Se caracterizó por la participación de más de cuatrocientos delegados que integraron 164 delegaciones provenientes de 91 países. La delegación del Partido Comunista de la Argentina estuvo integrada por Marcelo F. Rodríguez y Rubén Darío Guzzetti.
Culminó el Foro Internacional Antifascista dedicado al 80 aniversario de la victoria en la segunda guerra mundial que se llevó a cabo en Moscú con la participación de más de cuatrocientos delegados que integraron 164 delegaciones provenientes de 91 países. Entre ellas se dio cita la delegación del Partido Comunista de la Argentina integrada por su secretario de Relaciones Internacionales, Marcelo F. Rodríguez, y el miembro del Centro y Formación Marxista Héctor Agosti, Rubén Darío Guzzetti.
En ese contexto y convocados por el Partido Comunista de la Federación Rusa, cuyo titular Guennadi Zyuganov inauguró las jornadas, participaron de diferentes conferencias y otras actividades de gran importancia por lo que en ellas se dijo, pero también porque brindaron la oportunidad de intercambiar opiniones e información entre los representantes del PCA y sus pares del resto de las delegaciones presentes.
Asimismo, después de participar de la Conferencia Internacional “Consolidación de las Fuerzas de Izquierda en la Lucha contra el Neofascismo y la Amenaza de Guerra”, la delegación del PCA se reunió con Leonid Kalashnikov, quien es jefe del Departamento de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de la Federación Rusa.
Por su parte, en el contexto en la Sección 3 del Foro: “Nazismo y fascismo como continuación natural y forma tardía del capitalismo colonial”, Rodríguez presentó su ponencia referida a la historia del nacimiento y tipos de fascismo en América Latina.
Ponencia
A continuación el texto de la ponencia del secretario de Relaciones Internacionales del PCA, titulada “El avance de la derecha ultraneoliberal y neofascista en Argentina”.
Estamos transitando un período histórico signado por el paso del unipolarismoque tuvo su tiempo de indiscutible preeminencia en la década del 90, a un proceso abierto, acelerado y en pleno desarrollo hacia un mundo multipolar.
Desde el marxismo venimos analizando hace tiempo la crisis civilizatoria del capitalismo. Sin embargo, terminando el primer cuarto del siglo XXI, el capitalismo sigue vigente a pesar de su crisis y de las razones significativas que explican las dificultades que enfrenta para su reproducción y recurrente reinvención, junto a la cual también persiste una crisis de alternativa o insuficiencia de las experiencias populares, progresistas o inclusive revolucionarias, asediadas por bloqueos económicos, medidas coercitivas o las estrategias de guerras de 4ta y 5ta Generación, gestadas en las usinas del imperialismo.
Está claro que los beneficiarios de la explotación de los trabajadores y del saqueo de los bienes naturales del mundo no van a resignar sus privilegios sin resistirse y apelar a todo tipo de operaciones legales e ilegales para intentar superar la crisis que atraviesan.
Así vemos como hoy la burguesía financiera internacional recurre a generar caos, a fomentar guerras híbridas, civiles e interestatales, al narcotráfico y el lavado de dinero, a estimular los separatismos, al terrorismo y los neofascismos, a las guerras privadas y la contratación de mercenarios, a generar o sacar rédito de las pandemias, tanto a nivel económico, social como político.
Ya en 1923, Clara Zetkin decía que: “…vemos el fascismo como una expresión de la decadencia [...] de la economía capitalista y como un síntoma de la disolución del Estado burgués. Podemos combatir el fascismo sólo si comprendemos que despierta y arrastra a amplias masas sociales que han perdido todo reaseguro de su existencia y por lo tanto su creencia en el orden social”.
El fascismo, como manifestación de la crisis capitalista, seduce a amplias masas sociales que experimentan una falta de seguridad respecto de su existencia básica. En el caso del fascismo del siglo XX esa seguridad fue puesta en crisis por la guerra. En el caso del fascismo o neofascismo del siglo XXI, por la crisis capitalista potenciada por los efectos de la pandemia de COVID-19.
Para analizar cómo se manifiesta en Argentina esta ofensiva que hemos caracterizado como ultraneoliberal y neofascista en el 28º Congreso del Partido Comunista de la Argentina que tuvo lugar en septiembre de 2024, queremos compartir algunos elementos surgidos en el debate congresal.
El gobierno de Javier Milei en Argentina es el resultado de un largo proceso de construcción de cultura de derecha, que se ha ido conformando con elementos biologicistas, racistas y de odio a pueblos originarios, anticomunistas, antiperonistas y antisubversiva en los años 70 y antifeminista.
El pensamiento de derecha ha ido cambiando, pero sin abandonar cada una de sus construcciones anteriores en nuestro país.
Javier Milei se ha impuesto en esta coyuntura culturalmente en primer lugar por un sentido común impuestoa fuerza de represión, del saqueo de nuestro país y de una hegemonía mediática que sostiene esta lógica neocolonial.
En segundo lugar, por la novedad de un supuesto cambio con que intenta ocupar el lugar vacío dejado por el fracaso del gobierno del Frente de Todos de Alberto Fernández (2019-2023)
El gobierno de Milei es parte y representante de la derecha real y más allá de discursos delirantes, exagerar en las calificaciones puede confundir sobre su relación de continuidad con las derechas reales. El apoyo, no exento de conflictos y contradicciones, que le están otorgando estos sectores de la derecha lo confirma, por eso lo hemos caracterizado como un gobierno ultraneoliberal y neofascista.
También se manifiesta claramente como parteindisoluble de un movimiento internacional de fascistización de las derechas locales, un movimiento “orgánico” del gran capital, especialmente financiero, que busca articular su estrategia desde su definición como “occidental” centralmente contra China y la Federación Rusa, con sus políticas de reordenamiento neocolonial, su fase belicista, su estrategia de abandono de toda ley, de toda regulación, todo convenio o pacto que lo limite en sus políticas imperiales.
Es, en el plano político institucional, es la expresión del proceso de decadencia del sistema capitalista mundial que ya trajo la pandemia, el cambio climático, el hambre de cientos de millones de seres humanos y una guerra mundial que se está librando en partes y a la vista de todos.
La guerra de la OTAN contra la Federación Rusa, buscando militarizar cada vez más sus fronteras, gestada por golpes de estado y neofascismo en Ucrania, la avanzada genocida sionista en Palestina y decenas de otros conflictos armados en desarrollo son la muestra de esta guerra en curso.
En todos estos conflictos, está la mano del imperialismo combinado por sus intereses geopolíticos siguiendo los mapas de saqueo sobre los recursos naturales desde su óptica depredadora y las necesidades de las élites del complejo industrial militar que los empuja.
Las configuraciones de derecha que en el presente contexto internacional viran hacia variantes de ultraderecha y neofascistas, surgen como respuesta a la multipolaridad emergente.
El gobierno de Milei expresa también una reconfiguración en el bloque de poder en la Argentina, intrínsicamente conectado a las disputas hegemónicas a nivel mundial, centrado en la confluencia del capital financiero globalizado con grupos empresarios vinculados al extractivismo, a la producción de alimentos y de energía que atentan directamente contra todo intento de industrialización y socavan la soberanía de nuestros países.
Frente a este panorama, reforzamos la idea de que el accionar de estos grupos neofascistas, de ultraderecha y o ultraneoliberales en el mundo no representan una cara deformada del capitalismo; es su verdadera cara en este momento concreto de la historia. El sistema capitalista profundiza su crisis de la mano de la híper concentración de la riqueza y de la financierización acelerada de la economía y ya no encuentra los márgenes de otros tiempos para congeniar la reproducción de la tasa de ganancias del capital con cierta capacidad distributiva hacia la clase trabajadora.
Frente a esto, las banderas del socialismo, del comunismo son las que deben dirigir la construcción de una verdadera alternativa a este sistema de concentración económico-financiera, represión y hambre para nuestros pueblos.
La disyuntiva entre socialismo o barbarie se manifiesta con toda crudeza a 80 años de la victoria sobre el nazi-fascismo por parte del heroico pueblo soviético y derrotar a estas expresiones del capitalismo en crisis es la tarea que tenemos hoy.