El día que se debatió la Ley Bases, “La Patria no se vende” se escuchó en las tribunas del estadio de Argentinos Juniors. Ituzaingo salió a la cancha con una bandera en defensa de Aerolíneas Argentinas, algo que también hizo Atlanta.
El fútbol no se queda de brazos cruzados. En el inicio del segundo tiempo del partido que jugó contra Central Córdoba en el estadio Diego Armando Maradona, la hinchada de Argentinos Juniors se expresó en rechazo de la Ley Bases 2. Los cánticos se dieron en medio de la jornada en que la brutal represión del gobierno de Javier Milei, perpetró cuando el proyecto se aprobaba en el Senado.
La resistencia y el rechazo a esa ley, se viene haciendo sentir con fuerza en las canchas. El Club Ituzaingo salió a jugar con una bandera en defensa de Aerolíneas Argentinas, algo que también habían hecho durante la crisis de 2001 cuando este equipo se mostró con una pancarta en la que podía leerse la leyenda “Salvemos Aerolíneas Argentinas”. Ahora hay varios clubes del ascenso que siguen el mismo camino, tal como lo hacen Defensores de Belgrano, Colón de Santa Fe y Atlanta que son los que en distintas fechas salieron a la cancha con pancartas en las que fijaron una clara posición para defender a la línea de bandera argentina.
Vale recordar que aunque como parte de las negociaciones que llevó a cabo el oficialismo para evitar que naufrague el Proyecto de Ley Bases 2, Aerolíneas Argentinas salió de la lista de empresas que pueden ser privatizadas, pero esto no duró mucho, ya que cuando todavía no pasaba un día de la votación, el jefe de Gabinete Guillermo Francos, anticipaba que la Presidencia Milei va a insistir con incluir los capítulos retirados, cuando la norma vuelva a Diputados, algo que se prevé que suceda el jueves próximo.
Así las cosas, desde las tribunas y en campo, tal como lo hicieron muchas veces, las canchas vuelven a mostrar la rebeldía popular: esa rebeldía que unió a dos de los principales personajes populares argentinos del siglo 20. Y esto es algo que se vuelve preciso recordar durante esta semana, en la que se cumple un nuevo aniversario del natalicio del comandante Ernesto Che Guevara que sigue siendo fuente de inspiración de valores de rebeldía y justicia para la juventud argentina y del resto del mundo.
Por eso es que muchas hinchadas de fútbol y seguidores de bandas de rock lo tienen como símbolo que flamea en las banderas de lucha que suelen enarbolar. Y también por eso fue que cuando parecía que el neoliberalismo venía a escribir el “fin de la historia”, Diego Maradona se tatuó en su brazo derecho la imagen del Che, como forma de mostrar su admiración y de compartir la lucha del comandante.
Una vez cuando le preguntaron sobre su tatuaje dijo: “A quien me hubiera gustado conocer, no voy a sorprender a nadie, es al Che Guevara, al querido Ernesto Che Guevara de la Serna, que así es el nombre completo” y por eso “lo llevo en el brazo, en un tatuaje que es una obra de arte, pero podría decir que lo llevo en el corazón”.
Y continuó señalando que “este enamoramiento, empezó en Italia, sí, en Italia. No en Argentina y este dato que para mí es importante en todo lo que tiene que ver con el Che Guevara”, ya que “cuando yo estaba en la Argentina, el Che era para mí lo mismo que para la mayoría de mis compatriotas: un asesino, un terrorista malo, un revolucionario que ponía bombas en los colegios. Esa era la historia que a mí me habían enseñado. Y entonces empecé a leer, a leer, a leer sobre él. Y me empecé a preguntar: ¿cómo los argentinos no decimos toda la verdad sobre el Che? ¿Por qué no reclamamos sus restos, como antes reclamamos los de otros, como Juan Manuel de Rosas?”
Por eso, sostuvo entonces, “me gustaría que en las escuelas, a los pibes de quince o dieciséis años les cuenten su historia. Y que ellos saquen sus propias conclusiones. Pero lo tienen escondido, porque le tienen miedo. Porque los que vinieron después nos dieron mierda, en lugar de comida. Y villas, en lugar de casas”.
Como el gol de tiro libre imposible que le hizo a la Juventus en 1985, esta última frase del D10s entró en el ángulo de los que piensan que el sistema capitalista no tiene alternativa y que a los pueblos no les queda otra que soportar, pasivamente, la brutalidad de los coletazos con que los castigan los sucesivos capítulos de su interminable crisis.