Esta reflexión y otras definiciones fuertes son las que entrega en este reportaje Rubén Guzzetti al analizar de qué va la jugada arancelaria que impulsa el presidente de EE.UU. “Como gran empresario, primero amenaza, después tira una barbaridad, recoge y vuelve para tratar de sacar alguna ventaja”, definió el integrante del Cefma quien advirtió que “el corazón de la disputa es el desarrollo tecnológico”.
Donald Trump volvió a la Casa Blanca y lo hizo en modo recargado. Incluso antes de jurar para su segundo mandato presidencial, ya había lanzado una suerte de blitzkrieg arancelaria con la que pretendió marcar territorio con sus socios en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y, por supuesto, con la República Popular China que es obsesión tanto de los globalistas como de los industrialistas que en distintos turnos hacen los deberes que manda el Estado Profundo estadounidense. Aranceles del veinticinco por ciento a Canadá y México, y otros de que de la amenaza de un cien por cien se redujeron a un modesto diez con el que la nueva administración pretende enfrentar o negociar con Beijín.
¿Cómo se debe leer todo esto? ¿Cuánto hay de bravuconada y cuánto de postura política sólida y sustentable en este paquete de medidas? ¿Y cuánto de esto tiene que ver con un reconocimiento abierto de que la RPCh es el enemigo sistémico por el que pretende ir Donald Trump?
Para intentar comprender mejor de qué van las pinceladas iniciales del segundo capítulo trampista, Nuestra Propuesta dialogó con Rubén Darío Guzzetti, quien es director Instituto Argentino de Estudios Geopolíticos y miembro del Instituto de Estudios de América Latina, como así del Centro y Formación Marxista Héctor Agosti.
—¿En qué clave se debe leer esta embestida arancelaria con que debuta la segunda Presidencia Trump?
—Para encuadrar el tema de la repercusión de los aranceles me parece oportuno presentar un esquema más general, porque hay algo en lo que coinciden los globalistas financieros representados por los gobiernos de Biden, Obama y los Clinton, con los sectores más proteccionistas como los que está encabezando desde hace unos años Trump. No tienen diferencias en un objetivo fundamental que es cómo enfrentar directamente a la potencia que amenaza la existencia de ellos como el gran poder hegemónico del mundo, que es la República Popular China (RPCh), aunque en lo que sí hay alguna discusión es en cuanto a las estrategias para hacerlo.
Ahora daría toda la impresión, por los primeros movimientos de Trump, que hay ciertas coincidencias en la superestructura más elevada del poder en EE.UU., me refiero a los lobby, al poder concentrado financiero, al complejo militar-industrial, en decir “bueno, no pudimos con la primera intentona de Trump en 2017-2021, hemos fracasado con el globalismo entre 2021-2025, intentemos con este salvaje recargado a ver qué podemos hacer.
—¿Pero cómo se puede definir la mirada de Trump en este momento?
—Consiste en avanzar y tratar de mostrar que todavía tienen fuerza, sobre todo con los países más débiles, mientras negocia con los más poderosos, tal es así que todos recordamos que en la campaña electoral anunció aranceles para contrarrestar a la economía china y amenazó con que serían del cien por cien, pero después los redujo primero al sesenta y hora a diez por ciento. Es decir que hay una estrategia bien clara que consiste en ir sometiendo a los países y a las regiones más débiles…hoy Europa es una región absolutamente sometida a los dictámenes de la política de EE.UU., no tiene prácticamente ninguna voz soberana, salvo algún pequeño país, algunas expresiones de Fico (Robert Fico, presidente eslovaco) o alguna de tipo nacionalista de Orban en Hungría. Pero en general los gobiernos de los grandes países de la veja Europa están sometidos absolutamente a los dictámenes de EE.UU.
—Y entre los más débiles está nuestra región…
—Se proponen avanzar en América Latina sometiendo a los más débiles. Esta es la primera vez que un jefe del Departamento de Estado, en este caso Marcos Rubio, inicia una gestión haciendo su primera gira por Centroamérica. Comienzan por ahí para después ir sobre los países más rebeldes, los que hoy tienen gobiernos que de alguna manera enfrentan a las políticas de EE.UU. como pueden ser los de Claudia Sheinbaum o el de Lula que aparece como un poco más moderado. Y por último, por supuesto que su idea es caer sobre lo consideran el eje del mal: Cuba, Nicaragua y Venezuela. Pero han comenzado por los sectores más vulnerables como vemos en esta gira que hizo Marcos Rubio en la que redujo las intenciones soberanistas de Mulino en Panamá.
Ese es el marco general: avanzar sobre China pero, como no la pueden enfrentar directamente y como han sido derrotados a través de la Otan en Rusia, entones comienzan a encuadrar a los sectores más débiles para acumular fuerzas y resolver el problema de fondo que tienen que es la presencia de China en simultaneo con el debilitamiento y declive de EE.UU., y en general el del Eje Occidental anglosajón-sionista, tal como el propio Trump lo admitió en su discurso inaugural.
—¿En qué se diferencian cualitativamente las políticas arancelarias de EE.UU. respecto a México y Canadá, con las que plantea para la RPCh?
—Ellos se muestran fuertes con los que no son tan poderosos como es el caso de Canadá y de México. Son conscientes de que el ochenta por ciento de las exportaciones mexicanas van a EE.UU., por lo cual saben que tienen herramientas como para presionar y atrás de eso está la intención de disminuir todo un proceso que se viene dando desde hace algunos años, que es la localización de empresas chinas en México desde donde exportan sus productos a EE.UU. que quiere moderar eso y reducir las posibilidades soberanas de México que es un país muy poderoso dentro de la región que puede ser un faro que sea imitado, en algún momento, por otros países.
Pero por supuesto que en esto van y vienen. El estilo de negociación de Trump es el de un comerciante, de un gran empresario, por eso primero amenaza, después tira una barbaridad y entonces recoge y vuelve…ahora suspendió por un mes los aranceles del veinticinco por ciento con Canadá y México pero sin eliminarlos…pero bueno negociará y tratará de sacar alguna ventaja. Lo mismo con Canadá que es un país muy especial porque pertenece a la Corona Británica, tiene relaciones históricas y una dependencia muy grande con EE.UU. que por eso sabe que ahí puede apretar para conseguir alguna ventaja para su economía.
Pero en definitiva, lo que está buscando Trump es, de alguna manera, recuperar a la economía de EE.UU., esto es recuperar inversiones y lograr la repatriación de algunas empresas, cosa en lo que fracasó cuando lo intentó durante su primera gestión.
—Con la deslocalización y la financierización el capitalismo intentó correr más rápido que su propia crisis sistémica, pero ahora sufre las consecuencias en su propio corazón…
—Hay varios procesos que juegan ahí y de alguna manera forman parte de una contradicción. Por un lado no son muchas las empresas que están saliendo de China y en esto sigue jugando el enorme mercado consumidor que tiene la RPCh que es algo que no tiene ningún otro país del mundo. Las capas medias con poder adquisitivo medio y alto en China son mayores que la suma de las capas medias de la UE, Japón y de EE.UU., y ese sigue siendo un anzuelo muy fuerte para que las grandes empresas no se vayan de China.
Paralelamente a eso también hay otro proceso que tiene que ver con que en China los salarios han crecido mucho y, entonces, hay algunas empresas que están viendo sacar mayor ventaja en otros países de la región con salarios más atrasados como puede ser Vietnam, Indonesia y por supuesto en otras regiones como México. Pero no es una cosa masiva lo que pasa en ese sentido.
Lo que no logra ni creo que vaya a lograr EE.UU. es la repatriación a su país de muchas de estas empresas que se han ido, porque está jugando el mercado, la posibilidad de producción y de distribución que le ofrece la RPCh que es algo que no se lo puede ofrecer ningún otro país. No hay que olvidarse que el primer proceso de deslocalización, uno de los efectos que logró fue el estancamiento salarial de prácticamente cinco décadas en EE.UU., estamos hablando de medio siglo sin aumentos reales de los salarios de los trabajadores estadounidenses. Eso significa que se ha perdido capacidad de consumo. Entonces cuando Trump les dice “vamos a volver a fabricar en EE.UU.” incentivando esto con reducción de impuestos y ventajas arancelarias, la pregunta es a quiénes les van a vender los productos que fabriquen. Y la respuesta es que el único mercado consumidor masivo que hay hoy en el mundo es la RPCh.
—Las primeras reacciones a los anuncios de Trump fue un desplome de los futuros en las bolsas de Asia y Europa ¿Puede haber una estampida o es de esperar que esto se vaya a estabilizar durante las próximas jornadas?
—Creo que vamos a un proceso de negociación con tiras y aflojes…avanzar algo y ceder, pero no hacia un crack. La reacción de México y Canadá fue denunciar a EE.UU. en el acuerdo de libre comercio que tienen los tres países. La reacción de China fue presentar una demanda en la OMC. Pero están abiertas las negociaciones, tal es así que tres días antes de la asunción de Trump hubo un encuentro telefónico entre Xi Jinping y Trump donde de alguna manera se trataron de moderar las agresiones, sobre todo de parte de EE.UU. Se hicieron reclamos mutuos pero en términos más o menos amistosos.
Creo que EE.UU. sabe que hoy no puede enfrentar a China, sabe que está perdiendo a carrera económica y tecnológica que es el corazón de la disputa. Sabe que está perdiendo esa carrera y, entonces, lo que trata es de presionar pero no tanto, mientras intenta acumular en el resto del mundo, en las regiones más débiles, en aquellas donde ellos pueden todavía ejercer cierto poder como en América Latina el Caribe.
—Tras los anuncios Argentina ratificó su política fiscal ¿Cómo puede impactar este escenario de volatilidad global que propician las decisiones de Trump en los mercados emergentes, especialmente en el de una economía abierta y que necesita conseguir dólares como la de Argentina?
—No puede impactar de otra manera que no sea absolutamente negativa y catastrófica. Es decir, lo peor que puede hacer un país en este escenario es abrir completamente sus fronteras para que ingresen todo tipo de productos, eso es un suicidio que está en línea con las posiciones ideológicas fundamentalistas de este gobierno que elige estar atado a un imperio que está en serias dificultades.
Las consecuencias lamentables para nuestro país de seguir esta política son catastróficas, ya que en estas condiciones no tenemos ninguna posibilidad de defender nuestra industria nacional, nuestro patrimonio y soberanía.
Venimos de un atraso tecnológico de muchas décadas y ahora, como frutilla del postre, abrimos todas las importaciones indiscriminadamente, algo que va a destruir a la industria nacional y el desarrollo tecnológico. Pero lamentablemente el gobierno está actuando como el de una semicolonia, tal como lo vemos en esta última decisión de salir de la OMS que tiene como única razón hacer buena letra con el poder estadounidense.
Lamentablemente, toda esta política económica sólo representa más sufrimiento para el pueblo y más destrucción del aparato productivo del país. Milei está haciendo lo contrario a lo que siempre han hechos los países cuando tratan de recuperar su industria y acercarse al top del desarrollo tecnológico mundial ¿Cómo vamos a competir hoy en un TLC como quiere hacer Milei con EE.UU., con los productos que vengan de aquel país? ¿Qué capacidad tenemos para competir? Ninguna, no tenemos mercado, tampoco desarrollo industrial ni tecnología de punta…es una locura que sólo se entiende desde un fundamentalismo ideológico.
—¿Qué peso tiene en la economía de EE.UU. el intercambio con Canadá, México y la RPCh?
—Para tener una dimensión, 42 de los cincuenta estados tienen como principal socio comercial a Canadá, México o China, a alguno de esos tres. Por eso es que algunos parlamentarios demócratas estén denunciando que si se aplica la política arancelaria con que amenaza Trump se va a profundizar la inflación. Es que en varios rubros EE.UU. no tiene una industria propia, porque la han desmantelado en el marco del proceso de financierización a partir de 1971. Entonces como no tiene una industria para reemplazar a esos productos que se van a encarecer por los aranceles, lo que va a ocurrir es que los pecios internos van a subir y esto va a provocar mucha más inflación que la que tienen ahora.
Y la relación que tiene con la RPCh es de cientos de miles de millones de dólares todos los años, estamos habando de cerca de ochocientos mil millones de un intercambio que es cada vez más creciente.
—¿Trump ya aplicó aranceles durante su primera presidencia, qué resultados tuvo con eso?
—Uno de los datos a tener en cuenta es que durante el primer mandato de Trump se aplicaron aranceles con la intención de reducir la dependencia hacia China, pero el efecto que logro fue todo lo contrario, ya que creció la cantidad de flujo comercial entre los dos países. Además vale recordar que China es el tenedor del trece por ciento de los bonos del Tesoro de EE.UU. y representa el dieciocho por ciento del comercio mundial, lo que plantea cifras muy fuertes y un escenario en el que evidentemente hay una gran relación de intercambio entre los dos países que estos aranceles no va a poder resolver.
—¿Entonces de qué va esto de los aranceles?
—Estos aranceles tienen más que ver con un intento por demostrar fuerza que de efectividad real. Lo que está buscando de alguna manera Trump, es salir del embrollo que tiene, porque hoy EE.UU. es el país que más deuda tiene: 36,5 billones de dólares, esto es 1,4 veces de su PBI, y además es el país que tiene la balanza comercial más deficitaria del planeta. Ese es otro dato clave del declive: cuando se salió de la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. era el país que representaba entre el 48 y el cincuenta por ciento del PBI mundial y el que tenía superávit en su intercambio comercial con todos los países del mundo. Hoy está absolutamente a la inversa, ya que es el país que tiene más déficit comercial y son muy pocos los países con los que tiene superávit.
—¿Cómo impacta esta política arancelaria de EE.UU. en la RPCh?
—La economía china es muy poderosa. Durante 2024 ha crecido a alrededor del cinco por ciento y para este año está presupuestado crecer en una cifra similar…es una locomotora en todo sentido. Específicamente para contrarrestar el anuncio de los aranceles, ha hecho un pequeño retoque de devaluación del renminbi y eso ha permitido sortear los efectos de ese diez por ciento que es más simbólico que efectivo en la economía.
De todas maneras, China siempre ofrece puentes para abrir las puertas a EE.UU., si en algún momento hay un cambio en el Imperio y Washington decide acoplarse a algunas políticas de desarrollo global, para tener un lugar en la nueva mesa multipolar y policéntrica que se avecina. Y desde el punto de vista interno, un diez por ciento de los aranceles es más simbólico y su efecto no tiene ninguna repercusión por lo menos a la vista actual.
Mientras tanto la RPCh sigue con su política de desarrollo, de integración con los Brics, de intercambio, de favorecer y financiar obras de infraestructura en la búsqueda de algo fundamental que está basado en un criterio muy claro que poseen, ya que estimulan todo tipo de proyectos y obras de infraestructura de desarrollo porque son conscientes de que ellos no pueden seguir desarrollándose en un mundo en conflicto, en donde uno saque ventajas a costa de los demás. China piensa en un desarrollo armónico del conjunto de los países y sus sociedades. Y esto lo está poniendo en práctica, sobre todo, en los espacios internacionales donde participa como es el Brics que es uno de los enemigos que la agenda de Trump, pero también de la agenda de los globalistas que coinciden en querer destruir a ese bloque.
—En diciembre Milei anunció que durante este año iba a buscar establecer un TLC con EE.UU. ¿Qué resultaría de eso a la luz de esta postura adoptada por la Administración Trump?
—No es la salida más favorable para nuestro país ni mucho menos. La única salida que tiene Argentina es asociarse y tener relaciones con el mundo del futuro, el que propone el desarrollo y producción de bienes materiales y las ventajas que pueden ofrecer países, bloques y asociaciones poderosas como los Brics…ese es el camino y por supuesto una condición imprescindible es la unidad e integración regional que el gobierno actual boicotea, tal como lo volvió a exhibir en estos días cuando fue uno de los pocos que se resistió a la reunión de urgencia de la Celac, que convocó Xiomara Castro, para presentar un frente solidario ante las amenazas de Trump respecto al Canal de Panamá.
—¿A qué juegan personajes como Elon Musk y Vivek Ramaswamy en el actual esquema de gobierno estadounidense?
—Además de la demostración fuerza que hacen y de buscar someter a países y regiones donde todavía tienen influencia, para poder tener una acumulación con que enfrentar a China, lo que pretenden con la designación de Elon Musk y Vivek Ramaswamy al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental, es avanzar en ajustes de dos billones de dólares a costa de organismos y presupuestos sociales, para tratar de acumular dinero suficiente para poder reinvertir en desarrollar la capacidad de producción y el liderazgo en ciencia y tecnología que EE.UU. ha perdido.
—¿Entonces cuánto tiene todo esto de un intento por mostrar músculo y cuánto de exhibición de debilidad por parte de EE.UU., dentro de un escenario global en el que se va produciendo un sostenido rediseño geopolítico, geoestratégico y geoeconómico?
—Buscan demostrar que EE.UU. puede hacer lo que quiere y que por eso le ha declarado la guerra al mundo con tal de no perder la hegemonía. Por eso también se trata de una amenaza, para que el mundo se atenga a las consecuencias y entonces muestran a Trump como un elefante en un bazar para provocar miedo ante tanta prepotencia. Esa es la intención. Y atrás de esto aparecen las barbaridades de alejar a EE.UU. del Acuerdo de París por el Cambio Climático o de la OMS…son barbaridades detrás de las que se quiere esconder la desesperación que surge de una hegemonía debilitada.
Son todas las dos cosas combinadas, es decir la intención de demostrar que todavía queda algún músculo para atemorizar al resto en su búsqueda por superar el propio declive.
—¿En este contexto de guerra económica y la pelea de fondo que promete ser la guerra tecnológica, dónde hay que colocar la irrupción de fenómenos como DeepSeek y la IA Qwen2.5-Max de Alibaba?
—Ese es el corazón de la disputa: el desarrollo tecnológico. Tal es así que una de las sanciones que aplicó Trump, como antes lo había hecho Biden, es la busca obstruir el acceso de China a tecnología de punta, me estoy refiriendo a los chips semicoductores y procesadores con una cantidad mínima de nanómetros. Esa tecnología fue prohibida por parte de EE.UU. para que China no tuviera acceso y también le prohibió que se los vendiera a la única fábrica de productores de esos microprocesadores que está en Países Bajos. Pero con todo esto, lo que ha hecho es potenciar la capacidad y creatividad de China que, como sabemos, ha sacado en estos últimos días estas nuevas herramientas. Es muy importante lo que ha ocurrido. Esto se produce a una semana de que Trump anunciara un proyecto para desarrollar todas las tecnologías de punta con una inversión de quinientos mil millones de dólares. Ese es el centro de toda esta disputa, el que avance en esa batalla, seguro que va a tener mucha ventaja y eso es algo que admiten los propios dirigentes estadounidenses cuando dicen que acá hay que poner todo el esfuerzo porque el que gane la batalla de IA, que la está ganando China, es el que va a liderar el mundo del futuro.
Por eso es un tema central que hay que seguir porque quien gane esa batalla, más temprano que tarde, va a tener también el liderazgo militar, ya que todas estas tecnologías se acaban aplicando en ese ámbito.
—¿Hasta dónde es Trump quien decide y hasta dónde lo hace eso que se suele denominar el Estado Profundo?
—Desde Kennedy para acá, desde la década del 60 del siglo 20, la cuota de decisión de los presidentes de EE.UU. y de todos los países del mundo es mínima. Es un tema de debate quién decide las políticas en EE.UU. Me parece que hay una suerte de relativo e inestable acuerdo en la superestructura del poder estadounidense, por supuesto que en los niveles intermedios y bajos hay una disputa por dos modelos: uno de apertura total que representaría el globalismo con un gobierno financiero que maneje las finanzas a nivel internacional y otro que es el que representa el actual presidente.
Pero en los sectores más elevados dentro de EE.UU., me parece que hay ciertos acuerdos y de alguna manera esto se expresa dentro del propio gabinete de Trump donde hay miembros de las dos facciones…una mescolanza que se sintetiza detrás de la idea de que “veamos si con este salvaje podemos cambiar la historia”. Para todos ellos el objetivo central es acumular como sea, cosa de estar en condiciones lo más rápido posible para ir contra China, pero ya no tienen tiempo.
—¿Qué tienen para ofrecer China y EE.UU. en una negociación digamos amigable?
—El planteo fundamental de China, al menos lo trascendió de la conversación entre Xi y Trump, fue el pedido de que EE.UU. deje de intervenir en Taiwán, que deje de proveerlo de armas y que no apoye a ninguna corriente independentista en esa isla. Eso es fundamental, después aparece el tema económico y en los obstáculos a la libertad de comercio, en ese sentido China es claro y viene teniendo una política coherente basada en disputar en términos de lo que cada uno pueda desarrollar.
Lo que se ve es el ascenso de los países emergentes, en particular de China y el declive de un EE.UU. que de alguna manera tiene que recoger el barrilete y decir “bueno, del cien por cien de los aranceles vamos a probar con el diez y negociar algo” pero ya no pueden imponer las condiciones como lo hacían antes, sobre todo con los países más fuertes. Lamentablemente a nuestra región este proceso nos encuentra divididos y debilitados, por lo que si no cambiamos está situación vamos a ser presas de la virulencia que vaya tomando esta disputa.
—En un escenario como el que plantea Trump suponiendo que vaya por su intento de máxima ¿Quién está mejor preparado para aguantar EE.UU. o la RPCh, hablo de cadena de suministros, energía, mercados etc.?
—En ese sentido es clara la situación. Prácticamente todas las cadenas globales de valor, es decir la fabricación de los principales productos a nivel mundial pasan o dependen de la RPCh. EE.UU. perdió la carrera productiva, perdió la carrera económica hace muchos años y esto es algo que ahora se está poniendo en evidencia. Antes era común ir a cualquier lugar del mundo y encontrarse en supermercados o en cualquier comercio con productos europeos, japoneses o estadounidenses. Hoy lo normal es que sean productos chinos y no como hace treinta años que eran de muy baja calidad, sino que ahora son de primer nivel tecnológico, del top de la tecnología. Esto muestra que esa carrera ya está decidida, eso ya esta perdido por parte de EE.UU.
La única posibilidad que tiene hoy EE.UU. para revertir esta situación y evitar tener que sumarse como un país más a un bloque de países muy poderosos…la única manera que tiene para conservar su hegemonía es mediante una guerra, no tienen otra salida. Y con lo todo lo que hemos dichos antes, con el avance tecnológico etc., esta posibilidad se está alejando cada vez más, por eso me parece que esto ya esta decidido, no tienen más tiempo y de ahí la agresividad del gobierno de Trump…porque sabe que no tienen más tiempo.
De mantenerse este statu quo, unos pocos años más y ya no van a tener posibilidades ni siquiera en el ámbito miliar, por eso es que para ellos la situación es muy urgente, tanto como lo es altamente peligrosa para el mundo.
—¿Es compatible un escenario de negociación cuando la nueva administración arranca con la premisa de “hacer a EE.UU. grande de nuevo” lo que parece significar “hacer al imperialismo estadounidense grande de nuevo”?
—La negociación debe ser impulsada permanentemente, sobre todo desde los países más importantes como son China, Rusia o India entre otros. La negociación forma parte de la búsqueda de la paz y el futuro. Esta claro que del otro lado hay un sector muy duro que piensa que pueden ganar una guerra nuclear, cosa que es una locura. Por eso hay que impulsar permanentemente la negociación, todo tipo de negociación y a esto apuesta la RPCh.
En medio de todas las tensiones y confrontaciones que hay entre China y EE.UU., Trump invitó a su asunción a Xi, quien no fue pero mandó a su vicepresidente que es una figura de primerísimo nivel. Eso quiere decir que hay predisposición de parte de China para las negociaciones permanentes, a pesar de todo lo que sigue haciendo EE.UU. en el corazón de China que es Taiwán. China prioriza la seguridad y evitar un conflicto, apuesta a la posibilidad de desarrollo en paz de cara al futuro. Por eso las negociaciones deben ser prioritarias y buscar las formas de entrar, en esto son muy expertos y tienen muchas cosas para negociar, y de alguna manera hoy el gobierno de EE.UU. está entendiendo que sentarse a negociar es lo único que pueden hacer, al menos por ahora.