En todo el país se hizo sentir fuerte la Marcha Federal Universitaria que, desde una demanda sectorial, logró interpelar a buena parte del sujeto social agredido por lo peor de la clase capitalista que gobierna por medio de la Presidencia Milei ¿Por qué tanto interés en destruir al sistema educativo público, universal y gratuito?
Plaza de Mayo fue el punto de encuentro de las columnas que partieron desde las diferentes facultades de Ciudad de Buenos Aires y su conurbano, pero también lo fueron otros escenarios que se multiplicaron en todo el país hacia los que convergieron estudiantes, docentes y no docentes que se movilizaron porque “defendemos el acceso a la educación superior pública como un derecho”, tal como lo puntualizó el documento leído al finalizar la jornada.
La Marcha Federal Universitaria fue la culminación de un proceso que incluyó diferentes acciones tendientes a visibilizar la situación que atraviesan las universidades que forman parte del sistema público, universal y gratuito a raíz del brutal recorte presupuestario perpetrado por el actual gobierno que, tal como lo indicó el Documento, pone en riesgo “la capacidad igualadora de la educación pública y gratuita”, pero también “el poder transformador de la Universidad como formidable herramienta de movilidad social ascendente y en el aporte diferencial y sustantivo que la producción científica hace en la sociedad del conocimiento”.
Y este no es un dato menor en un país en el que, desde hace más de una década, se viene profundizando una desigualdad que se va a solidificar si prosperan el capítulo fiscal y la denominada Ley Bases 2 que derivaron del destripado Proyecto de Ley Ómnibus, pero también si lo hace el DNU 70/2023 donde se resume buena parte de lo que, durante la campaña que lo acabó depositando en La Rosada, Milei anticipó que pensaba instrumentar desde la Presidencia.
De esto va el discurso que, durante la noche previa a la Marcha, emitió el Presidente por Cadena Nacional con un metamensaje que apuntó a lo más duro de su propia tropa, que seguramente necesitaba que su gurú le subiera la moral a pocas horas de lo que ya se veía venir como una jornada de movilización nacional y contundente.
Durante dieciséis minutos plagados de mentiras y datos absolutamente flojos de papeles, Milei se refirió al “esfuerzo heroico” que viene haciendo la sociedad argentina, para aguantar las consecuencias de decisiones que él mismo toma para beneficiar a la banda de evasores fiscales y fugadores de riqueza a la que, pocos días antes, caracterizó como “héroes”, al hablarles en el Foro Llao Llao (Ver Pedido urgente para San Expedito).
Así las cosas, en la vereda de enfrente del universo de las fantasías perversas que sintetizó la Cadena Nacional de Milei, al día siguiente, la Marcha Federal Universitaria se llevó a cabo como producto de una construcción nacida y abonada desde abajo, sintetizando voluntades diversas detrás de la defensa del sistema público y gratuito que permite el acceso libre a la educación superior.
Uno de los aspectos más positivos de esa construcción es que a partir de un problema que en apariencia podía ser considerado como meramente sectorial, se supo interpelar a buena parte del sujeto social agredido por el pustch que la clase capitalista que actúa en Argentina, perpetra por medio de la Presidencia Milei.
Entonces, la jornada y sus demandas rompieron el límite de lo sectorial, para convertirse en lo que puede ser un momento de un proceso de mayor volumen y que, por lo tanto, sea capaz de poner en cuestión algo más que las justas y urgentes reivindicaciones que llevaron a la construcción de la movilización de ayer. En ese mismo camino aparecen las jornadas del Día Internacional de los Trabajadores y del paro nacional de 9 de mayo, pero más allá de estos hitos que son inmediatos, es en la construcción cotidiana de resistencia desde donde sin dudas va a poder consolidarse lo que ayer exhibió su contundencia.
Vale la pena entusiasmarse con lo que recorrió las calles de buena parte del país durante la jornada de ayer. La contundencia de la movilización y la profundidad del factor que interpeló su construcción, dan de lleno y por debajo de la línea de flotación de un gobierno al que desde el movimiento social se le comienzan a marcar líneas rojas que el esquema de representación político-institucional, mayoritariamente, se muestra reticente a señalar.
¿Habrán tomado nota de esto quienes desde ese esquema apuestan a “hay que darle tiempo”? ¿Acaso serán capaces de decodificar que la movilización de ayer puede convertirse en un insumo para que gobernadores y oposición parlamentaria, se plante contra las herramientas clave en las que se basa la Presidencia Milei para seguir destruyéndole la vida al pueblo argentino?
Para hoy miércoles, está convocada en Diputados una sesión que en su temario tiene a la emergencia presupuestaria en las universidades nacionales y el reestablecimiento de la vigencia del Fondo de Incentivo Docente, pero también iniciativas vinculadas a la reforma jubilatoria. La propia Cámara Baja todavía no decidió cuándo le va a entrar al debate que puede acabar con el DNU 70/2023 y, por supuesto, tiene que revisar si le da o no luz verde a los proyectos en que devino el naufragado de la “Ley Ómnibus”.
Para el día después
La Presidencia Milei y el estado de cosas (¡y de ánimos!) que la hicieron posible, no nacieron de un repollo. Y aunque también en este caso haya que hablar de un fenómeno que responde a una policausalidad, está claro que representa una necesaria consecuencia del momento de la crisis de larga duración que atraviesa el sistema capitalista.
Por eso es que tal como lo explicitó en su Cadena Nacional del lunes, Milei no tiene empacho en jactarse de que se considera una suerte de elegido para llevar a cabo la tarea de destruir al Estado Social de Bienestar, que es un concepto que esconde una idea del Estado Liberal Burgués como mediador, cuyo papel sería representar los intereses de toda la población. Algo que, necesariamente, implica un pacto ficticio por el que la clase obrera se integraría dentro de los márgenes de la democracia liberal burguesa y que, como formulación práctica, se fundamentó en un trípode constituido por tres pilares: el sistema de jubilación universal, junto a los que garantizan el acceso y el derecho a los sistemas de salud y educación pública, gratuita y universal.
En este punto vale recordar que el sentido histórico que tuvo el Estado Social de Bienestar, fue la necesidad que tuvo el capitalismo de que Europa occidental se reconstruyera tras la devastación Segunda Guerra Mundial y, para eso, precisaba tener obreros calificados y sanos para trabajar en las líneas de producción industrial y que, además, pudieran soñar con un retiro digno garantizado por una pensión. Por eso jubilaciones, salud y educación respaldadas por el Estado, algo que en la vereda de enfrente, la Unión Soviética ya garantizaba desde hacía tres décadas.
Pero para una sociedad reprimarizada en la que -a la fuerza- el proletariado se convierte en precariado, que por medio de la terciarización favorece la flexibilización y la ausencia de estabilidad laboral, el trípode que daba sustento al Estado de Bienestar carece de sentido. De ahí que los sistemas jubilatorio, de salud y de educación pública sean los tres principales objetivos de la pulsión criminógena de Milei (Ver Las oscuras obsesiones del señor Milei).
Pero asimismo, porque estos tres sistemas son ajenos al propio ADN del Estado Liberal Burgués en cualquiera de sus formatos, ya que no son otra cosa que concesiones que el sistema capitalista tuvo que hacer, pero también una suerte de anticipo de un tipo de sociedad diferente a la capitalista, que no puede ser otra que la comunista. Por eso tanto énfasis a la hora de intentar destruirlos.
De ahí que, construir la lucha a favor del sistema público universal y gratuito de educación, por nuestras universidades y el derecho a que todos puedan estudiar, debe ser necesariamente una parte de una concepción de lucha que ponga en el centro de la discusión qué tipo de Estado es preciso construir para que eso sea posible. Y, entonces, queda claro que además de ser una jornada contundente, la de ayer dejó mucha tela para cortar.