Pasaron las vacaciones y la Mesa de Enlace vuelve a las rutas para pedir que el Estado los subsidie. El reclamo por una tercera etapa del “dólar soja”, un componente político partidario concreto y, fundamentalmente, un abierto posicionamiento de clase tienen su cita en Arroyo Seco.
Cualquier excusa sirve para presionar. Esto es algo que tiene claro la clase capitalista que actúa en el país y, dentro de ella, nadie exhibió más eficacia a la hora de echar mano a ese recurso que la corporación vinculada al agronegocio, que el martes venidero va a volver a mostrar músculo con un acto y bloqueo de ruta en el acceso a la localidad santafecina de Arroyo Seco.
Si bien esta vez la convocatoria corrió por cuenta de Federación Agraria, rápidamente se sumaron Confederaciones Rurales Argentinas, Coninagro y Sociedad Rural que de esta manera esperan protagonizar otro capítulo más del pustch que tuvo sus primeras jornadas hace quince años.
¿Pero qué piden ahora? La novedad de este caso es que en la lista aparece la palabra “sequía”, pero por lo demás es una enumeración de las habituales quejas de un sector al que el actual gobierno, injustamente, benefició demasiado.
“Quiten el asedio fiscal” y “reforma impositiva integral” son consignas con las que pretenden disimular algo tan sencillo como que no quieren pagar ningún tipo de impuesto que es de donde saca el dinero el Estado, entre otras cosas, para construir y mantener la infraestructura que estos sectores utilizan para hacer negocios.
Asimismo, protestan contra el “asedio de los bancos” y “la tasa de usura que genera el propio Estado”. Dos cosas: si en lugar de especular hasta con el último grano liquidaran en tiempo y forma, quizás el Banco Central (en febrero tuvo un rojo de cuatrocientos millones de dólares) tendría reservas suficientes como para disuadir desde una posición más firme los constantes golpes que perpetran algunos actores que van a ser de la partida el martes próximo.
Y, por otra parte ¿por en lugar de exigir tanto a la banca pública no prueban con la banca privada, que de acuerdo al último informe sobre bancos difundido por el Central -de septiembre de 2022-, había ganado más de cuatrocientos mil millones en los últimos doce meses? Sencillo, porque los bancos privados cuyos propietarios pertenecen a su mismo bloque ideológico, nunca aflojan ni un centavo.
¿Entonces cómo se traduce al castellano todo esto que plantea la Mesa de Enlace? Subsidios, esta es la palabra clave. Esto es que lo más rancio de la clase capitalista que actúa en Argentina, los mismos que habitualmente denostan a quienes ellos llaman “planeros” y que exigen que el Estado “no intervenga” en la economía, vuelven a pedir que ese mismo Estado subvencione su actividad.
Pero también son los mismos que para evadir impuestos no dudan en aplicar cualquier maniobra ilegal, como la terciarización, tirangulación y la creación de firmas fantasma. Esto coadyuva a que proporcionalmente, del esfuerzo que hace el resto de la economía -básicamente los trabajadores- para subsidiar a este sector, sea poco lo que contribuya a cosas tan básicas como que el pan, el aceite, la carne y la leche puedan estar en abundancia y a precios razonables en cada boca de expendio del país.
¿Pero acaso será que como vocifera CRA el sector sólo está recibiendo “parches y anuncios”? En este punto hay que recordar que apenas anteayer y desde una posición de franca debilidad, el Gobierno Nacional concedió a los empresarios que componen el núcleo central de la Mesa de Enlace las dos ediciones del “dólar soja”, con lo que en la práctica ganaron más que si se hubiese dispuesto retenciones cero.
También que la decisión de la Presidencia Macri de reducir a un cinco por ciento las retenciones para la soja y eliminarlas para el trigo, maíz, carne y las economías regionales no redundó en una mayor competitividad para el sector que -como pregona la teoría liberal- ayudara a que bajen los precios de góndola. Lejos de eso, la maximización de la tasa de rentabilidad se tradujo en más elusión y el incremento del fomento de negocios convergentes, en algunos casos ilegales, como los que tienen ahora mismo en vilo a la ciudad de Rosario.
Pero como para repasar ¿qué pasó después del “dólar soja”? Queda claro que la batería de subsidios dispuestos por el Gobierno Nacional a las actividades que pretende representar la Mesa de Enlace, superan con creces a las que reciben otros sectores.
Durante los últimos meses se puso en marcha un programa que contempla a más de 4500 pequeños y medianos productores de hasta cuatrocientas hectáreas de soja y cien de maíz, mediante una inversión estatal de 1.600 millones de pesos. También el Programa de Impulso Tambero que dispone hasta seiscientos mil pesos por mes para tamberos de hasta cinco mil litros y un aporte adicional en el caso de aquellos de hasta 1500 litros. En este caso ingresaron cerca de 4500 productores y la inversión es superior a los 8.150 millones de pesos.
Por su parte, el programa de compensación para productores de lana ovina, contempla a 1600 productores y el Estado invierte más de mil millones de pesos, mientras que algo similar pasa con sus pares de fortalecimiento para los sectores aviar y porcino, así como el que se destina a productores de cría de ganado bovino, que está dirigido a asistir a los afectados por la falta de pasto que provocó la sequía. En este caso el Estado subsidia el cuarenta por ciento del costo que implica llevar a la cría a un feedlot para su engorde, lo que evita que el productor deba venderla a menor precio y antes de tiempo.
Lucha de clases
Hay un dato muy elocuente que surge de un informe confeccionado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, que da cuenta de que tanto la producción como las exportaciones de los principales rubros de la agroindustria crecieron sostenidamente durante el trienio de 2020-2022 respecto de 2016-2018.
Pese a esto y como para que quede claro de qué va la cosa, hace dos semanas la Mesa de Enlace presentó ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia del Trabajo 71, una solicitud de medida cautelar contra el bono extraordinario de fin de año para los trabajadores rurales. Se trata de cincuenta mil pesos y fue acordado en la Comisión Nacional de Trabajo Agrario, con el aval del Ministerio de Trabajo de la Nación y la Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores.
En este contexto, las principales bocas de expendio de la industria massmediática concentrada, celebran la decisión “del campo”, de volver a victimizarse y a bloquear rutas. Son los mismos que piden bala para los integrantes de los movimientos sociales y exige la supresión “de los planes”, aunque no cuestionan por qué con tanta ganancia extraordinaria “el campo” no es capaz de garantizar comida para todos los argentinos.
Tampoco se preguntan por qué la dirigencia “del campo” que es abiertamente afín al bloque político de derecha, no le pide a los legisladores de las bancadas de Juntos por el Cambio que hagan su trabajo, esto es sesionar, lo que permitiría que -entre otras cosas- se debata el Proyecto de Ley Agroindustrial que contempla buena parte de los reclamos que esgrime la Mesa de Enlace para convocar al acto del martes.
Va quedando claro entonces que, además de calentar motores en un año electoral, la convocatoria a Arroyo Seco es un acto de presión para forzar a que el Ministerio de Economía habilité una tercera etapa del “dólar soja”, pero también posee un componente político partidario concreto y, fundamentalmente, responde a un abierto posicionamiento de clase.
Esto conlleva varios problemas, ya que en años de buenas cosechas -que son la mayoría- y con precios internacionales en alza para el caso de los alimentos tal como se viene registrando, los que el martes van a estar en el corte la levantan con pala y en un movimiento de tenazas provocan brutales remarcaciones en los precios de los alimentos.
Y, cuando como ahora se atraviesa una sequía, se hace sentir en los precios de góndola, pero también impacta en las variables macroeconómicas. La semana pasada un informe de la Bolsa de Cereales advirtió que a raíz de la sequía, la estimación de cosecha para el sector sojero hace prever que lo exportado por este sector va a ser de veinte mil millones, en lugar de los 25 mil millones de dólares previstos con anterioridad.
Esto significa que, a la hora de liquidar, va a haber cinco mil millones de dólares menos lo que no es poco. Para ponerlo en la verdadera dimensión alcanza con señalar que, durante 2022, Argentina recibió poco más de cinco mil millones de dólares por parte de diferentes organismos internacionales de crédito.
El perfil productivo de Argentina comenzó a acabar su diseño durante los últimos años del siglo 19, y lo hizo a partir de la enorme fertilidad y clima excepcional que tiene, sobre todo, lo que ahora se denomina zona núcleo. A esto se le suman otras ventajas comparativas como los rápidos accesos a puertos, lo que favorece que la producción agropecuaria y el posterior agronegocio tenga costos relativos bastante bajos. De esto va lo de la Renta Agraria Diferencial, que es la caracterización que alude a la renta extraordinaria, ya que por todo esto, producir el mismo producto agropecuario en nuestro país resulta ostensiblemente más barato que en la mayoría de los putos del planeta.
Así las cosas, desde el siglo 19 esta acumulación que propició la Renta Agraria Diferencial, fue clave para la construcción de la clase capitalista que actúa en Argentina, caracterizada por su condición parasitaria, lo que explica que a diferencia de lo acontecido en otras formaciones estatales capitalistas de similares condiciones, en nuestro país esa renta sea habitualmente destinada al derroche y la financierización, antes que a la industria.
Esta situación tuvo un interregno que vale mencionar con la creación del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio, durante el gobierno encabezado por Juan Domingo Perón, que fijó tipos de cambio diferenciales para la exportación de la producción agropecuaria y con eso fomentó al sector secundario de la economía por medio del Banco de Crédito Industrial. En una escala bastante más acotada, de esto va el esquema de retenciones que se aplica actualmente.
Pero las retenciones son percibidas por los convocantes al acto del martes como un obstáculo para potenciar, todavía más, la maximización de su tasa de rentabilidad. Y, sobre todo, representan una barrera simbólica que entienden que deben destruir como una forma de reafirmación de su autopercepción identitaria supremacista.
Entonces, es indispensable darse cuenta que para el bloque de poder que se va a manifestar en Arroyo Seco, cualquier excusa sirve para presionar, pero todavía más, lo es tener claro por qué y para qué presionan, porque detrás de la gestualidad y las palabras, no hay otra cosa que un episodio de la lucha de clases.