Milei celebra que la inflación de abril fue del 8,8 por ciento con lo que lleva un acumulado del 79,1 en lo que va de su mandato, construido en base a un plan que hizo crecer la pobreza, destruyó empleo registrado y no registrado, propició la caída de la actividad productiva y el desmantelamiento de la estructura de servicios públicos. Y que además es insustentable.
“Crear problemas y después ofrecer soluciones” es uno de los puntos centrales de las estrategias de manipulación a las que habitualmente echa mano la clase capitalista, tal como lo conceptualiza el lingüista Noam Chomsky quien explica que este método también llamado “problema-reacción-solución” consiste en crear un problema, esto es una situación prevista, para causar cierta reacción entre la sociedad que sea lo suficientemente fuerte como para propiciar condiciones que favorezcan la aceptación de determinadas medidas que pretende tomar, por ejemplo, un gobierno como el que encabeza Javier Milei quien ayer, no dudó es celebrar como “un golazo” la inflación del 8,8 por ciento que el Indec registró para abril.
La cosa es de manual. Con la creación adrede de condiciones que empeoran drásticamente un panorama de crisis socioeconómico que ya venía mal, la Presidencia Milei prepara un escenario en el que, con las defensas bajas, espera el pueblo acepte como un logro el hecho de que el IPC se coloque en un rango similar al de octubre de 2023.
Pero en el medio pasaron cosas. Con la inminente posibilidad de que Milei se convirtiera en Presidente y que implementara la megadevaluación que venía anunciando, los formadores de precios se anticiparon y entonces, de julio a agosto, la inflación se duplicó para sostenerse en un nivel similar durante los meses siguientes con excepción de octubre.
La devaluación del 119 por ciento asociada a otras medidas que tomó Milei apenas entró a La Rosada, hizo que el IPC saltara del 12,8 de noviembre al 25,3 de diciembre, el 20,6, 13,2 y once por ciento durante los meses que le siguieron. Así las cosas, con el 8,8, el gobierno sólo consiguió moderar el terrible impacto de la devaluación que él mismo llevó a cabo, pero de ninguna manera hace lo propio con las gravísimas consecuencias que su plan viene dejando en términos crecimiento de la pobreza, destrucción de empleo registrado y no registrado, caída de la actividad productiva y el desmantelamiento de la estructura de servicios públicos, entre otras calamidades.
En este punto cabe recordar que el nivel de empleo privado registrado retrocedió a los mínimos valores de más de dos décadas, con una caída que en marzo fue de 0,5 por ciento de acuerdo con la última Encuesta de Indicadores Laborales que confecciona la Secretaría de Trabajo de la Nación. Esta situación es sólo comparable con la del mismo mes de 2020, esto es, durante lo peor de la pandemia y es el corolario de cuatro meses consecutivos de caída neta del empleo, que coinciden con la Presencia de Milei en La Rosada.
Detrás de estos datos hay personas concretas que en algunos casos ya la venían pasando mal, pero a las que el actual gobierno les empeoró letalmente las condiciones de vida. Y la cosa tiende a empeorar, tal como lo revelan datos que surgen de la Encuesta de Indicadores Laborales y el Sistema Integrado Previsional Argentino, que dan cuenta de que 63 mil trabajadores perdieron sus empleos desde que Milei es Presidente, período en el que 26.900 fueron despedidos del sector público. También se desprende que más de 150 mil empleos registrados están en zona de riesgo.
¿Pero que pasa con los sectores que son capaces de impulsar una rápida recuperación? Por decisión gubernamental, hay 3.500 obras públicas paralizadas, algo que impacta por ejemplo en la venta de asfalto que registra una merma del setenta por ciento, así como en los despachos de cemento donde es del 44, mientras que la construcción en general cayó un 42 por ciento.
Por su parte, a la industria manufacturera no le va mejor ya que sufre una merma del veintitrés por ciento, en tanto que desde la UOM advierten que ya se perdieron más de diez mil puestos de trabajo y que “la gravedad de este ajuste brutal está poniendo en riesgo más de cincuenta mil en los próximos sesenta días”.
Con este telón de fondo, a nadie debe sorprender el efecto dominó que se verifica con datos como el desplome del 64 por ciento en la venta de electrodomésticos o en la de automóviles que lleva que la producción caiga más del veinte por ciento.
En ese contexto, se derrumbó la venta de algo tan esencial como la leche que cae un veinte por ciento, tal como la del resto de artículos de la canasta de alimentos, algo sobre lo que da testimonio la merma del veinte por ciento en las ventas de los grandes supermercados. Y la de los medicamentos que con la desregulación que fomenta la Presidencia Milei, fueron aumentados en promedio un 379 por ciento, con lo que uno de cada tres argentinos dejó de tomar los remedios que necesita, simplemente porque no puede pagarlos.
Y todo esto aporta a la obtención de un resultado que es clave para la perspectiva que tiene el actual gobierno, que es amesetar la inflación en un nivel similar al de 2023, en base a una recesión terrible que destruye empleo registrado y no registrado, lo que además presiona sobre el salario que durante los últimos 150 días cayó un 32,3 por ciento.
¿Pero vale la pena festejar por esto? ¿Es realista pensar que el gobierno va a poder sostener un amesetamiento del índice inflacionario? Pisar la recomposición salarial poniéndole techo a las paritarias, es una de las herramientas a las que viene echado mano el gobierno, pero es evidente que no va a poder seguir haciéndolo por siempre y lo mismo pasa con el cuadro tarifario sobre el que recientemente frenó un nuevo aumento, en pos de poder exhibir un IPC de un dígito.
Y otra cosa que hay que preguntarse es cuánto tiempo más va a poder sostener el delicado equilibrio que plantea respecto al precio del dólar que viene sufriendo mini devaluaciones, pero sobre el que ya hay una fuerte presión devaluatoria, como así en lo que hace a la baja de tasas de interés, que además de favorecer a una obscena bicicleta financiera, deja una situación de extrema vulnerabilidad respecto a una posible corrida cambiaria (Ver Sentado sobre una bomba).
Entonces, sin un escenario en el que se pueda advertir la llegada de los dólares que viene mendigándole al mercado financiero y de cara a un 2025 en el que va a tener que enfrentar serios vencimientos de deuda externa, la Presidencia Milei apela al retraso cambiario y a pisar los costos financieros, en lo que vuelve a ser un combo letal que, como pasó varias veces en nuestro país, siempre acaba estallando en una crisis de terribles proporciones y la consiguiente megadevaluación que pagan los trabajadores. Por eso, resulta evidente que esto de crear problemas para después ofrecer soluciones, puede ser una herramienta eficiente para el corto y quizás el mediano plazo, pero que a la larga siempre termina siendo un gol en contra.