Villa Crespo volvió a rendir homenaje a su vecino más ilustre. Don Osvaldo fue honrado a 119 años de su nacimiento en un acto en el que, como no podía ser de otra manera, hubo tango y banderas rojas con la hoz y el martillo.
Como suele ocurrir cada 2 de diciembre, los porteños de Villa Crespo se juntaron para rendir homenaje a quien es su vecino más ilustre, Don Osvaldo Pugliese, quien nació en esa fecha de 1905 en el que no dudaba en denominar como “el mejor barrio de Buenos Aires”. Por eso es que ayer por la tarde, integrantes de organizaciones sociales, culturales y deportivas se dieron cita para homenajearlo, y lo hicieron en una intersección de Corrientes y Scalabrini Ortiz, que es la esquina donde está emplazado el monumento que recuerda a Don Osvaldo.
Con este telón de fondo y como no podía ser de otra manera, el tango se enseñoreó de la mano de Adrián Ruggero, Carla Pugliese y Daniel Fiorentino que le dieron un marco apropiado al tributo que Buenos Aires le rinde cada año a quien es uno de los mejores exponentes de su música. Y, por supuesto, ahí estuvo el Partido Comunista, al que tal como lo reseña Arturo Marcos Lozza en su libro “Osvaldo Pugliese al Colón”, el Maestro definía como “la respiración diaria”.
Desde su adolescencia, la vida de Pugliese estuvo atravesada por el tango y el Partido. Sólo tenía catorce años cuando, en el Café La Chacha, hizo su debut ante el público y a partir de ese momento comenzó un romance que sigue y crece pese al paso de los años.
Corría 1936 y el mundo se convulsionaba con movimientos fascistas en ascenso y el golpe de Estado que daba comienzo a una Guerra Civil Española que en Buenos Aires se vivía casi como propia. En ese contexto el joven Pugliese no se quedó al margen y, entocnes, se afilió al Partido Comunista, por lo que a partir de ese momento sus estudios con el maestro Antonio D’Agostino se mezclaron con la lectura de Orientación, los clásicos de la biblioteca marxista-leninista y los textos Rodolfo Ghioldi y Orestes Ghioldi, junto a los de Victorio Codovila.
En la medida en que el joven Osvaldo se iba convirtiendo por mérito propio en el Maestro Pugliese, se construía como un comunista cabal, un militante en el ámbito del arte y la cultura, pero también en la calle y el debate público. Por eso es que para hablar de Pugliese no se pueden dejar de mencionar obras como Negracha, La Yumba y Malandraca, tampoco se puede soslayar al músico que paseó el tango por los principales escenarios del mundo incluido el Teatro Colón, pero también por los clubes de barrio. Y debe recalcarse que es uno de los grandes maestros que le dio al tango una de sus principales identidades.
Pero Pugliese también fue quien desde sus convicciones estuvo entre quienes impulsaron la formación del primer sindicato de músicos, además fue quien en la época de oro de las grandes orquestas de tango, decidió que la suya que era una de las más exitosas, fuera una cooperativa. Y, asimismo, es el que en más de una oportunidad pagó con la cárcel el hecho de ser comunista: en 1948 permaneció preso durante seis meses. Mientras tanto, un clavel rojo sobre la tapa de su piano, decía presente en cada actuación de su orquesta.
Esta es apenas una breve reseña de lo mucho que hizo Don Osvaldo por el tango, por el arte, por la identidad de Buenos Aires y por la lucha que no cesa…aquella que se libra por construir una sociedad en la que valga la pena vivir. Una lucha que, nuevamente y tal como cuando el joven Osvaldo decidió afiliarse al Partido Comunista, tiene como telón de fondo a un mundo convulsionado y atravesado por un peligroso ascenso del fascismo. Y como pasó entonces, las filas del Partido se renuevan con la firmeza y claridad ideológica de la militancia comunista, aquella a la que el propio Maestro definió como “los que no claudican”, los que ahora mismo vuelven a dar pelea en las calles, con la bandera roja en alto y un “Pugliese, Pugliese, Pugliese” en el corazón.