El Partido Comunista del país africano advirtió sobre la devastación que provoca la guerra civil a lo que se sumaron calamidades naturales, por lo que llamó a que la comunidad mundial para que deje de ser insensible con la crisis que atraviesa a toda la población de Sudán.
“La devastadora guerra que se está librando ha desplazado a millones de personas, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, y ha dejado a miles de personas heridas o desaparecidas”, señaló el Partido Comunista de Sudán (PCS) y recordó que esta situación “ha causado estragos en la infraestructura, destruyendo fábricas, granjas, mercados y bancos, y ha interrumpido el funcionamiento de escuelas, universidades, hospitales y servicios esenciales además de cortes generalizados de electricidad, agua y comunicaciones”.
Con este telón de fondo, el PCS advirtió que la comunidad internacional debe dejar de ser insensible con la situación que atraviesa el pueblo sudanés, por lo que en este sentido, es preciso que aportar a la construcción de soluciones que permitan “mitigar los efectos de las hambrunas y las inundaciones que han provocado un grave deterioro de las condiciones de vida, marcado por un aumento incesante de los precios y una caída continua del valor de la moneda, junto con el empeoramiento de las condiciones de salud debido a la propagación de enfermedades como el cólera y la malaria”.
Esta situación tiene lugar en un contexto en el que las instituciones estatales sudanesas prácticamente no pueden garantizar asistencia, sencillamente porque no son capaces de ejercer un control efectivo sobre el territorio, como consecuencia de la guerra civil que se desarrolla en este país africano desde octubre de 2021, cuando dos años después de la renuncia de Omar al-Bashir, una facción del ejército dio un golpe de Estado, disolvió el Consejo Soberano y arrestó al primer ministro Abdalla Hamdok.
En esa oportunidad, el grupo cuya cabeza visible era el general Abdel-Fattah al-Burhan, declaró el estado de emergencia, al tiempo que disolvió el Gobierno y sus organismos, algo que fue denunciado por el PCS que convocó a “la desobediencia civil” para rechazar el golpe de Estado que fue sólo el puntapié inicial de una serie de acontecimientos en los que facciones militares fomentadas por EE.UU., se disputan la administración de los recursos naturales entre los que se encuentra una prometedora cuenca petrolera.
Las consecuencias más lacerantes son una “crisis humanitaria de proporciones épicas” tal como la definió no hace mucho Unicef, que lleva a que este país registre el mayor número de desplazados internos del mundo y una hambruna que afecta a más de cinco millones de personas, algo que además presiona sobre las fronteras sudanesas, por lo que amenaza con convertirse en una catástrofe de carácter regional.
Aunque como la guerra civil persiste las cifras son dinámicas, hasta mayo pasado se registraban oficialmente alrededor de doce mil muertos por este conflicto que también dejó un saldo provisorio superior a los ocho millones de desplazados, unos dieciocho millones de personas que pasan hambre y veinticinco millones que necesitan ayuda humanitaria para poder sobrevivir.