Crece la presión devaluatoria. Baja en la cotización de casi todos los bonos emitidos por el Estado Nacional, caída de las acciones de las empresas argentinas que cotizan en Wall Streat y una pronunciada suba en el precio de todos los dólares, mientras el riesgo país se disparó hasta llegar a los 1500 puntos.
Aunque era 4, para el gobierno nacional el de ayer fue un martes 13 a raíz del nuevo capítulo de presión que protagonizó el mercado financiero, en donde se verificó una escalada en la especulación con los dólares financieros y el blue cuyo precio subió treinta pesos, para acabar la jornada en 1.265, con lo que durante el último mes lleva un acumulado superior a los doscientos pesos. Por su parte, el precio del Contado con Liquidación (CCL), trepó por sobre los 1.310 pesos por lo que en apenas dos días hábiles que lleva junio, ya aumentó más de un cinco por ciento.
Hace menos de dos semanas hubo un momento parecido aunque de menos intensidad, en el que el dólar blue se vendió a 1.300 pesos y pese a que la intervención del Banco Central hizo que el precio retrocediera, fue un llamado de atención para un frente que hasta entonces el gobierno parecía tener controlado.
Por eso es que mientras algunos se niegan a poner las barbas en remojo, desde en el mercado financiero comienzan a preguntarse cada vez en voz más elevada, cuánto tiempo más va a poder sostener la Presidencia Milei el delicado equilibrio que plantea respecto al precio del dólar que viene sufriendo mini devaluaciones, sobre el que ya es evidente que hay una fuerte presión devaluatoria (Ver Sentado sobre una bomba).
Lo cierto es que ni un solo dólar limpio ingresó a la economía de Argentina desde que Javier Milei se calzó la Banda Presidencial. Esto incluye las vías financiera y, por supuesto, aquello inherente a la economía real cuyos indicadores no dejan de encender luces de alarma, lo que se resume en una caída del PBI que para las estimaciones más optimistas rodará los cuatro puntos durante el presente año.
Pero tampoco aparecieron los 35 mil millones que propio Milei se jactaba de tener asegurados durante la campaña que lo acabaría depositando en La Rosada, ni los quince mil millones que Luis Caputo dijo que iba a traer como prueba de confianza de inversores y organismos internacionales en el Messi de la Economía.
De todos modos, es verdad que quienes protagonizan la timba financiera local, aplaudieron el arribo del tándem Milei-Caputo-Sturzenegger que para ellos representa una garantía para perpetrar una nueva ronda de bicicleta, maximización de la tasa de rentabilidad y fuga. Pero, tal como pasó otras veces, esa festichola dura poco y entonces ahora esos mismos actores comienzan a enviar señales claras que dicen que hay un atraso cambiario y que, por lo tanto, ya no les sirve la actualización del tipo de cambio oficial del dos por ciento mensual.
Hace un mes el Banco Central volvió a bajar la tasa de interés, algo que además de favorecer a una obscena bicicleta financiera, deja una situación de extrema vulnerabilidad respecto a una posible corrida cambiaria, porque de la mano de una postura que intenta exhibir fortaleza, se fomenta la disparada hacia el dólar bolsa y el CCL que, en el caso del CLL, ayer trepó hasta pasar la barrera de los 1.300 pesos. Esto le mete presión a la brecha cambiaria.
Así las cosas, todo en la Era Milei pasa vertiginosamente, pero en el universo financiero ese vértigo es todavía superior y de ahí que cualquier ruido puede anticipar una próxima y rápida estampida que sería capaz de provocar, por un lado, un problema de índole político para un gobierno que últimamente los tiene en demasía como consecuencia de su propia incapacidad de gestión. Pero también, y esto es lo más preocupante, detonaría un efecto dominó con consecuencias graves sobre la economía real, ya que incidiría en los precios de los productos de la canasta de alimentos y otros que están indexados como los alquileres, lo que puede empujar a otro sector de trabajadores hacia la indigencia que la Presidencia Milei ya duplicó (Ver Rosca en el palacio, ebullición en las calles…crisis en el capitalismo).
Es que ayer volvió a aparecer, con más contundencia, una señal de algo que se insinuó hace dos semanas. Y, en esta oportunidad, lo hizo de la mano de la baja de la cotización de casi todos los bonos emitidos por el Estado Nacional, lo que se asoció a la caída de las acciones de las empresas argentinas que cotizan en Wall Streat y, otra vez, una pronunciada suba en el precio de todos los dólares, al tiempo que el riesgo país se disparó hasta llegar a los 1500 puntos.
La pregunta del millón
Es en este punto en el que resulta prudente volver a recordar que, en simultáneo, la caída de la actividad dibuja un panorama recesivo que paradójicamente es el pedestal, desde el que se para Milei para vanagloriarse de la baja de la inflación que él mismo catapulto a más del veinticinco por ciento de diciembre, con la desregulación y devaluación del 119 por ciento que perpetró ni bien asumió.
Por eso es que con este telón de fondo, la pregunta del millón es cuánto tiempo puede tardar en trasladarse a precios de la economía real, esta profundización de la brecha. Y lo peor de la respuesta que surge en este caso no se mide en tiempo, sino en las terribles consecuencias que puede provocar para la clase trabajadora la combinación de la recesión y un nuevo rebote inflacionario.
Un reciente relevamiento que hizo la Unión Industrial Argentina (UIA) sobre más de 1.200 empresas, da cuenta de que todos los principales indicadores industriales aparecen en negativo. El 53 por ciento de las encuestadas registra caídas de la producción, seis de cada diez las tienen en las ventas, el 37 por ciento en las exportaciones y casi un cuarto del total en el empleo ¿Cómo se traduce todo esto? Problemas para la economía real.
La Presidencia Milei se asienta, fundamentalmente, en un consenso social que continúa siendo elevado pese a las barbaridades de las que día a día hace gala, pero también lo hace en las expectativas que generó entre “los mercados” su brutalidad a la hora de ejecutar las recetas más criminógenas que tiene el capitalismo. Pero aunque de esa esperanza también habla la encuesta que hizo la UIA, resulta sensato recordar que los mercados financieros son actores de carne y hueso con intereses muy concretos que suelen ser muy cortoplacistas.
Es difícil decir qué pasa por la cabeza de Milei, pero quién sí debe tener claro de qué va todo esto es Caputo, ya que en su etapa anterior al frente de la cartera de Economía, el mercado fue el que le dijo “es hasta acá”, lo que poco después le dio una elegante salida del Gobierno Macri.
Buena parte de los actores que en 2018 lo llevaron a que, en pocas horas, pase de estar en un despacho del Palacio de Hacienda a una reposera en una paradisíaca playa brasilera, son los que ayer volvieron a enviar señales claras.
Es que en ese universo de las finanzas y la timba, lo de las señales, la gestualidad y los rumores suele tener un peso específico propio. Por eso es que después de seis meses de desplantes, insultos, trastadas y una miope estupidez que exhibió la Presidencia Milei en su relación con la República Popular China, a nadie puede sorprender la posibilidad de que el Banco Popular de China no renueve el Swap celebrado oportunamente con Argentina, lo que le mete todavía más combustible a la presión de los mercados financieros.
La cosa es clara. Si no hay renovación, este mes Argentina debería devolver cinco mil millones de dólares contantes y sonantes. Y si pasa algo así, afectaría severamente a las reservas el Banco Central, lo que lo dejaría en una situación bastante incómoda para salir al cruce de la presión que plantea el principal proveedor de dólares rápidos que aparece en el horizonte inmediato, que es el complejo agroexportador que sin ningún pudor viene machacando con que existe un atraso cambiario, por lo que sentado sobre los silobolsa, demanda una nueva actualización que no es otra cosa que una devaluación que licuaría la tenue recuperación salarial que unos pocos sectores de trabajadores registrados consiguieron.
Pero también, sin dudas, sería como abrir una Caja de Pandora capaz de provocar consecuencias de tipo político, cuyo alcance resulta difícil ponderar. Es que para el gobierno, sostener el precio del dólar dentro del rango que tiene actualmente, resulta el único anclaje que le queda para intentar morigerar una disparada de precios que podría ser peor que la actual en un escenario de una nueva devaluación.
Y esto es clave para la Presidencia Milei, mientras le pone fichas a que el Congreso Nacional sancione favorablemente el Proyecto de Ley Bases 2 que, con el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (Rigi) a la cabeza, pretende que se convierta en la llave que abra la puerta a la entrada de dólares que le den sustentabilidad a su Gobierno a cambio de enajenar y entregar el patrimonio, la soberanía nacional y el futuro de los argentinos.
El gobierno no la tiene fácil y sabe que la misma esperanza que sustenta a su base social, puede trastocarse en decepción que es un sentimiento tan fuerte como la esperanza, pero que también es muy negativo. Asimismo, debe tener claro que lo peor de la clase capitalista que actúa en el país, la misma que aceitó su camino hacia La Rosada, siempre va a pedir más. Porque para la lógica liberal burguesa, los gobernantes de los Estados son apenas cuadros intermedios al servicio del capital, por lo tanto, reemplazables. Y debe comprender que el pescado, siempre, se pudre por la cabeza.