombia y a Perú que tenían déficit de producción de energía. Pero no se cumplió con el Plan que preveía la construcción de nuevas centrales hidroeléctricas, incluso hay una que quedó inconclusa que debería abastecer a la costa ecuatoriana, pero su obra está paralizada desde hace tres años, porque Lenin Moreno, Guillermo Lasso y Daniel Noboa no la completaron.
Pero de todas maneras, si entrase a funcionar esa central hidroeléctrica, el déficit seguiría siendo gigantesco, porque la demanda fue creciendo. Previendo este crecimiento es que, oportunamente, se diseñó el Plan Maestro que incluye nuevas centrales, inclusive tenemos un parque eólico hacia la frontera con Perú y ese plan también contemplaba otros proyectos de generación con energía solar. Pero en ninguno de estos proyectos se avanzó ni tampoco con la construcción de termoeléctricas que funcionan a partir del consumo de diesel, que son las que deberían entrar en funcionamiento en momentos como el actual. Lo terrible es que de las veintiuna centrales de este tipo que tiene Ecuador, sólo funcionan cuatro y esto explica en buena medida el déficit que lleva a que ahora mismo haya estos cortes de luz que son como los que ya padecimos durante el mes de abril, que en este nueva etapa ya vienen registrándose desde septiembre y, tal como van las cosas, posiblemente se prolonguen hasta enero.
—¿En promedio cuánto dura cada corte?
—Al inicio estos cortes fueron de cuatro horas, después hasta de catorce como se anuncian para esta semana otra vez. En algunos lugares los cortes en el suministro suelen ser de hasta dieciocho o incluso veinte horas. Esto es en todo Ecuador con excepción de las zonas linderas a los hospitales que son las únicas que tienen energía. Pero los cortes afectan toda la vida del país: centros educativos, comercios, fábricas y por supuesto viviendas se ven afectadas por los cortes de energía.
—¿La producción y distribución de energía eléctrica es estatal?
—Durante los años 1990 se trató de privatizar el sistema hidroeléctrico y el sistema energético del Ecuador, algo con lo que se machacó mucho durante 1996 cuando tuvimos unos apagones similares, aunque se prolongaban por menos horas que los de ahora. Entonces existían generadoras termoeléctricas privadas y su gran negocio era vender la energía que se consumía, pero además se contrataron dos barcazas, que son centrales eléctricas flotantes que funcionan de forma independiente de lo que pase con la infraestructura local. Para ese momento la demanda de energía era menor que la que hay ahora, pero igual había cortes, por eso el negocio estaba en tener estas termoeléctricas que generan energía mucho más cara. Por ejemplo, en estos momentos, las hidroeléctricas generan a tres centavos de dólar y las termoeléctricas tienen un costo para generar energía que va de los doce a los catorce dólares. Ahora, el gobierno actual contrató una barcaza que viene de Turquía que supuestamente iba a generar 100 MW, pero nunca lo hizo. Y el costo de generación de esta barcaza es de diecisiete centavos, entonces ahí hay un negocio fantástico que están haciendo. Inclusive ahora anuncian que van a traer otra barcaza.
—¿Un negocio para quiénes?
—Aquí aparece otro dato que es relevante. Porque cuando esta barcaza ya estaba viniendo de Turquía, todavía no se había llamado al concurso para contratar un servicio como ese, entonces su contratación se trató de una designación a dedo.
—¿Ahora el gobierno quiere privatizar todo el sistema?
—Sí, así es. Los tres últimos gobiernos el de Lenin Moreno, el de Guillermo Lasso y el actual de Daniel Noboa, apuntaron hacia eso con el argumento de que “lo privado es lo mejor”, acusando de ineficiencia a las empresas públicas, cuando la crisis actual que tenemos es consecuencia de la inoperancia de sus gobiernos, porque ellos no ejecutaron el Plan Maestro y también le quitaron dinero, es decir que desfinanciaron a la entidad estatal encargada de prestar este servicio que es la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec), que es la que administra el sistema eléctrico del país a la que se le sacó dinero que debió usarse para darle mantenimiento a las termoeléctricas que, como no tienen mantenimiento, van quedando fuera de servicio y esto es lo que provocó esta crisis que, por lo tanto, es una crisis inducida.
—¿Cómo impacta esta situación en la vida cotidiana?
—En Ecuador regresamos a las velas, pero también hay la tecnología de los focos recargables que hasta hace poco costaban cuatro o cinco dólares y que ahora no se los puede conseguir por menos de diez, veinte y hasta treinta dólares. Hay una especulación gigantesca y lo mismo sucede con los generadores pequeños de esos que se usan para abastecer de electricidad a un pequeño comercio. Esto está quebrando el sistema económico porque se paraliza todo, ya que casi toda la estructura productiva funciona con electricidad y ahí también hay especulación, porque generadores que costaban cuatrocientos dólares los están vendiendo por hasta dos mil dólares y eso habando de generadores pequeños.
Todo esto tensiona a la propia dolarización, porque al no haber circulante y al irse paralizando el aparato productivo cae la generación económica, están cerrando restaurantes y otros comercios, hay despidos en empresas grandes porque tienen parte de su actividad paralizada. Y esto agrava la crisis, la capacidad económica de las familias se reduce y, conforme pasa eso, crece la ola migratoria. Tenemos una estampida de ecuatorianos que de manera legal o ilegal intentan entrar a EE.UU., jugándose la vida en la selva del Darién y el desierto de Arizona. Tenemos índices terribles de niños que viajan solos en medio de las acciones delictivas de las mafias que manejan el tráfico de personas migrantes. Tenemos más de cinco mil niños migrantes perdidos.
—¿Cómo es eso de que esta situación tensiona la dolarización?
—La dolarización ya está aceptada socialmente. Y lo que está pasando ahora es un proceso especulativo gigantesco. Ecuador ha tenido una inflación muy baja desde 2002 cuando se estabilizó la dolarización y desde entonces los precios habían subido muy poco, pero eso está cambiando y Ecuador comienza a tener inflación en dólares, pero no fabrica dólares.
—¿La crisis social que está viviendo Ecuador va más allá de la situación provocada por los cortes de luz?
—La crisis económica y social nuestra es como consecuencia de la aplicación de las políticas neoliberales, es el resultado de la aplicación del neoliberalismo puro y duro. Desmantelaron todos los sistemas sociales, por eso tenemos hospitales que están colapsando. También desmontaron los sistemas de protección y de seguridad que tenía el Estado, teníamos un sistema integrado que facilitaba la seguridad ciudadana, también había obra pública y ahora a raíz de eso en los barrios crece el delito con una policía que fue permeada por la delincuencia. En estos días se conocieron chats de Fernando Villavicencio, el candidato presidencial asesinado en agosto de 2023, que hablan de los vínculos existentes entre industrias massmediáticas, la fiscal general del Estado, la Embajada de EE.UU. y todo un esquema de negocios de tinte mafioso. Esos chats también exhiben claramente el estado de descomposición en que se encuentra la institución policial.
Pero en Ecuador también es mínima la inversión en educación, tuvimos 150 mil niños que abandonaron el sistema educativo durante la pandemia, cada año son cerca de ochenta mil los jóvenes que no logran ingresar a la universidad porque no hay inversión en contratación de profesores ni en nuevas aulas, más bien lo que hicieron los últimos gobiernos fue reducir la planta de docente de las universidades como mecanismo para achicar costos sin incrementar la inversión pública. Esto propicia condiciones para que haya una cantidad enorme de jóvenes que pueden ser fácilmente tentados por una delincuencia cada vez más poderosa y organizada.
—Y, ahora, sobre llovido mojado…
—Y ahora a ese cuadro de situación se le está sumado esto de los cortes que prácticamente tiene paralizado al sistema productivo del Ecuador. El sector turístico está casi quebrado, entonces destinos estrella como Quito o Islas Galápagos han reducido notablemente la cantidad de turistas que reciben, sobre todo por los efectos de la delincuencia, porque las embajadas encienden alertas por la situación que vive Ecuador y recomiendan no visitar mi país donde ya tenemos, en buena parte del territorio, hechos delictivos de magnitud que antes sólo estaban presentes en las ciudades de la costa en las que, desgraciadamente, hay zonas donde operan organizaciones delictivas. Hoy tenemos a la ciudad más peligrosa del planeta que es Durán, que está frente a Guayaquil que desde 2017 a la fecha pasó de tener una tasa de 3,8 homicidios por habitante a casi 150. En el tercer lugar de ese triste ranking aparece Manta que durante el mismo período paso de 7,8 a 95,6 y en el séptimo lugar queda Guayaquil que subió del 6,9 al 83,8. Otro tanto pasa con Machala y Portoviejo por lo que de las diez ciudades que tiene peores registros de violencia en el mundo, cinco están en Ecuador.
—¿Cómo se sale de esto?
—En lo inherente a la crisis energética cualquier salida no es inmediata, entre otras cosas, porque la reparación de una central termoeléctrica no se puede hacer de un día para el otro. El gobierno está trasladando un problema. Los apagones responden a que no ha llovido, pero vemos que en la raíz del problema está que no ha invertido. Y encima busca chivos emisarios, hizo un juicio político a la ex ministra de Energía, Andrea Arrobo Peña, a quien se acusa de incumplir funciones durante la crisis energética de abril pasado. Y también habló de sabotajes y le quiso echar la culpa a Correa, porque se habían vaciado los embalses. Todo por no reconocer su propia inoperancia. Porque este es un gobierno de niños bien que están al frente de algunos ministerios y otras áreas de responsabilidad, que ni siquiera tienen idea de cómo es todo esto y, encima, no le hacen caso a los consejos que le dan técnicos y profesionales. La cosa es sencilla, no invirtieron en mantenimiento de las termoeléctricas y si comenzaran a atender esa situación ahora mismo, según los expertos, se demoraría de cuatro a seis meses en volver a poner en funcionamiento a pleno al sistema de esas centrales. Pero, hasta ahora, ni siquiera hacen eso.
—Por lo que usted dice la cosa excede a la situación energética…
—En el centro de todo esto, la clave está en que el gobierno debería dejar de pagarle a BlackRock, que es la tenedora de bonos de la deuda externa de Ecuador que se ha duplicado en los últimos siete años. Ya estamos bordeando los cien mil millones de de deuda externa. Esta situación tiene paralizada a la obra publica y por eso lo que debería hacerse es una moratoria, dejar de pagar la deuda y hacer una auditoría y tratar de llevar a cabo una reactivación económica. Tenemos carreteras destrozadas, el sistema sanitario y educativo al borde del colapso, los pequeños productores de la industria y el comercio sin acceso al crédito. Entonces se necesita una gran inversión pública del tipo del New Deal, una inversión destinada a reactivar el aparato productivo interno, primero para evitar el desangre que tenemos porque todos los días los ecuatorianos se van del país, hay una fuga de cerebros impresionante de jóvenes que se gradúan de la universidad y que se están yendo del país con lo que lo poco en que todavía invierte Ecuador, lo está perdido. Y en este proceso también se tiene que recuperar la institucionalidad, recuperar el sistema judicial, meter mano a fondo en la policía porque ambos están impregnados por el narco y la delincuencia común. Tenemos crecientemente asesinatos políticos, hasta el punto de que se han naturalizado. Acaban de asesinar a Jimmy Ruiz, quien fue asesor de Augusto Verduga, uno de los integrantes del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social que es nuestro Cuatro Poder.
La cosa llega a un nivel tal nivel de descomposición del Estado, por lo que inclusive algunos hablan de que ya estamos en condiciones de ser un Estado Fallido. Por eso es que casi estamos convertidos en un estatus similar al de Puerto Rico…en una especie de neocolonia y en cualquier momento hasta podríamos estar ocupados por tropas estadounidenses, ya que el actual presidente plantea una enmienda en la Constitución para facilitar que se autorice a EE.UU. a tener bases militares en Ecuador, algo que de momento está prohibido por la Constitución.
—Y con este telón de fondo se vienen las Presidenciales de febrero ¿Qué expectativa tiene, se puede ser optimista?
—El actual presidente está en campaña desde que asumió en noviembre de 2023 para terminar el mandato que dejó Lasso y desde entonces todas sus acciones están enmarcadas en plantearse la reelección. Tanto es así que acaban de competer una barbaridad jurídica de inhabilitar a su vicepresidenta, Verónica Abad, que es la que debería asumir el cargo de presidenta durante los meses en los que Noboa esté de campaña, pero por medio de una maniobra la inhabilitaron y ayer Noboa nombró a Sariha Moya, quien era su secretaria de Planificación, como vicepresidenta encargada. Esto es parte de un constante manoseo de la Constitución que es de tal magnitud que también incluye intentos por descalificar a candidatos de la propia derecha.
Y en este contexto las próximas elecciones se vienen con un escenario donde aparece una disputa entre sectores fascistas de la oligarquía ecuatoriana contra el progresismo que en este caso, desgraciadamente, no logra tener una unidad entre lo sectores que lo componen, porque la centroizquierda y la izquierda va a fraccionada en tres candidaturas que son las del titular de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, Leonidas Iza, Pedro Granja por el Partido Socialista y Luisa González que va con una coalición que cuenta con una mayoría del correísmo. Es muy probable que haya segunda vuelta. Y la única posibilidad que veo de que no vuelva a ganar la derecha, es que Luisa González, que es la que tiene más intención de voto, gane en primera vuelta. Pero si eso no sucede se va a volver a repetir el escenario de hace un año, con la derecha abroquelada detrás de un candidato con prácticas fascistas.